Censura en internet, con el aval de gigantes
tecnológicos
FORBES- 27 de enero de 2016
Además de diversos gobiernos, los
gigantes de la tecnología censuran contenido en sus grandes plataformas de
redes sociales, dispositivos móviles, aplicaciones y páginas web.
Me refiero a Apple, Google,
Microsoft, Facebook y WhatsApp, entre otras compañías cuyos productos de
software y hardware se han infiltrado en la cotidianeidad de nuestras vidas y
controlan parte de ellas.
En su más reciente libro,
¿Cyberevolución en la política?, Germán Espino, profesor de la Facultad de
Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma de Querétaro, señala
que hay dos corrientes actuales sobre los estudios de internet:
La primera vertiente es de
intelectuales optimistas que consideran que todas las transformaciones que
provienen de las nuevas tecnologías serán positivas.
La segunda es más crítica de las
exageraciones de los ciberevangelistas, y problematiza las transformaciones del
mundo debido a este impulso tecnológico.
A la segunda vertiente pertenece
la escritora y defensora de los derechos de internet, Rebecca MacKinnon, autora
del libro Consent of the Networked (aún no traducido al español), que expone la
lucha por las libertades en internet y menciona como ejemplo uno de los
primeros anuncios del lanzamiento de Apple, de la computadora Macintosh en
1984, inspirado en la novela de George Orwell, El Gran Hermano, en que una
joven destruye una pantalla ante una audiencia hipnotizada, en señal de
rescate.
Esa idea de liberación no
coincide con lo que sucedió en 2009 cuando Apple bloqueó las aplicaciones del
iPhone sobre el Dalai Lama en la tienda virtual china junto con otras de corte
político, tras una petición del gobierno de ese país, de acuerdo con lo
publicado por la revista PC World.
No pretendo negar la contribución
a los cambios en los hábitos de consumo de música digital y la tremenda
creatividad de Steve Jobs y su equipo, pero las quejas contra la censura de Apple
no han cesado.
El editor de Tecnología y
Sociedad de The Huffington Post, Alexander Howard, publicó en septiembre de
2015 que la política de la empresa para rechazar aplicaciones es
exasperantemente inconsistente. Pone como ejemplo una app que fue rechazada por
mostrar los radares de velocidad de la policía en Estados Unidos, por ser una
actividad ilegal en diversas zonas, pero ese mismo servicio está disponible en
muchas otras apps.
El argumento principal de
MacKinnon es que se suponía que estas empresas anunciaban que internet nos iba
a liberar y que nos facilitaría la vida, pero sólo sucedió en cierto sentido.
En el mundo en los últimos años
se han establecido nuevas leyes que limitan la publicación y difusión de
contenido en internet, y en muchos lugares, los usuarios de redes sociales
pueden terminar en la cárcel o se puede bloquear un sitio porque lo que
contiene no es del agrado del gobierno en turno.
De acuerdo con el informe de
Reporteros Sin Fronteras, Los Enemigos de Internet 2014, algunos de los países
que más censuran son China, Corea del Norte, Rusia, Turquía, Irán,
Turkmenistán, Siria, Vietnam, Bahréin, Sudán, Somalia, Gambia, Venezuela,
Bangladesh, Isla de Granada y Arabia.
En México, la censura tiene que
ver principalmente con la propaganda oficial. Además, el gobierno de Enrique
Peña Nieto ha intentado aprobar regulaciones más severas a internet, con el
argumento de la seguridad nacional, como se intentó en la reforma de
telecomunicaciones.
Y aunque lograron poco gracias a
la oposición de diversos grupos de la sociedad, quedaron dos artículos sobre
neutralidad de la red que dejan algunas dudas, de acuerdo con el texto
publicado en 2014 de Carlos Brito, director de Incidencia de R3D: Red en
Defensa de los Derechos Digitales, para el sitio Digitalrightslac.net.
“En una lectura integral, ofrece
un marco apropiado para un internet abierto y libre… asunto que, sin embargo,
todavía queda en manos del Instituto Federal de Telecomunicaciones concretar. Y
en este último punto, la cosa no pinta bien”, señala.
La preocupación de Brito es
porque el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) y el Instituto Nacional
de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales
(INAI) son los reguladores en la materia. Y lo grave es que, a inicios de 2014,
el INAI aprobó una resolución que instauraba en México una versión del “derecho
al olvido”, que podría terminar por censurar portales de medios de
comunicación.
“Cuando los mexicanos luchan por
liberarse de un esquema de concentración en la televisión y la radio, pronto se
podrían encontrar uno nuevo, más grande y complejo en internet”, dice el texto
de Carlos Brito.
Uno de los hechos más conocidos
fue cuando a inicios de 2013, el gobierno federal fue acusado de haber
censurado por varios meses el sitio 1dmx.org, en colaboración con la Embajada
de Estados Unidos en México, para presionar al proveedor de dominios GoDaddy.
