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martes, 27 de noviembre de 2007

Evaluacion

Hora de evaluación
Así están las selecciones de Sudamérica tras la 4ª fecha de eliminatorias
Por Carlos Bianchi
ESPNdeportes.com

BUENOS AIRES -- A la hora de empezar el análisis de la cuarta fecha de eliminatorias sudamericanas, me pareció mejor enfocarme en los equipos y no en los partidos.
¿Por qué? Porque como ya les dije antes, sigo sosteniendo que esta es una eliminatoria comercial, en la que los dos primeros puestos ya están definidos, y por los dos restantes (o tres, con el repechaje) se pelearán los otro ocho equipos.
¿Y qué vimos hasta ahora? Que Argentina y Brasil siguen siendo las dos selecciones más fuertes, superiores al resto por tradición antes de jugar.
Es cierto que ninguno de los dos llegó a completar 90 minutos plenos en las cuatro fechas que se jugaron hasta ahora, pero también es verdad que, hasta ahora, eso les alcanzó casi siempre para empatar o para ganar.

Argentina acumula tres partidos ganados y uno perdido, al ritmo que impone el talento de Juan Román Riquelme. Y ya no estamos hablando solamente de construcción del juego, cosa muy lógica, sino que además se convirtió por ahora en el goleador de la competencia, con cuatro anotaciones. Está claro que Román, juegue donde juegue o aún sin jugar, tiene mucho para dar. Es mi deseo que siga demostrándolo en estas eliminatorias.
Brasil tiene dos ganados y dos empatados, y como vengo repitiendo, da la impresión de que hay que forzar a sus jugadores para que le pongan un poco de ganas. La última muestra de esto la vimos anoche: tras un primer tiempo lamentable, en el que podría haber perdido el partido, sin demostrar nada terminó ganando. Eso da la pauta, una vez más, de que uno no tiene derecho a equivocarse contra ellos, porque "hacen caja" de cada oportunidad.
Resumiendo: los dos, Argentina y Brasil, tienen un alto poder de adaptación a las exigencias, y hacen que uno crea en que, a la corta o la larga, terminarán jugando como ellos pueden llegar a hacerlo.
Paraguay es el equipo a destacar: están primeros merecidamente en la clasificación. Es cierto que se clasificó a los últimos mundiales sin sobresaltos, pero no podemos olvidarnos de que del seleccionado que marcó un cambio en 1998 ya no queda nadie. Sin embargo, el equipo que hoy conduce Gerardo Martino digirió el cambio generacional sin ningún problema.
Y lo hizo con la personalidad que lo caracteriza: con jugadores aguerridos, generosos, duros de manejar y que tratan bien el balón a la hora de tocar.
El miércoles por la noche, lo que a priori era un difícil encuentro de visitante, lo terminaron convirtiendo en un fácil 3-0. Definieron el partido con una especialidad de la casa, dos fuertes cabezazos (ambos de Da Silva) en pelota parada, confirmando que quieren seguir participando como abonados en los mundiales.
Colombia es un caso extraño: ya jugó contra las dos potencias y está mejor que antes sin haber demostrado mucho, pero le alcanza para ubicarse tercera junto a Brasil. Con sólo tres goles en contra en cuatro partidos, consiguieron una cierta tranquilidad que no tenían anteriormente, y la lectura que seguramente están haciendo es que no hay que convertir mucho para ganar o empatar un partido.
Parece que finalmente tomaron conciencia de que siempre hay que tratar de jugar bien, pero que eso no tiene que hacer olvidar las obligaciones defensivas. Con ese simple cambio que les dio el equilibrio que antes les faltaba, están ahí arriba, y si no vuelven al pasado seguirán por buen camino.

Uruguay también tiene sus particularidades: antes del partido cuestionaban a Oscar Washington Tabárez por el último empate en el Centenario. Después de lo visto el miércoles en el Morumbí, y a pesar de la derrota, no creo que sigan haciéndolo.
Los primeros 45 minutos fueron los mejores que le vi jugar a una selección uruguaya. De visitantes y contra Brasil, la Celeste jugó a un ritmo muy elevado. Técnicamente manejaron el partido sin ningún problema, con mucha disciplina táctica, y eso les dio la oportunidad, que no aprovecharon, de dejar definido el resultado en esos primeros 45 minutos.
Terminaron perdiendo ilógica e inmerecidamente, pero esta es una de esas derrotas que no duelen, y que dan un soplo de aire fresco para seguir creyendo en una posible clasificación.
Chile recorrió el camino opuesto: justamente venía motivado del Centenario, pero en Santiago volvió a retroceder en los convencimientos de un nuevo director técnico y terminó siendo el equipo vulnerable al que nos tenía acostumbrados.
Con muchos problemas debido a la lentitud de su defensa, sin rigor en la marca y sin la certeza de que pueden manejar un partido, terminan viendo jugar al adversario. Es una pena que esto siga sucediendo, porque la llegada de una nueva mentalidad en la conducción y una camada de jóvenes interesantes hacía suponer que no iban a terminar cometiendo los mismos errores.
La juventud de su plantel les deja crédito a favor para cambiar el destino. Habrá que esperar para ver.

Ecuador, Perú y Bolivia consiguieron resultados y actuaciones distintas, pero los tres siguen teniendo los mismos defectos.
Sin disciplina táctica y sin presencia física, y también sin actitud, pueden ganar por cifras anormales y perder de la misma manera, como fue el caso de Ecuador.
O también pueden convertir tres goles de visitante y perder, como fue el caso de Bolivia.
Perú sigue con una gran pachorra que llegó en esta fecha a un límite que exaspera, y si no cambia eso hará que vean el Mundial por televisión.
Venezuela
quise dejarla para el cierre: está quinta y, como les dije hace unas semanas, después de la Copa América finalmente se dieron cuenta de que sobre el césped, siempre son 11 contra 11.
Tal vez el deseo de llegar en posición de clasificación al final hará que la Vinotinto siga creciendo, para el bien del fútbol en un país en el que no es el primer deporte.
Nos volveremos a ver recién el 16 de junio de 2008, dentro de siete meses, otra muestra de que el criterio que priva en esta eliminatoria es claramente comercial.
Felicidades.


Carlos Bianchi es el octavo goleador de la historia del fútbol mundial y el técnico que más títulos ganó en el fútbol argentino. Surgió como jugador en Vélez Sarsfield de su país, donde fue campeón en 1968, para luego destacarse en distintos clubes de Francia. Allí inició su carrera como técnico, antes de volver a la Argentina para ganar 15 títulos locales e internacionales, seis con Vélez y nueve con Boca Juniors. También dirigió a la Roma de Italia y al Atlético de Madrid de España y es eterno candidato a conducir a la Selección Argentina. Ha escrito para diversos medios de prensa y también se ha desempeñado como comentarista televisivo en distintos canales de Latinoamérica y del mundo. Consulta su archivo de columnas.

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