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viernes, 30 de noviembre de 2007

Premio

Premio Cervantes a Juan Gelman

El galardonado poeta argentino Juan Gelman, un activo defensor de los derechos humanos durante el período de los regímenes militares, fue designado ganador del premio Cervantes 2007.
El ministro de Cultura de España, César Antonio Molina, hizo el anuncio este jueves en nombre del jurado, presidido por el director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha.
El máximo galardón a las letras hispanoamericanas será entregado por el rey Juan Carlos de Borbón el próximo 23 de abril, a un hombre que ya tiene en su haber el premio Nacional de literatura argentino, el de Literatura latinoamericana y caribeña Juan Rulfo, el Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, y el Reina Sofía de Poesía Latinoamericana.
Considerado una de las figuras clave de la literatura de las décadas de 1960 y 1970, la obra de Gelman está impregnada de su militancia política y el desgarro que provocó la tortura y la muerte en su familia.
Nacido en 1930 en Buenos Aires, vivió durante años en el exilio, y reside actualmente en México.
De la vida al papel
El escritor argentino, de 77 años, dijo estar "emocionado" por la distinción, según el diario El País de Madrid, y aseguró que vive "para escribir poesía".
Según indicó al periódico español, continúa escribiendo porque a su edad esto "más que una vocación, es un vicio".
Suyas son antologías como "Dibaxu", "Salarios del impío", "Incompletamente", y "Valer la pena".
El sistema nervioso de su obra es el amor, la memoria y el dolor; el "misticismo basado en la realidad" que destacó García de la Concha se nutre entre otras cosas de la experiencia de haber sido perseguido por la Triple A argentina.
El hijo de Gelman, Marcelo, fue secuestrado y asesinado por el gobierno militar (1976-1983). Su nuera embarazada, la esposa de Marcelo, Claudia García, desapareció tras dar a luz en Uruguay.
La hija de ambos, nieta del escritor, apareció luego de 23 años de búsqueda intensa. Fue criada por la familia de un policía uruguayo.
América Latina "sabe de la muerte temprana e injusta causada por el terrorismo de Estado", dijo Gelman al recibir el Reina Sofía en 2005. "Sin embargo, la poesía sigue viva; es un tirar contra la muerte", agregó.
Desde "Violín y otras cuestiones", en 1956, el prolífico escritor -que ha trabajado toda su vida como periodista- no ha parado hasta la publicación de y "País que fue, será" en 2004.

Entrevista de "Despierta Buenos Aires” al poeta Juan Gelman
"La poesía rompe los muros del lenguaje"

(Por Nahuel Sosa y Laura Caniggia (*), ANC - UTPBA.- La Agencia Nacional de Comunicación (ANC) reproduce el reportaje que la revista "Despierta Buenos Aires" le hiciera al poeta y periodista Juan Gelman, en julio de 2006. Sus dicchos y el hecho de que jóvenes periodistas bucearan en sus ideas y pensamientos, adquieren un valor significativo ante la premiación del gran escritor argentino.

“Fútbol, café, billar, milonga; la adolescencia era eso. Y la militancia en el colegio. Claro que despuntaba ya la poesía, que tenía más que ver con los amigos y con la creación del grupo El pan duro. Después, claro, se produjo la muerte del Che Guevara y decidí entrar a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Creía en una revolución en el país. No sé si posible, pero indudablemente necesaria. Una revolución que por 1973 me parecía al alcance de la mano. Más tarde, cuando rompí con la organización, estaba condenado por la Triple A y por los Montoneros ¡Qué cosa rara! Yo era una especie de happy tour para la condena a muerte. Viví la vuelta a la democracia desde París. Estaba preparando la valija cuando un amigo me llamó para decirme que no volviera, porque el juez Pons tenía abierto un proceso en mi contra. Y me seguí quedando. Proceso, captura recomendada, prisión preventiva si llegaba al país. Tuvieron que pasar más de cuatro años para que pudiera volver”, así se resume Gelman y mantiene –desde México- un acharla cibernética con Despierta Buenos Aires.

- Se crió en Villa Crespo, entre los picados de vereda, el club y la escuela. ¿Cuánto influyó este contexto de pertenencia en su formación y producción poética?

Seguramente influyó, no sabría decir cuánto. La infancia es patria de otras patrias –la lengua, la familia- y marca decisivamente la subjetividad de todas las personas, sean poetas o no. Esa marca va construyendo una visión del mundo que pasa a la escritura.

