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viernes, 17 de julio de 2009

Sabella



Sabella, en el Olimpo pincha


Corría el año 1981 y Alejandro Sabella jugaba en el Leeds United de Inglaterra. En diciembre recibió la visita de Carlos Bilardo, quien en ese entonces era apenas entrenador de Estudiantes de La Plata, ofreciéndole regresar a Argentina para ponerse la camiseta del Pincha. Sabella quizás soñaba con volver a River Plate, el club que lo vio nacer, pero aceptó la propuesta de Bilardo sin saber, claro está, lo que le depararía la vida...


¿Qué tenía el destino preparado para él? Ni más ni menos, ser el entrenador que, 27 años después, llevaría a Estudiantes a obtener la cuarta Copa Libertadores de América de su historia.


Una zurda exquisita


Alejandro Javier Sabella nació en Buenos Aires el 5 de noviembre de 1954. Hizo todas las inferiores en River Plate y allí debutó a los 20 años. Su físico decía poco (mide 1,62 metros), y algunos lo tildaban de lento, de ahí su apodo Pachorra. Pero él hablaba con su zurda exquisita: hacía fácil lo difícil, se sacaba la marca un amague y siempre le daba la pelota a un compañero.


Su único karma fue ser contemporáneo de Norberto Alonso, uno de los grandes ídolos del Millo. Así, si bien ganó tres títulos con River (Metropolitanos de 1975 y 1977 y Nacional 1975), jamás pudo afirmarse como titular. Incluso, jugó la final de la Copa Libertadores de 1977, que perdió con... Cruzeiro. Pero cuando en 1978 apareció el Sheffield United, su primer club en Inglaterra, Pachorra se marchó


No le fue fácil imponer su juego en el fútbol inglés, y alternó buenas y malas con mucho sacrificio. Bilardo, que lo tenía en carpeta desde hacía tiempo, sabía que no estaba cómodo y lo fue a buscar. "El club no tenía dinero pero junté unos dólares y viajé. Convencí a los dirigentes del negocio y para volver, le tuve que pedir plata a Sabella", rememora el Narigón.


Un equipo de lujo


Bilardo ya era ídolo pincharrata por haber formado parte del plantel que, a fines de la década del '60, ganó tres Copas Libertadores y la Copa Intercontinental. El Narigón había regresado al Pincha soñando con recuperar la mística y devolverlo a los primeros planos. "Con ese discurso me convenció", recuerda Sabella.


Pachorra integró un medio campo inolvidable de Estudiantes junto a Marcelo Trobbiani, José Daniel Ponce y Miguel Ángel Russo. Y los éxitos llegaron: fue campeón del Metropolitano 1982 y del Nacional 1983. Lo único que le faltó fue la Libertadores. Estuvo cerca en 1983, pero terminó segundo en el triangular semifinal detrás del Grêmio de Brasil (luego campeón). El partido clave fue justamente ante los brasileños en La Plata: el León tuvo cuatro expulsados, entre ellos Sabella, y si bien remontó un 1-3, aquel empate hundiría sus posibilidades.


Paradójicamente, Pachorra se fue a Grêmio en 1985 pero volvió el Pincha dos años más tarde. Si bien luego pasó a Ferro Carril Oeste, donde se retiraría en 1988, nunca se iría completamente del club. Hasta siguió viviendo en La Plata...


La campera marrón


Tras el retiro, Sabella comenzó su carrera detrás de línea de cal como ayudante Daniel Passarella, a quien acompañó en River Plate (1990-94), en la selección Argentina (1994-98), en la de Uruguay (2000-01), en el Parma de Italia (2001), en el Monterrey de México (2002-04), en el Corinthians de Brasil (2005) y en su segunda etapa en River (2006-07).


En noviembre de 2007 empezó su carrera como solista y esperó su oportunidad. La misma le llegó en marzo de 2009, cuando Estudiantes, cuyos partidos iba a ver asiduamente, lo fue a buscar para reemplazar a Leonardo Astrada. El equipo había arrancado mal el torneo argentino y su futuro en la Libertadores peligraba. Por su falta de experiencia, muchos se preguntaban si daba la talla para el puesto...


El debut fue ante Deportivo Quito en La Plata, el 19 de marzo. Desde aquel 4-0, Estudiantes no perdió más por la Copa: sobre 10 partidos, ganó siete (tres como visitante) y empató tres, con 14 goles a favor y 2 en contra. Además, tomó al equipo anteúltimo en el Apertura y terminó sexto.


Hay una anécdota que lo personifica bien. El día del debut vistió una campera marrón con la que luego dirigió el resto de los partidos. "Bilardo me dijo que si salíamos campeones se la tenía que dar. Y se la di: uno tiene que ser agradecido y gracias a él conocí a Estudiantes", afirmó Sabella tras el 2-1. "Eso sí, me la tiene que devolver para el Mundial de Clubes", aclaró.


Su bandera es la humildad: "Todo es mérito de los jugadores. A ellos hay que hacerles un monumento, yo sólo los ayudé a llegar a la final y les dije ‘vayan, logren lo que yo no pude como jugador'". Recién cuando se le recordó que su nombre también entraría en los libros de historia aceptó su parte la gloria: "El Olimpo es la morada de los dioses, y es cierto: todos entramos en el Olimpo de Estudiantes".

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