¿Cómo saber si tiene una relación
tóxica con el dinero?
Finanzas Personales - lunes, 14
de septiembre de 2015
Casi como si se tratara de un
noviazgo, cada persona tiene una relación con el dinero que varía dependiendo de
costumbres, hábitos y enseñanzas o consejos previos que recibió de tiempo
atrás.
Cuando se trata de una relación
entre personas se pueden dividir en tres categorías: las que se la llevan bien,
las que son indiferentes y las que se llevan mal. Todas dependen de la
frecuencia con la que se trate a la persona, la “química” o compatibilidad
entre las personalidades así como la forma en la que se den las relaciones (la
amabilidad, la atención así como la cordialidad).
Y cuando usted piensa en establecer una
relación con una persona, las exigencias se vuelven mucho más grandes, ya que
las expectativas se incrementan y el relacionamiento empieza a darse de forma
constante. Ahora, sin darse cuenta, usted puede haber empezado con un noviazgo
desde hace un par de años, con el dinero, y no haberlo notado. Seguramente
habrá iniciado en la universidad, cuando empezó a administrar el dinero por su
propia cuenta y sin consejo de nadie, o para otros, pudo haber sido desde el
colegio.
Sea cual sea el inicio, lo importante es que
usted debe reconocer que con el dinero también existe una relación y en la
cual, a diferencia de las relaciones humanas, usted siempre va a tener el
control sobre ella. Lo que pasa es que el dinero puede generar una gran
variedad de emociones: desde la obsesión por tenerlo a toda hora, así como
odiarlo pero a la vez reconocer que no se puede sobrevivir sin él.
Entonces, dependiendo de esos sentimientos,
obtendrá los resultados de cómo sobrelleva las deudas, las inversiones, los
gastos, etc.; que impacta día a día en sus finanzas personales. No obstante,
hay cosas que no siempre son tan evidentes como parecieran.
¿Y si sí?
Si quiere hacer un test de cómo es su relación
con el dinero y si efectivamente puede que no esté en el mejor camino o que sea
bastante tóxica, considere las siguientes señales que ofrecen Wisebread y
Wealth Horizon:
1. Lo asusta: ya sea porque no le
gusta ver sus extractos bancarios o porque detesta que hacer cuentas o
presupuestos, puede que su relación con el dinero se base en un sentimiento de
frustración y sufrimiento. Sabe que lo usa en su día a día, pero cuando se
trata de ver las cantidades por mes o semanalmente, prefiere ver la televisión.
2. Pensamiento: tanto en las conversaciones
con otras personas como en aquellos momentos en los que se queda a solas y sin
música, odia que el primer pensamiento que se le venga a la cabeza sea el
dinero. No lo resiste y busca cualquier excusa para pensar en otra cosa así sea
lo más mínimo. Pero también puede ocurrirle todo lo contrario: no para de
pensar en cómo hacer con las deudas, obtener más o buscar cómo administrarlo
mejor.
3. Sencillamente no lo entiende: como si se
tratase de una mujer (a la que “nadie entiende) o de una clase de física
nuclear, sencillamente no es de su interés saber cómo llega, de dónde viene,
para dónde va o cómo se mantiene. Lo único que usted sabe –y que le interesa-
es que le sirve para pagar, no más. El resto, “que se maneje por sí solo”.
4. El gasto: también viene en dos vías o le
duele gastarlo o le gusta gastarlo, lo que se traduce en los extremos de la
tacañería y de la generosidad excesiva. Es como cuando usted tiene una obsesión
con su pareja o le es totalmente indiferente si está o no con usted.
5. Una vez lo tiene, ¡desaparece!: no sabe cómo
ni por qué. Pero una vez sale del cajero, simplemente se va de la nada. Y por
más que hace cuentas, sólo recuerda que hizo unas compras en el mercado, pagó
las cuentas y compró algo en la panadería y ¡pluff! Hasta ahí llegó.
6. A los otros: entre la dualidad de que
envidia la gente que sí lo tiene o que odia a aquellos que se quejan y que no
tienen dinero. Esto se traduce en la inconformidad de su vida y la desigualdad
del ingreso entre las personas, que es algo con lo que usted no puede luchar
7. Conversaciones: No le gusta hablar de él ni
que le hablen. No tolera ese tipo de conversaciones y busca evadirlas a toda
costa, porque siente una incomodidad al hablar de cuánto tiene o cuánto le
falta y que puede llegar a implicar una comparación con los hábitos de otras
personas.
¿Qué hacer?
No existe una fórmula clara ni única. Tal como
las relaciones interpersonales tienen sus propios problemas y características
particulares, las personas y el dinero también lo tienen. Puede que su “trauma”
devenga de situaciones del pasado o de su niñez: por ejemplo, al ver que sus
padres toda la vida se quejaron por no tener dinero o siempre los vio muy
endeudados.
El tema es que tiene que hacerle frente a cada
una de estas señales y empezarlas a asumir y cambiar en su vida. El único truco
válido es perder el miedo a hacer cálculos y presupuestos, hacerle frente a que
“si usted lo trata bien, él lo tratará bien”, porque sólo así sabe de dónde
viene, para dónde va y en qué lo gasta.
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