Cómo adaptarse a un jefe
'millennial'
Cinco Días - enero
de 2016
La generación millennial, la que
engloba a aquellas personas nacidas entre 1980 y el año 2000, supondrá en el
año 2020 la mitad del personal laboral del planeta. Y como han reflejado
diversas encuestas y estudios, sus prioridades y formas de encarar el trabajo
son diferentes a las de generaciones anteriores. Deloitte, en su informe El
trabajo ideal de un millennial, refleja cómo estos priorizan, por ejemplo, el
sentido ético y social de las organizaciones sobre la simple consecución de
beneficios. Además, se les suele presentar como una generación ambiciosa y
convencida de sus capacidades. Una encuesta de la Universidad de Harvard expone
que los millennials de Europa y Norteamérica quieren ser jefes no por la
retribución, sino por la oportunidad de influir en las decisiones de una
organización.Se saben, en definitiva, la generación más preparada.
Profesionales, sobre todo los que
ya superan la treintena, que empiezan a llegar a los puestos de mando de las
organizaciones. El encuentro con subordinados de mayor edad, con un recorrido
en la empresa más largo, puede suponer un proceso complicado si no se encara de
una forma frontal. El director de Deusto Business School en Madrid, Iñaki
Ortega, cree que las empresas están ante un cambio disruptivo:“Está pasando
todos los días en las compañías españolas, y está generando conflictos. Son los
nuevos, tienen culturas de trabajo dinámicas y hasta hablan en un idioma
diferente. Fichar insurgentes nunca fue fácil”.
Renovar la cultura empresarial
Iñaki Ortega, director de Deusto
Business School de Madrid, cree que las empresas no han sabido adaptar sus
estructuras a la llegada de nuevos profesionales con habilidades inéditas hasta
ahora:“Basar la jerarquía según la edad es un modelo anticuado. Se está
avanzando hacia un esquema basado en el mérito y la capacidad, algo que, creo,
es bueno. Las habilidades son nuevas y por eso surgen nuevos líderes y nuevos
perfiles”.
Para Elena Méndez, de IE Business
School, en la cultura empresarial española todavía existen importantes barreras
de comunicación, “muchos prejuicios y una tendencia a encajar a la gente en
determinados modelos”. Defiende una mayor predisposición a un diálogo abierto,
aunque en las compañías del país, en general, “todavía se es demasiado
pasional”.
Para Elena Méndez, profesora del
área de recursos humanos de IE Business School, la convivencia entre generaciones
ya es una realidad que se debe gestionar:“El gran reto es tener buenas
conversaciones. El jefe millennial tiene que entender qué le puede preocupar a
sus empleados. Si son mayores, estos pueden pensar que no se les reconoce, o
que se les ha colocado un joven que les tapa su trayectoria. A este se le habrá
designado para cambiar cosas, por eso es imprescindible conectar, indagar. Para
ellos es muy importante sentirse escuchados”, afirma.
Un entendimiento y una
comunicación que deben ser mutuas. Y es que los empleados de mayor edad también
tienen la tarea de ponerse en la piel de su nuevo, y joven, superior. “Deben
entender las prioridades y la agenda de su jefe, su lenguaje, su manera de
lanzar los mensajes. Labrar una relación, dentro del contexto laboral, y sobre
todo, no prejuzgar. Si está en ese puesto es porque tiene una buena formación,
y está pegado a la actualidad y a las nuevas tendencias digitales. Que la
relación funcione depende más del subordinado que del superior”, opina Guido
Stein, profesor de dirección de personas del IESE. En esta línea, Elena Méndez
cree que la plantilla tiene que “abrir la mente”, y, tanto esta como el
superior, “reconocerse mutuamente sus méritos y experiencias”.
Cómo ejercer la autoridad
Stein recomienda, en el caso de
tener un nuevo jefe mucho más joven, “no acudir siempre con problemas. Es un
ejercicio de comprensión, porque lo que para ti puede ser un problema, puede no
serlo para él”. Y además, “no insistirle en cómo funcionaban las cosas antes de
su llegada. Es algo que nunca gusta”. En la forma de ejercer el cargo por parte
del millennial, Stein apuesta por “asegurarse de que la autoridad queda bien
asentada. No cometer errores de bulto al principio, porque la lupa en su caso
será mayor; no preguntar de más, y no olvidar que es un jefe, y por tanto,
tiene una responsabilidad y una autoridad”.
Elena Méndez, de IE Business
School, se inclina más por una relación de constante colaboración. “Cuando
preguntas a un subordinado, y por tanto, le reconoces, no es algo que vaya
contra su autoridad. Al contrario: es un signo de fortaleza. No puedes llegar
como alguien que lo sabe todo”. Además, prosigue Méndez, “la generación joven
es más social, gracias a internet y las redes sociales. Esa habilidad se puede
aprovechar para impulsar el trabajo en equipo”.
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