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viernes, 25 de mayo de 2007

el Kaláshnikov

Japón-periodismo
La compleja ruta latinoamericana del Kaláshnikov

El periodista nipón Jinichi Matsumoto, premiado hoy por un reportaje sobre el Kaláshnikov, relató a Efe la compleja ruta que recorre el fusil más usado del mundo para llegar a Colombia, donde cuesta 1.200 dólares frente a 30 que vale en África.

El Kaláshnikov, masivamente utilizado en conflictos de países como Afganistán, Irak, Pakistán y Colombia, protagoniza una serie de reportajes publicados en el periódico Asahi Shimbun de Tokio entre 2003 y 2004, premiados hoy por el Club Nacional de Prensa de Japón.

En entrevista con Efe, el autor, de 64 años, aseguró que uno de los casos más complejos lo encontró en Colombia, un país que describe como 'lleno de montañas donde no llega ni la policía, ni tampoco una ambulancia'.

El Kaláshnikov que usan en Colombia los grupos armados está fabricado en Rusia, Bulgaria o Alemania del Este.

Y, a través de Perú, los Kaláshnikov fabricados en Corea del Norte llegan también a Colombia mientras que los manufacturados en China son suministrados por proveedores de Estados Unidos.

En Colombia, el autor visitó depósitos de armas confiscadas a la guerrilla en los que el 90 por ciento eran Kaláshnikov.

Después de hablar con ex guerrilleros colombianos incorporados a la vida civil, Matsumoto concluyó que mientras en Afganistán la etnia pashtún lucha 'con orgullo de nación', en Colombia la motivación de muchos de los miembros de los grupos armados 'es el hambre y la falta de trabajo'.

Debido al flujo de dinero del narcotráfico el mismo Kaláshnikov que se compra en Africa por 30 dólares, en Colombia cuesta 1.200 dólares, de los cuales la mitad se paga en cocaína que gana de precio al ser vendida en Miami o Nueva York.

El periodista escribió la serie de reportajes, compilados en 2006 en dos tomos publicados por la editorial del Asahi Shimbun, de orientación liberal, tras haber sido corresponsal en Africa en la década de los 80, cuando en todos los países encontraba un arma que destacaba por su forma peculiar.

El sólido fusil, que no necesita mantenimiento y podía ser usado después de una simple explicación, fomentaba la participación activa de menores de edad en los conflictos.

Con el apoyo del Asahi, Matsumoto empezó a preparar reportajes sobre los países usuarios del fusil y, con las fotografías como 'evidencia', viajó a Rusia a entrevistar a su inventor, Mijaíl Kaláshnikov.

El célebre armero le explicó que la creación del fusil, fabricado por primera vez en 1947 para el Ejército de la entonces Unión Soviética, respondía a las necesidades de tener un arma dura para soldados con pocos estudios.

Kaláshnikov, quien vive de una modesta pensión otorgada por el Estado, citó el conocido argumento de que 'no son las armas las que matan' y evadió cualquier responsabilidad por su tristemente célebre invento.

La primera serie de artículos de Matsumoto no incluía la ruta latinoamericana del Kaláshnikov, pero muchos lectores escribieron a pedirle que echara un vistazo a la situación de esa parte del mundo.

El periodista explicó en la entrevista que el Kaláshnikov es un arma 'poco precisa', especial para ataques de corta distancia, y cita la opinión de muchos expertos militares según los cuales 'si se falla el primer disparo, se fallan los demás'.

Matsumoto descarta que la modesta industria militar japonesa pueda llegar a reproducir los éxitos de sus firmas de electrónica con un arma de alta precisión y barata que reemplace el popular Kaláshnikov en el caso de que el actual gobierno logre su objetivo de cambiar la Constitución pacifista.

El fusil actual que fabrica la empresa Howa para el Ejército japonés cuesta unos 3.500 dólares, tiene una gran precisión pero es 'muy delicado', dice el veterano y varias veces galardonado periodista.

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