Partidos amañados y apuestas deportivas: cómo
funciona la corrupción
AFP - viernes, 22 de enero de
2016
Escándalos en el fútbol, el
cricket y ahora nuevas sospechas en el tenis: la manipulación de partidos y las
apuestas deportivas provocan repetidas polémicas en el deporte, que se expone a
perder toda credibilidad por la extensión cada vez mayor de un sistema de
corrupción que parece sin fronteras.
Los expertos estiman la cifra de
negocios mundial de las apuestas deportivas (ilegales en casi un 85%) en un
billón de euros, más del doble que la droga (400.000 millones según la agencia
especializada de la Organización de las Naciones Unidas).
Con la generalización del uso de
internet desde los años noventa, el negocio de las apuestas 'online' y su
consecuencia indeseable, la manipulación de partidos para aumentar las
ganancias, se convirtieron pronto en un objetivo jugoso para organizaciones
criminales ya activas en otros campos como las drogas, los juegos de dinero
clásicos o la prostitución.
Mafias con fondos
En el inicio de la cadena se
encuentra siempre una organización criminal con fondos. Los casos relacionados
con el fútbol, como el 'Calcioscommesse' en Italia o el escándalo de Bochum en
Alemania, señalaron a la banda Dan Tan Seet Eng, con base en Singapur, uno de
los epicentros del mercado.
Las mafias chinas empezaron a
actuar allí "ya que hablan bien inglés, la lengua del fútbol, y los
singapurenses son menos controlados en las fronteras", explica Chris
Eaton, exresponsable de seguridad de la FIFA y director de la integridad del
deporte del International Center For Sport Security (ICSS), una organización no
gubernamental con base en Catar.
Pero las mafias necesitan relevos
en los países donde se disputan los campeonatos más lucrativos. Consultado por
la AFP, el informe del fiscal de Cremona, encargado del caso del
'Calcioscommesse', informó de que Dan Tan llegó a acuerdos con un grupo de los
Balcanes, el 'Clan de los Gitanos', aliado del 'Clan de los Húngaros'. La
alianza se hizo en Milán durante un partido de la Liga de Campeones entre el
Inter y el Barcelona, en abril de 2010.
Conocedores del fútbol europeo,
gitanos y húngaros se convirtieron en las correas de transmisión de los
financiadores asiáticos. Esos últimos enviaban a sus emisarios, los 'runners',
para negociar y trasladar fondos utilizados para corromper a los jugadores y
remunerar a los intermediarios. Los corruptores eran a menudo gentes de dentro
del juego: futbolistas retirados o en un mal momento, entrenadores, médicos...
En el caso del tenis, la
influencia de las mafias de multiactividad sería menor que en el fútbol o el
cricket, por lo que se conoce por ahora.
Chantaje en el tenis
Durante mucho tiempo, acercarse a
los jugadores a corromper se hacía 'a la antigua', cuenta un experto en el
tema, Christian Kalb. "En el bar del hotel", por ejemplo, relata.
Pero desde hace tiempo, los testimonios dan cuenta de aproximaciones más
sofisticadas, a través de las redes sociales.
"Te proponen primero un
pequeño gesto: recibir una tarjeta amarilla, perder un juego preciso... Pero
una vez que han metido el dedo en eso, te conviertes en esclavo del corruptor
que te ha grabado", explica Christian Kalb, presidente de la empresa
Ethisport.
"Los corrompidos son
deportistas frágiles", relata, personas dispuestas a aceptar, incluso para
obtener compensaciones menores, como viajar en una clase superior en un vuelo
de larga distancia, como ocurrió con algunos tenistas de segunda fila.
En el caso del tenis, las sumas
avanzadas por la prensa británica hablan de un mínimo de 50.000 dólares
prometidos a un jugador por amañar un partido. En el caso del
'Calcioscommesse', las tarifas eran relativamente estables: de 40.000 a 80.000
euros por comprar un partido de 3ª división, de 250.000 a 400.000 para un
partido de la Serie A, según la fiscalía de Cremona.
En total, una vez añadidos los
salarios de los intermediarios, los sobornos y demás, un partido de fútbol
cuesta entre 2 y 5 millones de euros al encargado de amañarlo, pero los
beneficios pueden llegar a 15 o 20 millones.
Una ganancia colosal en relación
a un 'dealer' de droga y por un riesgo mínimo: la prueba de la culpabilidad es
difícil de establecer, sobre todo por ausencia de legislación en varios lugares
y la falta de cooperación entre algunas fuerzas de policía.
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