Así es el sencillo amo del mundo
El Confidencial - septiembre de 2016
Desde 1976, Bernie Ecclestone
creó con la Fórmula 1 un acontecimiento global. Por primera vez desde entonces
dejará de tener el control sobre su criatura. Cuándo está por ver. Pero no será
a mucho tardar porque John Malone ha comprado uno los eventos más mediáticos a
nivel global. Ya antes se había hecho con los derechos de los Juegos Olímpicos
para el canal Eurosport, que recientemente entró también a formar parte de su
imperio. Y quien conoce a Malone, sabe lo que ello significa.
Nacido en Connecticut hace 75
años, no se puede hablar de John C. Malone sin dedicarle alguno de los apodos
‘salvajes’ que otros le han atribuido. Le han llamado Mad Max, “el guerrero de
la autopista de la información”, por su dominio implacable del paisaje
televisivo; Darth Vader, según Al Gore; y sobre todo “El Cowboy de Cable”, el
título de su biografía más conocida. Hoy es el nuevo dueño de la Fórmula 1a
través de Liberty Media.
Sobre todo, paciencia
Lo que más intimida de Malone es
su constancia. Una paciencia recta y precisa hasta la obsesión, como atestigua
la arquitectura corporativa que ha ido levantando desde que se graduó como
ingeniero (carrera, máster y doctorado) en las universidades más selectas de la
Costa Este y entró a trabajar de planificador económico en AT&T.
Su vida es una sucesión de siglas
y corporaciones que no caben en ningún esquema: AT&T, McKinsey & Co.,
CI, TCI (Tele-Communications Inc., que dirigió como CEO y presidente durante
casi un cuarto de siglo); Liberty Media, Global, Starz, Lionsgate, Charter
Communications, ITV o All3Media. Un entramado televisivo que llega a millones
de hogares en EEUU, Europa y América Latina. Sólo Liberty Global, la mayor
empresa de TV por cable del mundo, tiene 27 millones de clientes en 14 países.
La búsqueda de gangas, como la
Fórmula 1
¿Cómo lo ha hecho? A Malone,
dicen quienes le estudian, le gusta mucho ahorrar: busca vericuetos fiscales y,
sobre todo, gangas. Empresas venidas a menos que pueda comprar barato, lavar,
remodelar y devolver al ruedo con el doble de fuerza. Su compra de Fórmula 1
este mes valdría como ejemplo.
“La venta de Formula 1 por 8.000
millones [deuda incluida] refleja su pérdida de valor”, tituló 'Forbes'. Es un
precio menor al que se le estimaba en años anteriores. También ha caído su
audiencia, de 600 millones de televidentes en 2008 a 400 millones en la
actualidad. Pero la gente de Malone ha tomado el control y ya tiene algunas
ideas en mente. Según el CEO de Liberty Media, Greg Maffei, el negocio está
“subdesarrollado”; hay que mejorar el apartado digital, potenciar la promoción,
los videojuegos y la realidad virtual, y ampliar la agenda de carreras en Asia
y América.
Un tiburón en el fondo del mar
Malone es como un tiburón que
aguarda en el fondo del mar. Como el emperador Augusto, se “apresura
lentamente”, pelea en varios frentes a la vez, de manera lenta, invisible y
compleja: un 10% aquí, una venta allá, tres empresas que se unen, otra que se
ramifica. Su especialidad son los acuerdos de muchas capas que se cocinan lentamente
y luego se materializan con el fulgor del relámpago. Ahí está la compra de
Starz por Lionsgate, que podría seguir amasando: AMC, Discovery o CBS estarían
en su punto de mira.
El millonario tiene otra ventaja:
su falta de ego, según ha reconocido Jarl Mohn, que dirigió para él Liberty
Digital entre 1999 y 2002. “A diferencia de mucha gente que está muy activa en
los mercados, John no se siente obligado a cerrar un acuerdo por el hecho de
cerrar un acuerdo. Él busca oportunidades, no acuerdos”. Reflejo, quizás, de su
fría y concienzuda formación universitaria como ingeniero.
La revista 'Variety' dice haber
captado la esencia de Malone, su filosofía de vida: “preservación y
sostenibilidad”. El magnate acumula para mantener luego el orden del universo,
en este caso el universo de la televisión, con sus vertientes deportivas. Es la
fuerza invisible que está detrás de productos como 'Mad Men' o “Los Juegos del
Hambre', y, desde ahora, las carreras de Fórmula 1.
En 2002 perdió el 70% de su
fortuna
Como a cualquier sabio con cara
de póker y cabello blanco, también le llaman “oráculo”. Y como cualquier sabio,
igualmente ha atravesado algún que otro desierto. En los años ochenta y noventa
Malone se enfrentó a la Casa Blanca e hizo temblar sectores enteros, pero el
estallido de 'las puntocom' en 2002 borró el 70% de su fortuna. Se quedó con
1.300 millones de dólares, que ha multiplicado por cinco en la última década,
paso a paso, como una hormiga.
Malone volvió con su firma de
siempre: una de las compañías en las que participa, Charter Communications,
compró Time Warner Cable y Bright House News por 79.000 millones de dólares.
Esperó a que el intento de Comcast naufragase, observando desde el fondo del
mar, y luego lanzó su dentellada: el regulador dio luz verde y ahora Darth
Vader tiene la segunda compañía mediática del mundo en las filas de su imperio.
El mayor propietario de tierras
de Estados Unidos
Malone acumula y preserva siglas
corporativas, y también tierra: una porción de su país física, dura, húmeda. Es
el mayor terrateniente de Estados Unidos, donde posee casi 9 millones de
hectáreas que ha ido acumulando paralelamente a los canales de televisión.
Tiene ranchos, bosques y praderas en media docena de estados, de norte a sur,
la mayoría en Maine y New Hampshire. Él mismo ha dicho que su intención es
preservar la tierra y sacar un rendimiento lento, pero seguro.
Esta es la reputación pública de
Malone. Su lado privado es mucho menos espectacular. Vive en una localidad de
Colorado, Englewood, a una hora en coche de Denver, junto a poco más de 30.000
habitantes. Prescinde de chucherías y lujos habituales en tiburones igual o
menos ricos que él. A Malone le gusta la naturaleza, los ríos, salir a pescar.
En verano se va de vacaciones con su amigo de toda la vida y los reporteros que
le entrevistan siempre comentan la olvidable sencillez de su oficina.
Su tiempo libre lo dedica a la
filantropía, que le agradece Colorado con lágrimas en los ojos, y es ahí donde
va a estar su legado, según explicó él mismo al canal 'CNBC'. Su fortuna (7.100
millones) quedará en fundaciones de caridad, que seguirán controlando los
intereses en las compañías mediáticas. Sus hijos y nietos tendrán puestos en la
dirección de las fundaciones. “Ese es el escenario de salida para mí”.
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