La austeridad pone su sello en los Juegos
Olímpicos de Rio de Janeiro
The wall
street journal -viernes, 15 de enero de 2016
La mayor parte de
lo que el mundo verá en sus televisores durante los Juegos Olímpicos de 2016 ya
ha sido construido. El principal Parque Olímpico está completo en un 95%, dicen
los organizadores, y se han realizado eventos de prueba en más de una decena de
deportes, como el tenis y ciclismo de montaña. En cuanto a los recintos donde
se realizarán las competencias, “casi todo está listo”, afirma Carlos Nuzman,
presidente del comité organizador de Rio.
Sin embargo, meses antes de la
ceremonia de apertura prevista para el 5 de agosto, quedan interrogantes serios
sobre la viabilidad de los Juegos. Muchos de ellos son tan característicos de
Brasil que es imposible predecir su desenlace.
La economía brasileña está
cayendo en una profunda recesión marcada por el desempleo, el alza de la
inflación y una contracción del Producto Interno Bruto. Las ventas de entradas
en el país son flojas y una extensión vital del metro hasta el Parque Olímpico
podría no completarse si no llegan cientos de millones de dólares en nuevos fondos
del gobierno, que se encuentra sumido en un enorme escándalo de corrupción y
procedimientos de juicio político contra la presidenta Dilma Rousseff. Para
colmo, una epidemia de graves enfermedades transmitidas por mosquitos se ha
propagado a lo largo del país, lo que ejerce una mayor presión sobre los
recursos del gobierno mientras se prepara para darles la bienvenida a cientos
de miles de visitantes.
“Nos sorprendió una tormenta
perfecta de crisis política combinada con una intensa crisis económica”,
reconoce Mario Andrada, vocero del comité olímpico de Rio 2016. “Usualmente, es
una o la otra, pero tenemos ambas y las dos son muy intensas”.
Una de las principales
preocupaciones de los organizadores es si los brasileños, que no muestran un
gran entusiasmo por algunas disciplinas olímpicas, comprarán suficientes
boletos para que se cumplan las metas financieras. Al 31 de diciembre, se
habían vendido menos de la mitad de los 4,5 millones de entradas reservadas
para el mercado local. El comité organizador depende de las ventas de boletos
para cubrir 17% del presupuesto. El vocero del comité, Philip Wilkinson, dice
que el grupo está conforme con las ventas, “puesto que los brasileños tienden a
comprar sus boletos... más cerca de los eventos”.
Los presupuestos olímpicos a
menudo exceden las previsiones, pero los Juegos de Rio han estado plagados por
sobrecostos en un momento en que el país no está en condiciones de
financiarlos. El costo total de infraestructura para los Juegos, financiado por
los gobiernos federal, estatal y municipal, se disparó a más de 24.000 millones
de reales (US$5.900 millones) el año pasado, 25% más de lo previsto. El presupuesto
del comité organizador local, financiado de forma privada a través de las
entradas y patrocinios, también se ha inflado a 7.400 millones de reales
(US$1.800 millones), frente a 4.200 millones de reales cuando Rio obtuvo la
sede en 2009.
La crisis económica ha obligado a
los organizadores a tomar medidas drásticas para reducir costos. El comité
anunció en octubre que recortará 30% de los gastos rubros como la gastronomía
de alta calidad para los VIP y el número de voluntarios capacitados para
asistir a los visitantes. En vez de estructuras más duraderas, en algunos
lugares se usarán carpas temporales. Las ceremonias de apertura y clausura no
serán tan elaboradas como las de Londres y Beijing. Aunque los organizadores
cancelaron su plan de hacer que los deportistas paguen por su propio aire
acondicionado, estos no tendrán acceso a televisores en sus habitaciones.
