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viernes, 28 de noviembre de 2008

Cosas

País de opereta
César Hildebrandt

El doctor García se franquea con la prensa extranjera. Y a esa prensa le ha dicho que sí quiere ser candidato a la presidencia en el 2016.

Pero para llegar a ese 2016 por la carretera asfaltada del modelo que al doctor García le complace, es necesario que sucedan un par de cosas:

a)Que el Apra no gane las elecciones del 2011 (porque eso sería demasiado, porque todos dirían que ese gobierno-eslabón le facilitó las cosas para el 2016 y porque, además y principalmente, al doctor García no le da la gana que ningún aprista se le acerque a menos de dos kilómetros de gloria); y

b)Que el gobierno del 2011 sea uno bien de derechas, que no toque lo hecho por el doctor García, que profundice sus conquistas de nuevo Leguía imaginario y que no desande lo que el doctor García hizo para que Dionisio Romero se pudra más que nunca en plata.

Para lograr el fracaso del Apra en el 2011, García cree ya haber incinerado a Jorge del Castillo –su enemigo mortal según la paranoia bizca que lo atormenta- y está, además, convencido de que ni Mauricio Mulder –su guardaespaldas verbal- ni Mercedes Cabanillas, a quien sólo le falta invitar a Hansel y Gretel a su casita, reúnen los requisitos para una candidatura que tenga el pleno respaldo de la Confiep y la bendición de la Casa Blanca.

Para lograr que la derecha gane en el 2011 se tiene que trabajar desde ahora. Para eso es bueno crear el clima fascista que el proyecto de ley denunciado ayer en este diario revela con pelos y señales.

Y todo será mejor todavía cuando, con ese o con cualquier otro proyecto, se logre que la persecución a la oposición de izquierdas sea abiertamente judicial y policial.

Y será imperativo que la “gran prensa” se una en el objetivo de intoxicar a la gente con el cuento que Josecito Chlimper y Pepito Graña le cuentan a los niños: que si alguien cambia este modelo, el país se viene abajo, las tierras se secarán, lloverá ácido prúsico sobre las agroexportaciones.

El fascismo como que ya se está armando y para eso es imprescindible que sigan matando policías en el Vrae. Por eso es que los envían sin las armas necesarias, sin los jefes indicados, sin la logística que reclaman a gritos. Y por eso es que se ha nombrado como ministro del Interior a un hombre que limita con el encefalograma plano y como jefe de la policía a un general que obtuvo sus galones en los grifos de la repartición.

Mientras más policías muertos, más “atmósfera ideal” para lo que García está planeando. Mientras más policías muertos, RPP entrevistará más que nunca a esa placera que iba al SIN, mintió hasta sobre la muerte de su pobre marido, recibía instrucciones de Fujimori para moverse en el Congreso y fingía ser compasiva mientras avalaba a los colinas y pedía el exterminio de la oposición. Sí, me refiero a la señora Cuculiza.

Tiene razón Humala de sospechar lo peor. Porque un nuevo Esparza Zañartu lo espía por una ventana indiscreta y porque en cualquier momento la mágica computadora del malogrado Raúl Reyes lanzará su nombre a la marquesina internacional.

García sueña con que el 2011 lo suceda alguien que no sea Lourdes Flores, que podría hacer las cosas siguiendo el mismo rumbo pero un poco mejor. Sueña con un interregno ocupado por Kouri, Keiko o Giampietri. Imagina a alguien que se preste a servir de intermedio, de entrepiso, de mezzanine. Un Roque Benavides adiestrado por la Chichi, por ejemplo. Un Julio Favre entrenado por Pestalozzi, aunque sea. Un tapadito respaldado por nuestras televisas.

Y es que García ya piensa en la historia. Y está convencido de que la historia lo valorará de modo muy distinto a lo que insinúan las cifras de las encuestas.

Pero para eso requiere que nadie toque el castillo de arena donde vive, manda y habla solo en las noches. Y por eso es imprescindible desatar una ola de infamia en contra de quienes podrían afear las calles y rehacer, sin tremendismos pero con decencia, las cosas que hay que rehacer.

García le dijo ayer a la prensa extranjera que hay “un modelo APEC” y un “modelo Atlántico”. Y que él estaba con el modelo APEC, que cree en el libre mercado y descarta el injerencismo del Estado.

¿Pero este señor ya ha ingresado a la fase delirante que tanto temíamos?

¿Le llama modelo APEC a ser dama de compañía de Washington allá y de los Vega Llona aquí?

¿No sabe que Bush y Obama están dispuestos a sumar trillones “injerencistas” del tesoro público con tal de que la gran banca -la mafia central del sistema-, salga del apuro donde se metió por seguir el juego de la avaricia estilo Chicago Boys?

¿No sabe qué cosa le han hecho Berlusconi, González o Chirac a lo que él llama, anacrónicamente, “modelo atlántico”?

¿Puede ignorar que en el modelo APEC están el Perú del fujimorismo resucitado y la Colombia de los paras y Chiquita Brands?

¿No le da vergüenza hablar del Estado como si de la lepra se tratara cuando cualquier lector de periódicos sabe que Estados Unidos es hoy, con sus subsidios agrícolas y sus megasocorros a la banca, el país más estatista del mundo? ¿Habría existido Kia o Samsung sin Estado y sin planificación en la Corea de los 60?

No hay países-Apec ni países-Atlántico. Hay países reales y países de opereta. En los países de opereta puede suceder que un presidente que se siente menos llame a una presidenta que se siente más y le dé la mar (territorial) de explicaciones en torno a unas palabras que, en privado e imaginando una invasión de tropas extranjeras (que ya padecimos), pronunció el comandante general del Ejército. En ese país de opereta y de zarzuela y de francachela con el Cabezón, el presidente que se siente con la cerviz no levantada le promete a la presidenta que se cree la Isabel II de la rotería que ese comandante general se irá a su casa inmediatamente.

Ese no es un país-APEC. Eso es apenas una republiqueta trujillana (en alusión al chivo dominicano).

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