Aun así, es importante reconocer
que, desde hace algunos años, estos gigantes tecnológicos generan informes de transparencia
sobre peticiones de eliminación de información, que, aunque raquíticos, esos
documentos son lo poco que podemos saber de esa faceta de relación con
gobiernos, además de las revelaciones de los cables internacionales de
Wikileaks y los documentos de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus
siglas en inglés) que filtró Edward Snowden.
En una charla en Ted, la autora
MacKinnon menciona que estas normas de censura son bastante arbitrarias y más
estrechas que las normas constitucionales de libertad de expresión de cada
país, principalmente en las democracias establecidas, o responden y ceden y
negocian la censura con regímenes autoritarios.
Antes, la soberanía de nuestras
libertades físicas estaba regulada y controlada casi en su totalidad por los
Estados-nación, pero ahora tenemos un nuevo estrato de soberanía privada en el
ciberespacio, que, como si fuera ley supranacional, decide lo que podemos y no
hacer. Y con ello desafían a cada país, cada Estado, cada ciudadano.
No se niega que Facebook y
Twitter han sido muy útiles para la protesta en movimientos principalmente en
Medio Oriente y América Latina, pero la autora aclara que es más fácil usar
internet para derrocar un gobierno que para “construir una democracia estable”.
Sin dejar de mencionar los
acuerdos secretos y esas relaciones simbólicas de estas empresas con la NSA
para que seamos vigilados masivamente, ahora no sólo nos espían, sino que
logran censurar lo que publican opositores políticos.
En ocasiones, la relación se ha
dado porque, al parecer, estas empresas son atacadas por hackers y ciberespías,
como Google o Microsoft, que no sólo aceptan su vulnerabilidad sino que
comparten con el gobierno de Estados Unidos sus investigaciones para que los
ayuden.
De acuerdo con Salon.com, los
acuerdos secretos desde 2009 incluyen compañías que comparten información con
la NSA, como manufactureras de computadoras, servidores y ruteadores, programas
populares en internet (incluido Microsoft), proveedores de internet y correo
electrónico, empresas de telecomunicaciones, empresas creadoras de satélites,
empresas de antivirus y programadores de algoritmos de encriptación.
En la revista Wired, en 2010 un
texto de Chris Anderson despertó amplia polémica: a dos décadas de su
nacimiento, la World Wide Web está en deterioro, donde las apps (aplicaciones)
y los dispositivos móviles proporcionan servicios impecables, pero al parecer
se trata “menos de buscar y más acerca de obtener”, y es víctima del “curso
inevitable del capitalismo”.
“Uno de los cambios más
importantes en el mundo digital ha sido el moverse de una web abierta y ancha a
plataformas semicerradas que usan internet como vía de comunicación, pero no
como un navegador”, publicó Wired.
Menciono en este texto algunos
ejemplos de este tipo, de los programas que más utilizamos.
Facebook
Apenas en marzo de 2015, Facebook
actualizó sus normas de censura e incluye información sobre el número de
contenido restringido solicitado por gobiernos, es decir, páginas, fotos y
textos. El aumento significó más del doble (111%) del segundo semestre de 2014,
con 9,707 restricciones, al primer semestre de 2015, con 20,568.
India, Turquía, Francia, Israel y
Alemania son los países que más eliminaron contenido durante el primer semestre
de 2015. México reporta cero restricciones.
La página de Facebook también
muestra solicitudes de datos gubernamentales que aumentaron en todo el mundo
18%, de 35,051 a 41,214, del último semestre de 2014 al primer semestre de
2015. Los países que más solicitudes realizaron son Estados Unidos, India,
Reino Unido y Francia.
Estas peticiones son sobre los
más de 1,000 millones de usuarios de su red social, es decir, de nosotros,
nuestros hábitos, nuestros comentarios por chat y nuestros datos personales, y
probablemente los de Kate del Castillo y Sean Penn, entre otros.
México ocupa el lugar 15 en el
mundo de esa lista, y responden a solicitudes de gobierno y causas penales. En
el último semestre de 2014 se realizaron 260 peticiones y en el primer semestre
de 2015 fueron 313, un aumento de 20%, es decir, 2 puntos porcentuales más que
el promedio general de todos los países.
En cuanto a la censura no
política (que en algunos casos podría estar disfrazada) se entiende el interés
de la empresa de evitar propagar la pornografía comercial en sus redes, aunque
resulta extraño que la difusión de cierto contenido sea legal en muchos países.
También restringen la promoción
del terrorismo, incitaciones al odio, acoso o derechos de autor, entre otras.
Con esas políticas, la meta de la empresa –de acuerdo con su dueño, Mark
Zuckerberg– es “dar al máximo número de personas la posibilidad de expresarse
lo máximo que pueda”, informó La Vanguardia.
