Cuando las palabras se empiezan a
olvidar
FORBES- 27 de enero de 2016
Se vive tan normal la forma de
comunicarnos que difícilmente pensamos que palabras de uso común podrían pasar
al olvido, pero el lenguaje da todo tipo de “machincuepas” desde “el año de la
canica”.
Hace unos días le pregunté a un
joven si alguna vez ha pensado que es altamente probable que la forma en que
hoy se comunica, y algunas palabras y expresiones de uso común, pasen al olvido
o sean sustancialmente modificadas dentro algunas décadas. “Chatear”, “memes”,
“WhatsApp”, “mándame un mail”, “googlear” y otros términos actuales
posiblemente serán sustituidos por otros.
Es tan normal la forma de
comunicación de esta época que difícilmente se podría pensar que podría
cambiar. Seguramente lo mismo pensaron nuestros padres o nuestros abuelos
respecto a sus palabras, expresiones y manera de comunicarse con los menores de
su época. Vocablos que ellos empleaban para comunicarse, hoy son poco utilizados
o definitivamente han pasado al olvido y han sido reemplazados por los que
impone la época.
Mis padres pronunciaban palabras
que hoy pueden resultar inclusive divertidas. Algunas son:
Chipi chipi (Ya empezó el chipi
chipi).- Con ella, mi madre se refería a una ligera llovizna precedente a un
aguacero o a una tormenta. Hay quien dice que el término proviene del náhuatl
“xixipini” (lloviznar), derivada de “xipini” (gotear), y otros opinan que es la
onomatopeya del ruido que hace el agua al caer y golpear sobre el piso.
Pringar (Ya está pringando).- Muy
similar a la anterior, mi madre la empleaba para significar que empezaba a
“chispear” (llover muy poco, cayendo sólo algunas gotas pequeñas, según la Real
Academia Española, RAE). Aunque pringar, según la RAE, es “empapar con pringue”
(grasa que suelta el tocino sometido a la acción del fuego) el pan u otro
alimento. En México significa salpicar un líquido o rociar con agua la ropa
para plancharla. De ahí su relación con la lluvia ligera.
Machincuepa (Andas dando
machincuepas).- De acuerdo con el diccionario de la RAE, significa voltereta,
pirueta o maroma. Con el tiempo, la palabra se empezó a aplicar a políticos
caracterizados por andar haciendo maromas de un puesto público o de un partido
político a otro. De esta palabra existe una leyenda sobre la Calle de la
Machincuepa, en la Ciudad de México.
Saltimbanqui (Andas de
saltimbanqui).- Un saltimbanqui es una persona que realiza saltos y ejercicios
acrobáticos, generalmente en espectáculos al aire libre. Como casi todos los
niños, me gustaba brincar sobre la cama o de un sillón a otro. Era entonces que
mi madre me decía que andaba de saltimbanqui. La palabra es de origen italiano
(saltimbanchi), y con ella se designaba a atracciones callejeras como eran los
cómicos, juglares y titiriteros que mostraban sus acrobacias en las plazas de
ciudades europeas.
Chincual (Andas de chincualudo).-
De acuerdo con la Academia Mexicana de la Lengua, la voz chincual tiene, entre
sus distintos significados, el de “entusiasmo o excitación por realizar una
actividad”. Cuando me ponía necio (cosa rara) en hacer algo, era cuando mi
madre expresaba que andaba con el chincual, por ejemplo, al ir al cine. Hoy
varios políticos que andan con el chincual de ser candidatos a un puesto de
elección.
Chirrión (¡Ah, chirrión!).- Un
chirrión es un látigo hecho de cuero, con mango de madera, pero en México la
expresión denotaba una exclamación de sorpresa o de protesta ante algo
inesperado. Todavía es usual escuchar la frase “Me salió el chirrión por el palito”,
queriendo significar que lo que uno intentaba hacer salió mal y
autoperjudicial.
Papanatas (Ese hombre es un
papanatas).- Con esta palabra, la RAE describe a una persona simple y crédula o
demasiado cándida y fácil de engañar. Era una palabra que solía expresar mi
padre cuando, por ejemplo, veía a un cómico demasiado simplón. Hoy todavía hay
muchos de ellos.
Zoquete (Ese hombre es un
zoquete).- El adjetivo define a una persona que es lenta para entender las
cosas. Era esta otra palabra que mi padre solía emplear cuando se desesperaba
si alguien no entendía una instrucción a la primera.
Desconchinflar (Se desconchinfló
la bicicleta).- El significado de esta palabra es descomponer, deteriorar o el
que una cosa pasó a peor estado. La mala noticia era cuando me decían que mi
bici (bicicleta) o el televisor se había desconchinflado.
Chiflón (Ponte un suéter que te
va a dar un chiflón).- El chiflón es un viento o corriente de aire inesperada
que se manifiesta con un chiflido (o silbido). También decía mi madre que salir
a la calle inmediatamente después de comer podía provocar que un chiflón me
enchuecara la boca.
Desguanzado (Me siento
desguanzada).- Así decía mi madre cuando estaba cansada y ya no tenía ganas de
hacer nada al final del día.
Muina (¡Me da una muina lo que
hizo!).- Se trata de una rabieta, un enfado, un enojo. Fisiológicamente, se
trata de un estado emocional de disgusto que repercute en la salud de quien lo
experimenta, y puede ser la causa de muy diversos padecimientos, especialmente del
hígado o la vesícula.
A esas palabras habría que
agregar dichos, refranes y frases que suenan curiosas y que, muchas veces,
requieren de una explicación para ser comprendidas, y de las que muchas veces
se desconoce su origen.
Me refiero a palabras como:
achichincle, achicopalarse, argüende, borlote, chilpayate, pipirín, o frases
como: “Se armó la gorda”, “Fumas como chacuaco”, “Año de la canica” y muchas
más que han caído en desuso.
Por eso pienso que en unas
décadas las expresiones, palabras y modismos del lenguaje de hoy irán perdiendo
significado y serán sustituidas por quién sabe qué otras. ¡Cosas de las épocas!
Mario Maraboto-Lic. en
periodismo, consultor en comunicación, investigador en la Universidad de
Carolina del Norte y autor de “Periodismo y Negocios. Cómo relacionar empresas
con periodistas”.
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