La euforia ante las innovaciones tecnológicas
FORBES- 6 de nov. de 18
La innovación tecnológica ha aportado
beneficios para la productividad, puede convertirse en un factor determinante
para riesgos asociados y la toma de decisiones en organizaciones.
El orden y tendencia mundial mantiene una
máxima en los últimos años: todos los días surgen productos y servicios
digitales innovadores susceptibles de ser consumidos por las organizaciones y
los individuos. Aplicaciones, conceptos, tecnología celular, reproductores
digitales, son algunos de los productos y servicios altamente difundidos en los
medios generando amplias expectativas de beneficios asociados con su consumo.
Cualquier innovación se convierte en objeto de
deseo no sólo en una sociedad ávida de mantenerse al día con respecto a lo que
se encuentra en tendencia, sino entre las organizaciones que no quieren o temen
perderse de alguna novedad que potencialmente pueda aportare soluciones en su
entorno. No obstante, es tan rápido el ciclo en el que surgen novedades
tecnológicas, que el consumo no siempre responde a necesidades reales o a
decisiones informadas, sino a impulsos de consumo sin sentido generando gastos
innecesarios y riesgos para los consumidores y sus organizaciones.
Es innegable que, existe una industria
tecnológica/digital muy activa, que en todo momento está generando soluciones y
aplicaciones tendientes a facilitar la vida de seres humanos y organizaciones.
Sin embargo, la vorágine generada por la innovación puede convertir al
consumidor (tanto individual como organizacional) en tomadores de decisiones
superfluos, eufóricos y poco conscientes, capaces de adquirir lo que sea, y a
costa de lo que sea. Esta tendencia en el ámbito organizacional (cuyos líderes
viven un mundo en el que la globalización, la comunicación y el conocimiento,
se construyen en las redes e interactúan mediante las tecnologías), genera la
creencia de que es imprescindible invertir y adquirir todas las innovaciones
tecnológicas que surgen en el mercado.
En este sentido, se convierte en algo muy
interesante el estudiar, ¿por qué en las organizaciones crece cada vez más la
intención de buscar los avances tecnológicos a toda costa?
Podemos comenzar señalando que, una vez que la
tecnología penetra todas las redes del conocimiento, la educación y la
información, comienza a ejercer una influencia en la opinión pública y las
organizaciones tal que genera una nueva dinámica en las que la innovación lleva
el rol protagónico, esto también propicia una cultura laboral orientada a la
productividad y a la eficiencia. Y es que, en un mundo tan activo y
globalizado, las organizaciones deben ser rápidas y eficientes con todos sus
recursos para no rezagarse.
En este contexto, la tecnología ha llegado para
resolver los problemas y eliminar las barreras de las organizaciones a través
de sistemas innovadores y que son adaptables a las necesidades de cada una. Lo
que antes tomaba semanas e incluso meses, hoy en día es posible terminarlo en
unos pocos minutos y sin mayor esfuerzo ni complicación.
Así, la tecnología logra la optimización y la
mejora de los procesos de comunicación, producción, organización, despacho,
venta, cobranza y capacitación, lo que les permite establecer ventajas
competitivas, conseguir más y mejores clientes y, por supuesto, alcanzar
mayores niveles de productividad (e incluso de expansión). Como resultado de
mejores y más óptimos procesos, se reducen el trabajo manual, así como las
horas-hombre, disminuyendo los errores y aumentando la productividad de cada
uno de los colaboradores de una compañía.
Sin embargo, debemos estar conscientes de que
no todo es “color de rosa”. Hay que considerar que la tecnología se mantiene en
constante innovación, por lo que su inversión no acaba en cuanto se adquiere.
Se requiere de renovación y actualización en los equipos y sistemas cada cierto
tiempo. Las empresas de tecnología han aprovechado muy bien esta necesidad y
nueva cultura, produciendo en ciclos cada vez más cortos campañas de difusión y
publicidad con mensajes prometedores que generan altas expectativas sobre
nuevos beneficios (que no siempre son reales).
La falta de conciencia en los líderes que
invierten de manera constante y desmedida en adquirir nueva tecnología fundados
en el miedo de perderse de algo y no basándose en una decisión informada o en
una correcta evaluación de los beneficios reales a obtener puede constituir un
alto riesgo para ellos y sus organizaciones. Aún más, el hecho de que los
líderes sometan a sus empleados a nuevos productos tecnológicos de manera
constante implica el riesgo de causar fatiga y confusión entre ellos
Por todo lo anterior nos gustaría cerrar este
espacio con una serie de recomendaciones para que los tomadores de decisiones
evalúen, se informen y distingan entre innovaciones pasajeras o mejoras y
aquellas soluciones reales y estratégicas que justifican una inversión
considerable.:
Evaluar qué tanto el avance tecnológico es
compatible con la misión, la visión, la cultura y la estructura de la
organización; se aconseja ponderar beneficios versus riesgos, así como la
tolerancia a estos últimos.
Entender la definición de “éxito” para la
organización versus las expectativas en torno a la innovación; si no están bien
definidos los indicadores de éxito, las expectativas con respecto a la
tecnología tampoco lo estarán.
Antes de adoptar un avance tecnológico para
arreglar un problema o aprovechar una oportunidad, el líder debe de analizar la
estrategia, los procesos, la gestión y los indicadores de éxito utilizados
actualmente para detectar oportunidades de mejora ya que muchas veces es viable
innovar sin la necesidad de grandes inversiones en nuevas soluciones
tecnológicas.
Finalmente es muy importante llevar una
bitácora detallada de aquellas novedades tecnológicas que hayan aportado valor
y soluciones reales a sus organizaciones.
En suma, la tecnología ha aportado un sinnúmero
de beneficios para la productividad y la eficiencia de las organizaciones. Sin
embargo, es tarea de los líderes filtrar la vorágine de la publicidad que
orienta a un consumo continuo y compulsivo, y sólo hacer actualizaciones
tecnológicas informadas y responsables para una optimización inteligente de la
organización, sus colaboradores y sus clientes.
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