El pesimismo se apodera de la
economía china
The wall street journal- viernes, 8 de enero de
2016
La paliza que están
recibiendo el yuan y las acciones chinas es un síntoma del pesimismo que
empieza a extenderse acerca de muchos aspectos de la segunda economía del
mundo.
Las empresas que operan en el corazón
industrial del sur y el oriente del país, desde fabricantes de electrónicos a
talleres textiles y fábricas de muebles, no dejan de hablar de una disminución
de los pedidos y atrasos en los pagos. Mientras tanto, motores tradicionales de
la industria pesada, como el acero, el cemento y el vidrio, sufren las
consecuencias de un exceso de capacidad acumulado durante los años de bonanza.
“Todos creen que será un año muy
complicado”, reconoce Willy Lin, director gerente de Milo’s Knitwear Ltd., una
empresa de Taiwán que exporta faldas, trajes y otros tipos de ropa a Europa y
Estados Unidos desde su fábrica en Dongguan, una ciudad en la provincia de
Guangdong, en el sur de China. “Ninguna cifra apunta a un panorama optimista.
Será bastante turbulento”, predice.
Esta sombría evaluación se ha
trasladado a la bolsa y a la cotización del yuan. Economistas y empresarios
opinan que los desafíos que afronta el país y las dudas sobre si el gobierno
está implementando las políticas adecuadas para abordarlos justifican el clima
de pesimismo.
La caída de las bolsas se acentuó
el jueves luego de que el banco central orquestó una brusca devaluación del
yuan frente al dólar. El descenso de la moneda china ha ayudado a los
exportadores, pero ha generado interrogantes en los mercados acerca de la salud
de economía. La Bolsa de Shanghai suspendió las operaciones a media hora de
comenzar luego de que el índice de acciones líderes cayó 7%, el nivel que
desata una suspensión inmediata. A finales de la tarde, la agencia reguladora
eliminó la norma, días después de haberla implementado, al señalar que
exacerbaba las pérdidas.
La economía china, de US$10
billones, ha logrado hasta el momento atenuar la desaceleración y todavía
exhibe aspectos positivos. El consumo, por ejemplo, se mantiene firme y el
sector de servicios ha absorbido parte de los trabajadores despedidos por las
compañías de manufacturas. La producción industrial muestra signos de
estabilización, aunque a un nivel bajo, debido a un aumento de la inversión en
infraestructura.
En su discurso de Año Nuevo, el
presidente Xi Jinping dijo que la economía sigue creciendo a una de las tasas
más aceleradas del mundo y que las reformas ya están en marcha.
Pero inversionistas y empresas
están perdiendo confianza en la capacidad del gobierno para resolver problemas
complejos en un momento en que la demanda se frena y el crecimiento pierde
fuerza. La intervención estatal, que durante años pareció acelerar el
crecimiento, está provocando ahora preocupación de que las nuevas políticas, a
menudo mal comunicadas, generen turbulencias en los mercados de acciones y de
divisas.
“La gente que hace negocios a
largo plazo ha sabido desde hace un par de años que el crecimiento es mucho más
bajo de lo que dice el gobierno”, dice Andrew Polk, economista de The
Conference Board, quien cree que la cifra real es más cercana a 4%. “Ahora, los
mercados mundiales se están percatando de esta debilidad económica que comenzó
a mediados del año pasado. No me caben muchas dudas de que se producirá más volatilidad
económica y financiera en China”.
Los problemas más recientes
tienen lugar tras la reunión anual de política económica del gobierno
(realizada el mes pasado) en la cual se establecen las políticas de corto
plazo. El gobierno prometió reducir el costo de hacer negocios en China para
estimular la inversión y reducir el exceso de fábricas, la cantidad de
edificios de departamentos vacíos y los altos niveles de endeudamiento. Un alto
funcionario señaló que el objetivo de las medidas es apuntalar la oferta y que
el gobierno prevé una recuperación más prolongada en forma de L, en lugar de
una más vigorosa en forma de V.
Algunas empresas ya están
sucumbiendo. En Shenzhen, un centro manufacturero de tecnología en el sur del
país, una serie de fabricantes pequeños han cerrado sus puertas en los últimos
meses, víctimas de la desaceleración económica y la consolidación de la industria.
Las manifestaciones laborales se han duplicado.
Una reciente damnificada es
Shenzhen G. Credit Electronics Co., que en Navidad anunció el cese de
operaciones y el despido de sus 4.000 empleados, según la prensa local. La
empresa, que no pudo ser contactada para comentar al respecto, era proveedora
de Huawei Technologies Co. y Motorola Inc., según su página web.
Los economistas advierten que el
temprano y duramente ganado impulso podría desvanecerse en el primer trimestre,
cuando las plantas cesen operaciones para celebrar el Año Nuevo Lunar en
febrero y los gobiernos locales aguarden la publicación de las metas
económicas, habitualmente publicadas en marzo. El gasto minorista también
podría decaer este año si aumenta el desempleo.
“El principal problema no es un
alza de los costos. El problema es que hay poca demanda”, manifiesta Li Chao,
un fabricante de camisas y pantalones del centro textil de Jiangyin, cerca de
Shanghai. “La mayoría de las firmas que conozco tienen el mismo problema”.
Li no planea reducir su fuerza
laboral de 20 empleados, pero tampoco contempla una expansión. Los clientes,
señala, demoran más en saldar sus cuentas. “El pago es un tema cada vez más
complicado”, confiesa. “Somos una pequeña empresa. Esto no tiene buena cara”.
La mayoría de los economistas
indica que el gobierno parece renuente a adoptar las dolorosas medidas
necesarias para cambiar el motor de la economía de las industrias tradicionales
al consumo interno y las pequeñas empresas y evitar quedar atrapado en un período
de crecimiento bajo y estancamiento de los ingresos.
Un motivo que frena el avance de
las reformas es la preocupación de que el cierre de empresas no rentables le
restará dinamismo a la economía, elevará el desempleo e intensificará los
disturbios sociales, dicen economistas. China ha indicado que planea fijar una
meta de crecimiento económico promedio quinquenal de 6,5%. La mayoría de los
economistas calcula que esto exigirá que el gobierno deje las reformas en un
segundo plano y se enfoque en el gasto.
Tal perspectiva es la que llena
de pesimismo a las empresas y los inversionistas. “Cualesquiera sean las
intenciones del gobierno, las fuerzas del mercado están teniendo un impacto
cada vez mayor e indeleble”, afirma Polk. “Y tales fuerzas ejercen más presión
sobre la necesidad de reformar la economía. En estos momentos, pareciera haber
una gran tensión entre los maestros y el mercado”.
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