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viernes, 31 de julio de 2009

Arte

El arte del penal

A juzgar por la alegría de algunos jugadores cuando el árbitro señala un penal, podríamos creer que transformarlo es una mera formalidad. Sin embargo, entre el círculo blanco marcado en el área y el eventual temblor de las redes, hay mucho más que unos segundos y once metros... FIFA.com examina el arte del penal, desde su preparación hasta su ejecución, pasando por los especialistas en esta suerte, los realizadores históricos o los lanzadores malditos.

Es cierto que la belleza del fútbol radica en su aspecto irracional e imprevisible, pero hay quien insiste en querer descifrar todos sus secretos. Los investigadores de la Universidad John Moores de Liverpool, por ejemplo, creen haber encontrado la fórmula del penal perfecto. Después de visionar cientos de tentativas, concluyeron que con un impulso de cinco o seis pasos, un golpeo a 105 km/h o más y un ángulo de 20 a 30 grados para que el balón traspase la línea exactamente a 50 cm del larguero y de uno de los postes, el tiro era imparable para el guardameta. Los estadísticos de Castrol, tras dos años de pesquisas, constataron que el 95,4% de los tirados hacia arriba daban en el blanco, mientras que sólo un 71,3% de los dirigidos hacia la parte baja del arco terminaban en el fondo de las mallas.

El presidente brasileño y el héroe checo
Todos estos análisis podrían conducir a pensar que, con un poco de entrenamiento, un penal es una simple formalidad. Pero la existencia de especialistas en esta disciplina y, en el otro extremo, de jugadores que esperan no tener que afrontarla nunca demuestra que requiere competencias particulares. Además de un golpeo potente y preciso, es necesaria una mentalidad de acero. "La condición física y la determinación son factores importantes en el momento de tirar", confirma el brasileño Dunga, a quien no le tembló la pierna en la final de la Copa Mundial de la FIFA 1994. "¡En Brasil, se dice que los penales son tan importantes que sólo debería estar autorizado a lanzarlos el presidente!".

Sin entrar en política, algunos futbolistas asumieron pese a todo grandes responsabilidades desde los once metros. El más célebre es sin duda el checo Antonín Panenka, quien no sólo no falló más que un único penal en toda su carrera -¡y fue en un amistoso!-, sino que además dejó una impronta indeleble en la historia del deporte rey. Al ver puerta mediante un lanzamiento bombeado tras un amago en el penal que dio la victoria a los suyos en la final de la Eurocopa 1976 frente a Alemania, el ex internacional checoslovaco asoció su nombre a esta técnica para la eternidad. "Me alegra haber dejado una huella", reconoce orgulloso su inventor. "Ese penal me hizo famoso. Por otra parte, creo que jugué muchos otros buenos partidos, pero ese gesto los ocultó...".

Los ingleses Alan Shearer o Gary Lineker también hicieron de los penales una de sus especialidades, aunque el más destacado de sus compatriotas sigue siendo Matthew Le Tissier. El ex jugador del Southampton transformó 49 de los 50 que lanzó a lo largo de su trayectoria, con una sola mácula, ante el portero del Nottingham Forest Mark Crossley, reputado por su habilidad en esta lid. Otro especialista, el italiano Roberto Baggio, exhibe el promedio de aciertos más elevado de la historia del Calcio, 76 de 91 intentos durante sus 22 años en activo.

Grandes jugadores, inmensa presión
Con todo, el ex del Juventus hubiera preferido fallarlos todos y hacer diana en una tarde de julio de 1994. Roby, quinto lanzador de la Squadra Azzurra en la final de la Copa Mundial de la FIFA celebrada en Estados Unidos, vio cómo su disparo se escapaba hacia arriba, y con él sus sueños de gloria mundialista. "Aunque Baggio solía enviar balones rasos, aquel día tiró muy alto, lo que demuestra lo estresantes que son estas pruebas", recuerda el auriverde Branco, quien estuvo entonces en el bando vencedor.

Como el genial transalpino, son muchos los grandes futbolistas que han fracasado ante el punto penal. En cuartos de final de México 1986, el francés Michel Platini, que no había desaprovechado ni un solo penal en su carrera, ejecutó un disparo digno de una transformación de rugby en la tanda que encumbraría finalmente a los Bleus frente al Brasil de Zico y Sócrates, dos de los mejores jugadores del planeta. Fue un día nefasto para los artistas, puesto que el Pelé blanco había errado otro penal durante el tiempo reglamentado, y el Doctor en la serie definitiva...

Del mismo modo, en 2003, David Beckham resbaló y envió el esférico a las gradas del estadio Şükrü Saraçoğlu en un partido de la fase previa de la Eurocopa 2004 disputado en Turquía. También en Estambul, unos meses más tarde, el ucraniano Andriy Shevchenko, en aquel momento poseedor del Balón de Oro, falló ante Jerzy Dudek, dejando que el Liverpool ganase la Liga de Campeones de la UEFA 2005...

