Los periodistas que descubrieron
a los curas pederastas de Boston
El Confidencial - domingo, 24 de
enero de 2016
Ben Bradlee Jr., Michael
Rezendes, Sacha Pfeiffer y Walter Robinson. Seguramente nadie conozca sus
nombres. Total, no son actores ni deportistas ni políticos. Son, simplemente,
cuatro periodistas. Los miembros de un grupo del 'Boston Globe' que amaban su
profesión y creían que su trabajo servía para algo. Exactamente para mostrar
los rincones más oscuros de la sociedad. Un equipo de investigación que enseñó
que las grandes historias necesitan tiempo, pasión y gente que las apoye. Y, a
pesar de que nadie se acuerde ellos, gracias a su trabajo se destapó uno de los
casos más escabrosos de pederastia en la Iglesia Católica.
Hasta 87 curas de Boston fueron
acusados de abusar de niños gracias a su artículo. Un caso que se remontaba a
décadas antes y que había sido silenciado por abogados y la propia Iglesia,
pero también por una sociedad en la que el peso de la religión era muy
importante. Tanto que algo así se escondía debajo de la alfombra. Hasta que la
mierda acumulada salpicó a todos.
Su labor se ve reconocida ahora
con el estreno el próximo viernes de 'Spotlight', la película de Tom McCarthy
que ha sido nominada a seis Oscar y que tiene muchas papeletas para ser la gran
vencedora de la próxima ceremonia de los premios. Siguiendo la senda de otros
grandes filmes sobre periodistas como 'Todos los hombres del presidente',
McCarthy sigue el minucioso proceso de investigación del 'Boston Globe', que
vio como una pequeña columna de opinión fue creciendo hasta convertirse en un
caso que dio la vuelta al mundo y que puso en el foco de la opinión pública los
abusos de curas a niños menores. Abusos que eran escondidos y considerados como
'manzanas podridas' dentro de una institución.
Lo que Bradlee, Rezendes,
Pfeiffer y Robinson demostraron es que lo que estaba podrido era todo el árbol.
La propia Iglesia. Su trabajo, que fue premiado con el Pulitzer, provocó la
renuncia del cardenal Bernard Francis Law por demostrarse que era consciente de
todo el entramado. En aquel momento su diócesis tenía más de 450 demandas por
casos de ataques sexuales. La persona que lo había nombrado, Juan Pablo II, le
designó a pesar de todo ello como arcipreste de la Basílica de Santa María la
Mayor en Roma. Con ese dato, desesperanzador, termina 'Spotlight'. Justo
después nos muestra una lista interminable de países y comunidades donde se ha
tenido constancia
de abusos en el seno de la
Iglesia. Entre ellas uno puede leer 'Granada, España'.
El caso de Boston reveló una red
corrupta en la que al ser los sacerdotes descubiertos y denunciados, la Iglesia
se reunía con la familia junto a un abogado mediador. Prometían ser severos,
les prometían una compensación económica y les convencían de que era mejor no
hablar para no dañar a la institución. Sus víctimas solían cumplir un perfil:
niños en familias estructuradas, débiles, en busca de una figura paterna que
les hiciera sentirse queridos. Los propios abogados que participaron en estas
mediaciones llegaron a llevarse comisiones y a no realizar informes sobre lo
ocurrido.
La gente lo sabía y miraba hacia
otro lado. Una culpa colectiva que la película subraya en dos momentos
lapidarios. En el primero Rezendes compara lo ocurrido con los alemanes que no
hicieron nada cuando los nazis se llevaban a sus vecinos judíos. El segundo
viene acompañado de una frase lapidaria que resuena en la cabeza del espectador
cuando abandona la sala: “Criar a un niño requiere un esfuerzo colectivo,
abusar de él también”.
Tras la publicación del reportaje principal en
enero de 2002, los teléfonos del periódico empezaron a arder con gente que
quería denunciar más abusos, por lo que se llegaron a publicar más de 600
historias en las que daban voz a las víctimas.
A la espera de los Oscar, la
película de Tom McCarthy ya ha arrasado entre los premios que otorgan los
críticos de los diferentes estados norteamericanos. Quedá por ver si los
académicos, mucho más conservadores, quieren reconocer a un filme que vuelve a
poner en el candelero los abusos de la Iglesia y el silencio en torno a ellos.
El propio director habló al respecto en la presentación dela película en
Venecia, donde expresó su confianza en el nuevo Papa para que actúe.
En la misma línea se expresió
Mark Ruffalo, que dio voz a todas las víctimas: “todos esperamos que el Papa y
el Vaticano usen esta sobria y sensata película para empezar a curar estas
heridas. No sólo por las víctimas y sus vidas que quedaron destruidas, sino
también por toda la gente que perdió una forma de ordenar su caótico mundo”.
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