¿Por qué atemoriza al mercado el hundimiento del petróleo?
Expansión.com - jueves, 21 de enero de 2016
El descalabro del crudo se ha convertido en una pesadilla
para los inversores. Lejos quedan los llamamientos al júbilo por el
abaratamiento de la factura energética, que, a priori, debía estimular el
crecimiento mundial y, por ende, los mercados. Pero, lejos de generar
optimismo, el desplome del petróleo provoca cada vez mayor inquietud. Aunque
los beneficios de una energía barata son evidentes, esta realidad -como
cualquier realidad económica- presenta una cara menos afable, que, en opinión
de José Luis Martínez, de Citi, pesan más que los factores positivos.
1) Y es que, sin ir más lejos, el ahorro esperado por los
países importadores de petróleo representa, al mismo tiempo, una elevada merma
en los ingresos de los productores de crudo. Los presupuestos de países como
Arabia Saudí, Rusia, Irak, Noruega, Venezuela, Canadá o México se ven
seriamente dañados. "La capacidad de compra de estas economías se ve muy
penalizada, con efectos negativos para las compañías de los países desarrollados
que tradicionalmente les han vendido productos y servicios", apunta Juan
José Fernández-Figares, de Link Securities.
A priori, un mal menor, pero sus implicaciones van más allá.
Sin ir más lejos, como comenta Pablo García, de Carax-Alphavalue, países como
Arabia Saudí tienen importantes posiciones en deuda que, probablemente, no van
a renovar. La posibilidad de que algunos de los principales fondos soberanos,
afectados por la situación del crudo, deshagan posiciones es otra de las
cuestiones que aquejan a los mercados. "El colapso de los precios del
petróleo ha elevado la preocupación de que muchos fondos soberanos se verán
obligados a liquidar sus grandes tenencias de activos financieros, poniendo más
presión sobre los precios de mercado", señalaba recientemente Capital
Economics.
Además, algunos analistas empiezan a alertar de los riesgos
geopolíticos que un petróleo a estos niveles conlleva en regiones especialmente
convulsas como Oriente Medio o en la misma Rusia.
2) Lógicamente, el descalabro del petróleo tiene un efecto
nada desdeñable sobre las compañías del sector energético. Éstas, han pagado la
situación con una pérdida conjunta de valor en las bolsas mundiales próxima a
los 3 billones de dólares en apenas 18 meses. Teniendo en cuenta el peso de este
sector en las bolsas -en el Stoxx 600 representaban por entonces el 7,5%-, es
lógico que su declive haya tenido un impacto notorio en el conjunto del
mercado. Estas caídas en Bolsa tienden a generar un efecto psicológico negativo
entre los inversores, que lo interpretan como una pérdida de riqueza.
Pero más importante que esto resulta el previsible frenazo
en la industria. Existe consenso entre los expertos en que a los precios
actuales buena parte de la industria energética resulta insostenible. Esto tiene
notables implicaciones en economías como la de EEUU, que ha tenido en toda la
inversión relativa al shale oil uno de sus grandes apoyos. Un impulso que en el
entorno actual comienza a apagarse a nivel global. Según la consultora Wood
Mackenzie, desde 2014, proyectos energético por valor de 380.000 millones de
dólares han quedado aparcados. Esta parece una de las claves de la
desaceleración a nivel mundial del sector industrial, una de las grandes
amenazas para la recuperación económica.
En una dimensión financiera, la enorme deuda acumulada por
estas compañías es otro foco de inquietud. Se calcula que hasta un 27% de la
deuda high yield emitida en EEUU en los últimos años está vinculada a compañías
petroleras. El mal tono de este mercado en los últimos meses evidencia los
miedos de los inversores. Y algunos expertos advierten de que esos problemas
podrían acabar colapsando el mercado high yield. "El principal riesgo y
driver del mercado, a día de hoy y en el futuro inmediato, es que la previsible
secuencia de impagos de empresas energéticas, y el impago de los llamados Oil
& Gas leverage loans, se extienda más allá del propio sector", afirma
Alex Fusté, de Andbank. En su opinión esto podría colapsar las opciones de
financiación de muchas empresas en EEUU, lo que generaría un efecto dominó.
Y los bancos también podrían verse afectados. Esta semana,
Bank of America reconocía tener más de 21.000 millones de dólares en créditos
expuestos al sector energético. Y JPMorgan también ha mostrado inquietud por
esta misma razón.
3) Por si fuera poco, a esto habría que añadirle el impacto
negativo de este escenario sobre la inflación. Aunque las valoraciones que
toman como referencia los bancos centrales suelen excluir los precios del
crudo, por su volatilidad, resulta indiscutible que, el descalabro actual del
sector, traslada presiones bajistas sobre otro tipo de activos, como los
metales industriales que son utilizados de forma abundante en las
infraestructuras energéticas. No en vano, las expectativas de inflación a nivel
mundial han caído en picado en las últimas semanas, de la mano del petróleo.
Esto supone un nuevo hándicap en los planes de los bancos
centrales, cuya lucha por generar inflación no es un capricho, ya que ésta
resulta básica para que se ejecute el necesario desapalancamiento de la
economía.
4) Porque, además, las favorables expectativas de un
incremento del consumo en las economías importadoras no se han visto cumplidas
del modo esperado. "Esto hace de esta crisis del petróleo una excepcional,
diferente al resto", apunta Rodrigo Villamizar, profesor del IEB. Los
expertos creen que la debilidad de la demanda a nivel mundial resta atractivo
al abaratamiento de la energía.
Esta serie de amenazas explica el nerviosismo de los
inversores ante las caídas del crudo. Para la mayoría de expertos los riesgos
de que esto desemboque en una nueva recesión son muy limitados. "Viendo
las actualizaciones macro del Banco Mundial y del FMI, parece exagerado. El
riesgo de una desaceleración mayor está ahí, aunque los últimos datos apuntan
más bien a un frenazo suave", comenta Pablo García.
Tampoco parecen racionales los descensos del petróleo.
"Hay mucho momentum y poca racionalidad. Mucho miedo, especialmente en los
niveles actuales", apunta José Luis Martínez. Firmas como Natixis, BNP
Paribas y Lloyds prevén que el crudo cierre 2016 por encima de los 40 dólares.
Pero, como observa Rodrigo Villamiza, existe tal exceso de oferta (con escasas
expectativas de recorte) y una demanda tan poco pujante, que, "vamos a
tener que esperar mucho hasta que la demanda pueda absorber el exceso del
petróleo, por lo que el repunte hasta niveles que se consideran más razonables,
entre 50 y 70 dólares puede dilatarse aún bastante tiempo", concluye.
Una suma de riesgos e incógnitas en torno al crudo que
oscurece las perspectivas de los mercados.
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