- ¿Cree que la actual rutina de televisión, encierro y video juegos que tienen los chicos limita su creatividad?

Creo que sí. Esas actividades poco espacio dejan a la imaginación, le imponen límites muy estrechos.

- En el imaginario colectivo, cuando se piensa en un poeta, se construye la imagen de una persona que está ajena a la realidad cotidiana. ¿Su militancia política y su actividad periodística son las causas del realismo que distingue a su poesía?

Permítanme decirles que ninguna escritura es “realista”. Yo diría que el origen del “realismo” que ustedes encuentran en mi obra es una concepción de la poesía. Un poeta puede militar y ser periodista sin que eso entrañe necesariamente una escritura “realista”. El gran poeta francés René Char participó en la resistencia contra los nazis en la Francia ocupada y sus poemas no son “realistas”. La expresión poética es el resultado de las preguntas que la imaginación le hace a la vivencia, y la imaginación de cada quien pregunta a su manera.

- En la década del 70 eran claros los “muros del lenguaje”. ¿Cree que, de distinta forma, hoy persisten esos muros?

Los muros del lenguaje vienen del fondo de la historia, llevó milenios acuñar los distintos idiomas del planeta. Una lengua siempre está en constante transformación y crecimiento, ocupando cada vez más el terreno de lo que no tiene nombre todavía.

- ¿Cómo cree se enfrentan?

Eso es justamente lo que hace la poesía, enfrentarlos.

Reeditaron su primer libro (Violín y otras cuestiones), en el Teatro San Martín estrenaron la obra “El Cuartito” de Diego Starosa que está basada en alguno de sus textos, lo homenajearon en la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA), en el Club Atlético Atlanta, en el Teatro Alvear. ¿Hay una revalorización de su obra? ¿Cree que está llegando a los más jóvenes?

Es curioso el itinerario de la valoración que la sociedad hace de una obra. Durante siglos nadie gozó de los poetas anónimos provenzales hasta que Ezra Pound los rescató del olvido. Una antología de ese gran poeta fue y es Francisco Paco Urondo sólo pudo publicarse en la Argentina más de 20 años después de su asesinato.

Los homenajes que mencionan ustedes fueron por los 50 años de la publicación de mi primer libro y otros tantos de mi inicio en el periodismo. Y nunca se sabe a quiénes llegan los poemas de alguien. Son botellas arrojadas al mar.

- En su última visita a la Argentina lo nombraron embajador cultural de la Ciudad de Buenos Aires y en su discurso se preguntó: “El que no come: ¿qué cultura puede hacer?” ¿Cómo se hace para promover la cultura en un país en el que la mitad de sus ciudadanos están por debajo de la línea de la pobreza?

Se empieza por sacar a los ciudadanos de debajo de esa línea. Mientras tanto, se hace lo que se puede.

- ¿Cree que los actuales líderes latinoamericanos representan un verdadero cambio para la región o sólo es una modificación en el discurso del poder?

Creo que, con advertibles diferencias, esos líderes están promoviendo un cambio, noexactamente revolucionario, pero positivo. En nuestro país son notorias las medidas del gobierno destinada a terminar con esa impunidad que prolonga de manera perversa los crímenes de la más reciente dictadura militar.

- La temática de su última publicación, “País que fue será”, se centra en la idea de que “el paraíso quedó adelante” ¿Es una visión marxista que presupone que la evolución de la sociedad indefectiblemente nos va a llevar al socialismo, es una afirmación lógica porque cree que hay un “movimiento de cambio” en Latinoamérica o es sólo una visión romántica?
Una vida con ética y compromiso
Juan Gelman: poeta y periodista
por Hèctor Corti

Juan Gelman, con casi 76 años priorizando la ética y el compromiso militante con la vida y la humanidad, es uno de los mejores ejemplos de lo que alguna vez dijo: “Creo que es imposible que el ser humano deje de ser utópico, que deje de sentir la necesidad de pelear contra la injusticia y de defender la dignidad”.

Desde su nacimiento, un 30 de mayo de 1930 en el barrio porteño de Villa Crespo -cuando decidió acompañar a su madre porque “corresponde a un caballero estar con una mujer querida en una zona difícil como el parto”- hasta estos días, con su residencia permanente en la ciudad de México, pasaron por la vida de Gelman muchas hojas de muchos almanaques conteniendo poesías, artículos periodísticos, militancia, exilio, búsqueda, encuentros.