A pesar de las claras consignas,
Facebook aplica su política de forma confusa. Por ejemplo, en el caso de las
publicaciones de videos sobre decapitaciones, primero las prohibió y después
rectificó, permitiendo su difusión, de acuerdo con la BBC. A inicios de 2016
fue muy criticado que la red social censuró hasta la estatua de La Sirenita
desnuda en Australia –un homenaje al cuento infantil–, por tener “demasiada
piel desnuda o connotaciones sexuales”. Aunque después dio marcha atrás y
aceptó su publicación.
Otra de las críticas a Facebook
es que ha bloqueado la página de Telegram, la aplicación de menajes móviles con
altos niveles de privacidad (que incluye chat encriptado), que es competencia
directa de WhatsApp, comprada por Facebook. Desde finales de 2015 han generado
una seria de acusaciones entre las empresas, pero la página
https://www.facebook.com/tlgrm no está visible.
Google
Otro caso importante es el de
Google en China, donde, en conjunto con el gobierno, han desarrollado un
sofisticado programa que es conocido como la “Gran Muralla Electrónica”, que
controla casi todo el contenido, y cuentan con un grupo de trabajo que vigila a
los opositores y un grupo de empresas tecnológicas que son premiadas por
“cooperar”. Google es de los pocos gigantes que han podido ser utilizados; no
así Facebook, Twitter y otros.
En cuanto a sus páginas que
eliminan por peticiones gubernamentales, normalmente Google recibe solicitudes
de tribunales y organismos gubernamentales de todo el mundo para que retiren
información de sus productos.
En cuanto a México, en el primer
semestre de 2014, Google recibió 10 peticiones y en el segundo semestre recibió
15, de las cuales ninguna fue aceptada por la empresa. Un incremento de 50% en
las peticiones en seis meses y el más alto desde 2010. De ese total, 14 fueron
solicitadas por el Poder Ejecutivo, la policía y otros, y sólo uno por orden
judicial.
Google explica que las
solicitudes gubernamentales a menudo intentan evitar la publicación de
contenido político y críticas al gobierno.
Los productos que más se pidieron
fueran bajados fueron YouTube, búsquedas y correo electrónico, y los motivos
fueron, en orden de importancia, por privacidad y seguridad, difamación,
derechos de autor, acoso u hostigamiento.
A nivel mundial, de 2009 a la
fecha el número de solicitudes de retiro de contenido de Google se ha casi
triplicado de 1,062 en 2009 a 3,523 en 2014. Las principales causas son por
difamación, y de las solicitudes hechas sólo han eliminado información en un
35%. Otras quejas son por uso de drogas, privacidad y seguridad.
Nuevas mediaciones
Este impacto y poder de las
empresas tecnológicas requiere nuevas aproximaciones teóricas sobre las
mediaciones en la rama de la comunicación. Uno de los primeros referentes es el
famoso libro del filósofo y semiólogo Jesús Martín Barbero, De los medios a las
mediaciones, publicado en 1987, en que se comienza a observar el poder de la audiencia
y su papel estratégico en la configuración de su propio mundo.
Barbero, un referente de los
estudios culturales y de medios, abrió la puerta para investigar los procesos
de construcción de lo masivo, más allá “del chantaje culturalista que los convierte
inevitablemente en procesos de degradación cultural”. Por ello buscó
investigarlos desde las mediaciones y los sujetos, es decir, desde la
articulación entre las prácticas de comunicación y movimientos sociales.
Su propuesta teórica fue
explorada recientemente desde la perspectiva digital por Carlos Scolari, con la
idea de la hipermediación, además de las contribuciones de Henry Jenkins y la
narrativa transmedia. Ahora se investiga internet y las redes sociales, por las
formas colaborativas, que renuevan y expanden esas prácticas populares de
consumo mediático.
Estamos hablando de una nueva
mediación, no sólo de los gobiernos que regulan las telecomunicaciones y las
concesiones de TV y radio, sino que ahora internet, por sus características, se
está volviendo el gran medio entre las masas y los gobiernos, pero la mayoría
de sus proveedores de servicios son privados, no públicos.
MacKinnon señala en la
introducción de su libro que es tiempo de dejar de debatir si internet es una
herramienta efectiva para la expresión política, y movernos a una pregunta más
urgente: ¿cómo la tecnología digital se puede estructurar, gobernar, y ser
utilizada para maximizar el bien que puede hacer en el mundo, y no lo malo?
Más que las empresas, es pasar
del usuario al ciudadano para ubicarlo en el centro de internet, es defender el
interés público sobre el de cualquier empresa o gobierno, porque los derechos
ciudadanos y las libertades individuales deberían estar por encima de cualquiera
que ofrezca el servicio.
Alejandro Cárdenas -periodista y profesor del Departamento de Comunicación de la
Universidad Iberoamericana Ciudad de México.
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