La deuda de empresas de países emergentes
amenaza el crecimiento global
The wall street journal - viernes, 22 de enero
de 2016
Detrás de las turbulencias que
han caracterizado a los mercados este mes hay una inquietud más profunda sobre
la posibilidad de que las crecientes deudas acumuladas en las economías
emergentes, en especial de Asia y América Latina, amenacen el crecimiento de la
economía global.
En los mercados emergentes crecen
las dudas sobre la capacidad de las compañías más endeudadas para capear las
futuras turbulencias. Las agencias crediticias aceleran las rebajas de las
calificaciones de la deuda empresarial de países emergentes y los costos de
endeudamiento están en alza. Los inversionistas se retiran de los activos de
mayor riesgo que antes parecían atractivos. Se estima que cerca de US$500.000
millones salieron de las economías en desarrollo el año pasado, según el
Instituto de Finanzas Internacionales, una entidad que agrupa a la banca.
Después de ser el motor de la
economía global durante años, los países emergentes están atrapados entre la
desaceleración de sus economías y un menor acceso al crédito, lo que pone en
riesgo la salud de sus endeudados sectores privados, que aprovecharon al máximo
la era de las tasas de interés bajas.
Las repercusiones de las
cesaciones de pagos se pueden propagar a toda velocidad. Los bancos
internacionales han prestado US$3,6 billones a las compañías de los países en
desarrollo mientras que los inversionistas extranjeros tienen en sus portafolios
cerca de 25% en promedio de deuda local de los mercados emergentes.
La calificadora de riesgo
Standard & Poor’s Ratings Services indicó que las cesaciones de pagos de
empresas en las economías emergentes alcanzaron en 2015 su mayor nivel desde
2004. Las rebajas de calificaciones en las cinco mayores economías en
desarrollo, excluyendo China, se sextuplicaron en los últimos dos años, a 154.
Las compañías se endeudaron en
los últimos años al apostar por un fortalecimiento del consumo, un alza de los
precios de las materias primas y una aceleración del crecimiento. Se
equivocaron. Las economías en desarrollo crecieron en promedio por debajo de 4%
en 2015, casi tres puntos porcentuales menos que la proyección que había hecho
el Fondo Monetario Internacional en 2011, y los precios de los commodities se
han derrumbado.
Las empresas de los países
emergentes “se han apalancado para una tasa de crecimiento que podría ser el
doble de lo que ha ocurrido en la realidad”, dice David Hensley, director de
investigación económica global de J.P. Morgan Chase & Co. en Nueva York.
China, que representa un tercio
del Producto Interno Bruto combinado de los mercados emergentes y más de la
mitad de su deuda, es el epicentro del temor que sacude a los mercados. Un
enfriamiento más abrupto de lo previsto en China ha estremecido a países de
todos los continentes. El gobierno anunció el martes que la economía se
expandió 6,9% el año pasado, su menor ritmo en 25 años.
Las grietas ya comenzaron a
aparecer en sectores industriales afectados por el exceso de capacidad y el
alto endeudamiento. La siderúrgica estatal Sinosteel Corp. extendió el mes
pasado por tercera vez el plazo para hacer un pago de deuda. Varias empresas
privadas tampoco pagaron bonos que vencían a fin de 2015 aduciendo el
complicado entorno operacional y la escasez de dinero.
Los problemas de deuda no se
limitan a China. Los acreedores están cobrando más por prestarles a empresas,
lo que podría perjudicar a las compañías que buscan refinanciar su deuda. La
tasa de interés de bonos de compañías no financieras de mercados emergentes
subió en los últimos seis meses de cerca de 5,5% a casi 7,2%, según un índice
elaborado por Bank of America Merrill Lynch.
Mientras tanto, crisis políticas
también han puesto de punta los nervios de los inversionistas en países que no
han logrado grandes avances en sus reformas estructurales, como Brasil, cuya
economía entró en su segundo año de recesión. Casi 20% de sus exportaciones se
dirigen a China.