La cultura y el arte, así como las cuestiones sociales, fueron parte de la cotidianeidad en aquel hogar de inmigrantes ucranianos formados por José Gelman, un socialrevolucionario que sufrió la persecución y el destierro, y Paulina Burichson, una estudiante de medicina de origen judío, hija de un rabino.

También tuvo un temprano contacto con la palabra -“esa cosa que está rodeada de silencio”- de distintas formas: en el ejemplo que su padre le daba a partir de su gran afición a la lectura y la búsqueda del conocimiento; en el relato de cientos de historias que le hacía su madre; en las poesías en ruso que le leía su hermano mayor Boris.

La palabra es la base de los dos caminos elegidos por Gelman para transitar en su vida, el de la poesía y el periodismo, “que nunca llegan a interferirse”, y que tienen dos lenguajes distintos, “íntimamente enraizados con diferentes misterios de la vida”.

El camino de la poesía se presentó en su vida, quizá influenciado por aquel “amor no correspondido” en su niñez, inspirador de los primeros versos que fluyeron en un poeta que no sabe bien por qué se escribe, pero sí que “es imposible no hacerlo”.

El periodismo, en cambio, fue la profesión que eligió para tener la posibilidad de estar cerca de la palabra. “Aunque la razón era equivocada, el oficio me pareció espléndido. Me permitió entrar en contacto con personas y realidades que alimentan mi escritura. El periodismo también es literatura. Pero algunos periodistas no se dan cuenta”.

El colegio y el barrio conformaron dos espacios importantes durante la adolescencia de Gelman. En el Nacional Buenos Aires “me rozaba con gente de otra clase”. Y el barrio representó “el escalafón completo: billar, mujeres, organillo, fútbol, milonga y esas cosas”.

Dentro de “esas cosas” también estaba la poesía. Y la decisión tomada un buen día de ser poeta, dejando de lado sus estudios de Química. Entonces, junto a otros muchachos como Héctor Negro, Hugo Di Taranto o Julio Silvani, comenzó a compartir un sueño que se convirtió en realidad. Ellos fueron algunos de los integrantes del grupo literario “El pan duro”, cuyo objetivo era la edición de libros. Y el primero fue, justamente, el de Gelman.

Era 1956 cuando “Violín y otras cuestiones”, prologado nada menos que por Raúl González Tuñón, vio la luz y marcó el inicio de una producción intelectual tan prolífera como apreciada, que trascendió las fronteras y le prodigó reconocimientos en el ámbito nacional e internacional.

Aquellos días también fueron de tránsito por el otro camino, el del periodismo. Una profesión que nunca abandonó, ejerció con pasión y que a lo largo del tiempo demostró su gran capacidad profesional. Esas condiciones le permitieron ocupar espacios destacados en las redacciones de varias revistas, diarios y agencias de noticias.

El compromiso político y la militancia fueron otros aspectos que estuvieron presentes desde muy joven en la vida de Gelman. Fue así que con apenas 15 años ingresó al Partido Comunista, y años más tardes, apenas comenzada la década del ’70 se sumó a la izquierda peronista.

Roma, Madrid, Managua, París, Nueva York y México fueron algunas de las ciudades del mundo por donde transitó durante su exilio, cuando la noche de la criminal dictadura militar cayó con toda su crueldad sobre la Argentina.

El secuestro y desaparición de su hijo, Marcelo Ariel, y de su nuera, María Claudia García Iruretagoyena, embarazada de siete meses, fue el golpe más duro que esa dictadura le asestó a Gelman y su familia. Ahí nació una nueva lucha,- junto a los organismos de derechos humanos, familiares y amigos- en la búsqueda de su hijo, de su nuera y el de su nieta, luego de recibir la confirmación de que había nacido en cautiverio.

Los restos de Marcelo Ariel fueron encontrados en enero de 1990 y se velaron en la sede de la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires. De María Claudia García Iruretagoyena, se presume que está enterrada en alguna dependencia militar de Uruguay, junto a otros desaparecidos.

En tanto que su nieta, que había sido entregada por los militares uruguayos a un comisario de ése país, fue encontrada en 2000. Por voluntad de ella se le hicieron los estudios genéticos y se confirmó que era la hija de Marcelo y Claudia. Así, recuperó su verdadera identidad. En 2004, concluyó con sus trámites para lograr llevar el apellido de sus padres, hoy con sus 29 años es: María Macarena Gelman García Iruretagoyena.

“Creo que es imposible que el ser humano deje de ser utópico, que deje de sentir la necesidad de pelear contra la injusticia y de defender la dignidad”. Claro que sí, Juan Gelman, claro que sí.

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