Al desarrollo sostenible con protagonismo
joven
FORBES – 27 de noviembre de 2018
Los desafíos que enfrenta la
región en juventud siguen siendo enormes, tal y como señalan pobreza juvenil
del 31,1%; desempleo juvenil del 19,5%; deserción de 50% en educación superior.
Iberoamérica nunca había tenido
tantas personas jóvenes como ahora que más del 50% de su población tiene menos
de 35 años. Esto muestra la importancia que tienen y tendrán en el rumbo de
nuestras sociedades, no solamente por el número que representan, sino porque
sus ideas y acciones innovadoras son el principal activo que tenemos para
lograr una región hecha a la medida de todas y de todos.
Por ello, el compromiso asumido
por los Jefes de Estado y de Gobierno en la reciente Cumbre con la
implementación del Pacto Juventud 2030 impulsado por el Organismo Internacional
de Juventud (OIJ) es trascendental, en tanto acentúa el protagonismo de las
personas jóvenes en el desarrollo sostenible y fortalece la cooperación entre
países para posicionarles en el centro de la Agenda 2030.
Esto es resultado de un camino
iniciado en 2016, cuando, tras un proceso de transformación institucional y a
través de una consulta amplia y participativa, recogimos las demandas de los
países y de las personas jóvenes para construir el Pacto Iberoamericano de
Juventud. Un Pacto con 24 acuerdos, firmado por los Jefes de Estado en la
Cumbre de ese año, que sentó un precedente en la agenda internacional de juventud
y estableció, por mandato presidencial, el compromiso de unirnos regionalmente
por el bienestar de la población joven.
Gracias a la ambición de
materializar estos acuerdos de máximo nivel político en acciones con
resultados, son múltiples los logros que hemos obtenido en estos dos años de
implementación del Pacto. Por ejemplo, en este corto tiempo OIJ ha impactado a
más de 80.000 jóvenes con sus diez programas bandera, mientras que antes la
institución llegó a tan solo 4.000 personas en 20 años. Además, a través de las
políticas impulsadas por los organismos de juventud y otros entres sectoriales,
se han beneficiado a cerca de 14 millones de jóvenes.
Pero sabemos que debemos lograr
más y queremos hacerlo porque los desafíos que enfrenta la región en juventud
siguen siendo enormes, tal y como lo señalan una pobreza juvenil del 31,1%; un
desempleo juvenil del 19,5%; una deserción del 50% en la educación superior; o
la marcada desigualdad de género, gracias a la cual 132 mujeres jóvenes por
cada 100 hombres viven en hogares con pobreza extrema.
Este es, justamente, el escenario
en el que el Pacto Juventud 2030 completa todo su sentido, en tanto renueva el
compromiso asumido hace dos años por los países iberoamericanos, con el
propósito de cuidar lo logrado y seguir avanzando a través de una vinculación
explicita con la Agenda 2030. Pero sabemos que esto solamente será posible si
la orientación del desarrollo sostenible tiene protagonismo joven; si los
acuerdos del Pacto se vinculan estratégicamente en las políticas de desarrollo
de los países; y si las evaluaciones nacionales de los Objetivos de Desarrollo
Sostenible (ODS) se hacen con un efectivo enfoque de juventud.
Por lo anterior, como
responsables de la coordinación técnica y la articulación política para la
implementación del Pacto, desde OIJ asumimos cuatro prioridades que guían esta
renovación y nueva proyección: centrarnos en lo que es importante para las y
los jóvenes, fortaleciendo sus capacidades y su poder transformador; apoyar las
acciones de los gobiernos, impulsando la intersectorialidad y la cooperación;
generar conocimiento abierto, útil y accesible sobre temas neurálgicos para las
juventudes; y construir alianzas multiactor para complementar acciones, sumar
recursos y mejorar impactos.
Por supuesto, como he mostrado,
no estamos partiendo de cero. Por lo tanto, es fundamental que el compromiso
que la región ha asumido con el Pacto Juventud 2030 sea también con el
cumplimiento de los diferentes acuerdos en juventud y con la optimización de
las acciones de los países y de OIJ. Así, en un marco de principios y valores
que reconoce los derechos como sustento de cualquier democracia, esperamos que
todos los Estados ratifiquen la Convención Iberoamericana de Derechos de los
Jóvenes (CIDJ) y su Protocolo Adicional, integrándolos en los marcos nacionales
de protección.
A la fecha, 11 países han firmado
la CIDJ y solamente 7 la han ratificado, trazando con ello un reto estructural
para el desarrollo sostenible y el propósito de la Agenda 2030 de no dejar a
nadie atrás. Desde nuestra perspectiva, no es posible avanzar con paso firme en
este camino si los Estados no aceptan la responsabilidad de garantizar los
derechos humanos de todas las personas jóvenes. Por ello, acogemos la tarea de
acompañarlos en los procesos de firma y ratificación, así como la
implementación de este tratado internacional único en su especie.
En este sentido, el Pacto
Juventud 2030 también requiere fortalecer las políticas públicas y las
capacidades institucionales, a través del intercambio de experiencias y la
cooperación. OIJ apuesta por fortalecer estos lazos desde las posibilidades del
entorno digital, sistematizando buenas prácticas en juventud; promoviendo el
aprendizaje colaborativo; abriendo canales de comunicación entre los países
iberoamericanos y otras regiones del mundo; y vinculando a las personas jóvenes
en la solución de los desafíos que enfrentan nuestras sociedades.
Así mismo, aportamos herramientas
para mejorar la gestión de las políticas públicas con base en evidencia, así
como los procesos de rendición de cuentas. En el ámbito nacional, se trata de
garantizar que las políticas de juventud sean medidas en clave ODS y que el
seguimiento de los ODS se haga con enfoque de juventud, a través 52 indicadores
que visibilizan el impacto del desarrollo sostenible en las personas jóvenes.
En el ámbito regional, por su parte, tenemos
49 indicadores para evaluar el aporte de los países al cumplimiento del
Pacto e indicar áreas que tiene vacíos y, en consecuencia, que son prioridad.
Finalmente, el compromiso que los
países han asumido con el Pacto Juventud 2030 implica respaldar la Alianza
Internacional de Cooperación en Juventud, como estrategia que aporta a su
implementación. La Alianza, que también nació en 2016 con el impulso de OIJ,
hoy vincula a más de 100 representantes de gobiernos iberoamericanos y del
mundo, de la sociedad civil, de la cooperación internacional, del sector
privado y de la academia. Además, nos ha permitido posicionar la agenda
regional de juventud en espacios internacionales tan importantes como ECOSOC,
el G20, la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa (CPLP) y la Comisión
Europea.
Sin duda, la Alianza también es
una plataforma para que las personas jóvenes participen en la orientación del
desarrollo sostenible, compartiendo sus experiencias, demandas y propuestas. De
este modo, enfatizamos la importancia de crear alianzas intergeneracionales
promotoras de la corresponsabilidad, a través de las cuales instituciones y
adultos podamos nutrirnos de la creatividad, innovación y capacidad de
resiliencia de las personas jóvenes, a la vez que éstas se involucran en la
solución de asuntos críticos y se sienten reconocidas.
No podemos olvidar que, dos años
después de la adopción de la Agenda 2030, vivimos un momento crucial para su
cumplimiento, con avances importantes, pero también con puntos críticos. En
OIJ, estamos convencidos de que el poder transformador de las personas jóvenes
nos permitirá enfrentar con éxito este desafío. Así que, como lo propone el
Pacto Juventud 2030, en estos próximos 12 años ellas y ellos son protagonistas.
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