Si añadimos al holandés Marco van Basten en la Eurocopa 1992, al español Raúl en el certamen continental de 2000, o al portugués Cristiano Ronaldo en la final de la Liga de Campeones 2008, comprenderemos por qué los aficionados suelen repetir que "siempre son los grandes quienes fallan". Por supuesto, se trata de una idea preconcebida, ya que estos astros no yerran más que los demás, ¡simplemente sus traspiés tienen mayor relevancia!

Defensas desafortunados
Aun así, insistiendo en querer encontrar una categoría de jugadores malditos, fijémonos en los laterales franceses... En la final de la Copa de Europa 1991, el experimentado Manuel Amoros, carrilero derecho del Olympique de Marsella, no consiguió marcar, sin que titubease ningún jugador del Estrella Roja de Belgrado. Siete años más tarde, en cuartos de final de Francia 1998, el lateral izquierdo de los Bleus Bixente Lizarazu envió la pelota directamente a Gianluca Pagliuca. Otro lanzador desdichado fue el ex del Lyon Eric Abidal en cuartos de final de la Liga de Campeones 2005, dando al PSV Eindhoven vía libre hacia las semifinales.

Evidentemente, no es una peculiaridad francesa, y los penales han dejado malos recuerdos a otros zagueros. En la final de la Copa América 2004, el argentino Gabriel Heinze -¡que había jugado antes en Francia!- malogró su oportunidad contra Brasil. En cuanto al camerunés Pierre Womé, tendrá presente mucho tiempo el último choque de la competición preliminar para la Copa Mundial de la FIFA 2006, ante Egipto. En el último minuto, Camerún dispuso de un castigo máximo a favor. Si los Leones Indomables lo transformaban, estarían en Alemania. El lateral izquierdo del Inter de Milán estrelló el cuero contra el poste, y su equipo acabó en el purgatorio. "Nadie quería tirarlo, porque sabían lo que podía pasar si fallaban", explica el protagonista. "Yo tuve la valentía de colocarme ahí. En Sydney, en 2000, lancé el último tiro de la final. Marqué y nos proclamamos campeones olímpicos...".

Tripletes dispares
Pero no todos los laterales derechos tropiezan en el momento decisivo. El alemán Andreas Brehme permitió a la Mannschaft convertirse en campeona del mundo frente a Argentina en 1990, al inscribir de penal el solitario tanto del encuentro. Por ironías del destino, en semifinales Alemania se había clasificado en los penales contra Inglaterra, sobre todo gracias al fallo de Stuart Pearce. ¿Y qué posición ocupaba éste? Lateral zurdo, cómo no...

Terminemos esta vuelta al globo con dos monumentos, Brasil y Argentina, cuyos delanteros figuran en un lugar prominente en la historia del penal. En la competición preliminar para Alemania 2006, el brasileño Ronaldo se bastó para doblegar a su acérrimo rival, la Albiceleste, transformando tres penales (3-1). El argentino Martín Palermo, por su parte, entró en los anales durante la Copa América 1999, ante Colombia, merced a tres penas máximas... ¡fallidas! "En el primer partido marqué dos goles, y se decía que yo iba a ser el máximo goleador. Tres días después fallé tres penales y me convertí en el peor de todos. Eso me enseñó que en el fútbol puedes estar en lo más alto un día y hundido unos días más tarde", filosofa el infortunado.

La maldición del Diez
El mismísimo Diego Armando Maradona puede contar lo difícil que es afrontar un remate desde el punto fatídico. El mítico capitán argentino entró en la historia de su país por varios récords positivos... y de los otros. En 1996, jugando para Boca Juniors, falló cinco penales consecutivos en distintos partidos.

Por increíble que parezca, Pelusa remató desviado ante Newell's Old Boys, estrelló el balón en el poste contra River Plate y padeció los buenos reflejos de César Labarre (Belgrano de Córdoba), Hernán Castellano (Rosario Central) e Ignacio González (Racing Club).

No obstante, otro penal fallado por el astro que será recordado por muchos años es el que le detuvo el yugoslavo Tomislav Ivkovic en la definición de los cuartos de final de Italia 1990. "Lo conocía porque atajaba para el Sporting Lisboa cuando yo estaba en Nápoles. En una definición de Copa UEFA me apostó 100 dólares que me atajaba el penal. 'Trato hecho', le dije. ¡Fui un estúpido! Me lo detuvo. En el 90' nos volvimos a encontrar y no ejecuté bien... ¡me lo volvió a atajar! Por suerte, (Sergio) Goycochea me dijo que me quedara tranquilo, que él atajaría dos. Y lo hizo, pudimos ganar. Recuerdo haber dicho que lo fallé a propósito para repetir la historia de la UEFA, pero no era verdad...", recordaría el argentino en su libro Yo soy el Diego.

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