Algo que habrá que esperar hasta
último minuto es el plan de transporte de Rio. Para combatir la infame
congestión de la ciudad, los organizadores están extendiendo una línea de metro
en 16 kilómetros para trasladar a cerca de 300.000 personas al día al Parque
Olímpico. El secretario de Transporte del estado de Rio de Janeiro, Carlos
Osorio, informó el mes pasado que el estado necesitará 1.000 millones de reales
más (US$247 millones) en fondos federales para completar las obras. El
gobernador Luiz Fernando Pezão criticó las declaraciones de Osorio y dijo que
estaba seguro que el gobierno federal concederá el dinero. El Ministerio de
Hacienda indicó en un comunicado que estudia la solicitud de fondos
adicionales. En cualquier caso, hay poco margen de error: los planes contemplan
la inauguración de la extensión para el 1 de julio, apenas un mes antes del
inicio de los Juegos. Sobre la pregunta de si autobuses adicionales serán
contratados si la línea de metro no está lista, Andrada, el vocero, señala que
no hay “un plan B”.
Debido a los recientes atentados
terroristas en París, los organizadores están bajo una creciente presión para
completar los preparativos de seguridad. Los funcionarios dicen que habrá
85.000 soldados y policías asignados al evento, el mayor despliegue en la
historia de Brasil y cerca del doble de los empleados en Londres en 2012. No
obstante, varios contratos relacionados con la seguridad, como máquinas de
rayos X y detectores de metales en los accesos a las instalaciones, no han sido
adjudicados.
Los acuerdos con los vendedores
también están demorados. Las autoridades locales no han finalizado un contrato
para proveer electricidad de respaldo para los sitios que albergarán los
eventos olímpicos en una ciudad donde los apagones ocurren a menudo. Andrada
señala que el acuerdo “está listo para ser firmado” y será completado para
fines de mayo. “Ese era nuestro proyecto más crucial, pero ahora que la junta
lo ha aprobado ya no es tan crucial”, asevera. “Es simplemente una carrera contra
el tiempo, que obviamente ganaremos”.
Brasil también lucha contra
graves enfermedades transmitidas por mosquitos. Hasta principios de diciembre,
se habían reportado 1,58 millones de casos de fiebre del dengue en 2015. Los
casos de chikunguña también están en aumento, pero lo más preocupante es la
rápida propagación de un virus relativamente nuevo, Zika. Las autoridades
estiman que podría haber infectado hasta 1,5 millones de personas en los
últimos meses y ha sido vinculado con casi 3.200 casos de daño cerebral en
bebés, según funcionarios de salud. Si bien el virus de Zika ha golpeado más
fuerte a la región pobre del noreste, se está propagando rápidamente en el
estado de Rio de Janeiro.
Durante un discurso de 2009 al
Comité Olímpico Internacional para promocionar la candidatura de Rio de
Janeiro, el entonces presidente del banco central, Henrique Meirelles, se jactó
del robusto crecimiento de Brasil, su baja tasa de desempleo y los gigantescos
hallazgos de petróleo frente a la costa de Rio, que serían una especie de
seguro ante cualquier imprevisto. Brasil ya había obtenido la sede de la Copa
del Mundo de fútbol 2014 y los Juegos Olímpicos estaban destinados a ser la
joya de la corona de un Brasil emergente. “Como país, sabemos que podemos
cumplir”, enfatizó Meirelles. Cuando Rio obtuvo la sede de los Juegos, miles de
brasileños se reunieron en la playa de Copacabana para celebrar bailando.
El ánimo del público se ha
deteriorado desde entonces conforme los costos se han disparado, empresas de
construcción que recibieron contratos para los Juegos se han visto implicadas
en escándalos y las promesas no se han cumplido. Varios grupos activistas han
organizado pequeñas protestas contra el evento, y analistas prevén
manifestaciones más grandes cuando se acerque la apertura.
Una de las mayores promesas
realizadas en apoyo a los Juegos fue que se limpiaría la Bahía de Guanabara,
donde tendrán lugar las competencias de vela. Al igual que la mayoría de las
aguas de Rio, está contaminada con basura y excrementos humanos. Los planes de
tratamiento de aguas residuales nunca se materializaron. En su lugar, el
gobierno ha implementado medidas de parche como pequeños “ecobotes” que
recorren la bahía y recogen grandes desechos.
El alcalde de Rio, Eduardo Paes,
prometió el año pasado comprar más de un millón de los 7,5 millones de boletos
disponibles y regalárselos a los escolares. Aún no lo ha hecho.
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