América Latina, cuyas economías
dependen de las exportaciones de materias primas, ha acusado el impacto del
enfriamiento chino. A fines del año pasado, el gigante minero Glencore despidió
en Chile a miles de trabajadores conforme cierra minas en todo el mundo para
reducir sus niveles de deuda. La cesación de pagos del concesionario
Automotores Gildemeister la semana pasada demuestra las amplias consecuencias
del desplome de los precios de los commodities y la menor demanda china. La
devaluación del peso chileno en los últimos meses encareció las importaciones
justo cuando caían las ventas, lo que dejó a la empresa sin condiciones de
pagar su deuda.
El desplome del petróleo ha
causado preocupación de que Venezuela se vea obligada a incumplir pagos sobre
sus US$120.000 millones en deuda externa, algo que profundizaría su crisis.
Muchas empresas latinoamericanas
siguen siendo estatales o cuentan con el aval del Estado, lo que exacerba sus
aprietos financieros. La deuda emitida por compañías total o parcialmente en
poder del Estado ha aumentado 229% desde 2009 y podría contener grandes pasivos
que no figuran en los balances, advirtió J.P. Morgan. El endeudamiento de la
estatal Petróleos de Venezuela, por ejemplo, ha ayudado a inflar el déficit
fiscal de Venezuela a 25% este año, frente a 15% en 2014.
La empresa de telecomunicaciones
de Indonesia PT Trikomsel Oke Tbk. casi duplicó su deuda entre 2012 y 2015 como
parte de su campaña para inaugurar cientos de locales en todo el país. Sus
ingresos, no obstante, colapsaron después de que el crecimiento de la mayor
economía del sudeste asiático cayó a su menor nivel en seis años y el poder de
compra de los consumidores se vio mermado por el debilitamiento de la moneda.
La empresa anunció en octubre que no estaba en condiciones de pagar cerca de
US$150 millones en bonos en dólares singapurenses y entró en default sobre una
deuda de US$460 millones.
Los problemas de Trikomsel se
propagaron. El conglomerado japonés SoftBank Group Corp. realizó una rebaja
contable del valor de su participación de 19,9% en la empresa y asumió una
pérdida de 39.500 millones de yenes (US$336,6 millones).
Entre 2010 y 2014, las empresas
de Indonesia aumentaron su endeudamiento en 41%. La deuda corporativa de los
mercados emergentes creció 30 puntos porcentuales desde 2008, a 88% del PIB. La
deuda de las compañías chinas llega a 130% del PIB. En Estados Unidos, en
cambio, la cifra es de 70%.
El FMI acaba de reducir en 0,2
puntos porcentuales su previsión de crecimiento global para este año a 3,4%. El
organismo advirtió que las dificultades por las que atraviesa la economía china
y el contagio a los países emergentes podrían obstaculizar el crecimiento
global. “Los países emergentes y en desarrollo afrontan ahora una nueva
realidad”, advirtió Christine Lagarde, directora gerente del FMI ante un grupo
de banqueros este mes. “Una nueva ronda de aversión global al riesgo podría
conducir a nuevas caídas en los precios de las materias primas (…) y la
depreciación de los tipos de cambio”.
De todos modos, muchos países
están mejor vacunados contra un posible contagio que durante crisis anteriores
en América Latina y Asia. Muchos han aumentado sus reservas en moneda
extranjera, lo que les otorga municiones para contener las corridas del mercado
y apuntalar el sistema financiero. Brasil, por ejemplo, incrementó sus reservas
de 5% del PIB en 2000 a 20% del PIB en la actualidad. Las reservas de US$3,3
billones de China le han ayudado a eludir una devaluación violenta del yuan.
Muchas economías emergentes
también disponen de un tipo de cambio más flexible, lo que amortigua las caídas
al abaratar las exportaciones. En ocasiones anteriores, las tasas de cambio
fijas generaron episodios de pánico en los mercados.
Debido en parte a estas razones,
Sonja Gibbs, directora sénior de mercados de capitales del Instituto de
Finanzas Internacionales, estima que las probabilidades de una recesión global
son bajas. “Los vientos en contra de China y los mercados emergentes tendrían
que ser muy fuertes”, acota.
Gibbs, sin embargo, no descarta
que una ola de cesaciones de pagos en China repercuta en la economía global. La
depreciación del yuan refleja las dudas en torno a la capacidad del gobierno
para manejar la economía, observa. “Este es el mayor imponderable: ¿lograrán
administrar este proceso de manera suficientemente efectiva para impedir la
propagación de sus efectos?”, señala.
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