Cine en Latam… ¿y las nuevas historias?
Forbes -
marzo de 2015
“Los números demuestran que el cine no está
muerto; por el contrario, está más vivo que nunca”, pero vitalidad no es
sinónimo de ausencia de problemas.
Debemos, sin duda alguna, celebrar los reconocimientos
obtenidos por los artistas mexicanos en las dos últimas ediciones de los
Premios Oscar. Confirma el hecho de que, allí, algo está cambiando en el mundo
del cine. Han elevado ellos el nombre de su industria hasta lo más alto del
séptimo arte. No obstante, el fenómeno en México y, por ende, en toda América
Latina, es mucho más profundo y apasionante, con proyecciones aún más
positivas.
Héctor Rosas, general manager de United
International Pictures en Colombia, ha trabajado para este joint venture creado
entre Paramount y Universal, cuyo objetivo es distribuir los productos de ambos
estudios alrededor de varios países, desde hace más de 20 años. Después de su
paso por México, su tierra natal, estuvo en Panamá, Perú y ahora en Colombia.
Advirtiendo que su visión del cine como
empresario es muy comercial, promueve la mejora en los mecanismos de
distribución para crear más espacios para el cine de autor. Nos cuenta él, con
el afán de ser “la funcionalidad del cine como un negocio con tres actores: una
productora, encargada de realizar la película; un distribuidor, apoderado de su
comercialización, colocándola en las salas de cine, y, un tercero, el
exhibidor, entendidos como los teatros donde se proyectan y la gente va a
verlas.”
En sus palabras, “cada mercado de cine es
diferente, con sus dinámicas y propias estructuras. Pero, dicho eso, en América
Latina se presentó, en varios países, un fenómeno de monopolio en el mercado,
con un exhibidor que controlaba los precios y la programación”. En México fue
la Organización Ramírez (hoy Cinépolis), en Perú los Multicines El Pacífico y
en Colombia la empresa Cine Colombia. “La situación de monopolio presentaba sus
características típicas: precios artificialmente altos, ineficiencia en el
servicio, grandes barreras a la entrada.” Sin embargo, el trabajo de Héctor y,
como él mismo lo reconoce, de todo un equipo, ayudó a expandir un mercado
insignificante hace veinte años, hasta convertirlo en uno de un dinamismo
impresionante, con logros enormes, en América Latina.
Uno de los primeros problemas a solucionar, así
suene extraño, era la piratería de la era predigital. “En aquellos años, de las
películas en celuloide, se enviaban las copias a todas las salas, pero sin
ningún tipo de control. Lo que terminaba sucediendo es que las salas pasaban
las películas, pero las mismas cintas que les mandábamos las alquilaban a otros
teatros más pequeños, cuyas ventas no se reportaban. Se hizo un sistema de
programación en donde se estipulaba qué cinta se mandaba a cada sala, y con eso
las controlábamos. Así se dificultó la comercialización ilegal, con lo que se
mejoraron los resultados.”
Como en todo caso de monopolio, la posición
dominante significaba beneficios para la empresa controladora y desventajas
para todos los demás actores. “Lo que nos sucedía en Perú era que el principal
exhibidor, dueño del 80% del mercado, nos quería imponer que colocáramos las
películas sólo en sus salas. En Colombia, el principal exhibidor, que
controlaba el 68% del mercado, manejaba unos altos precios de la taquilla. En
ambos casos, desde UIP, lo que hicimos fue trabajar con las cadenas más
pequeñas, ofreciéndoles nuestras películas a precios más baratos, incluso de
manera exclusiva, pero a cambio de una mejora en las salas y de una caída en el
costo de la entrada. La baja de los precios y la mejora en la infraestructura
empezaron a atraer gente de manera exponencial. En algunas de ellas estaban
recibiendo en un fin de semana tanta gente como la que recibían en un año.”
Todos esos detalles, que se comenzaron a
insertar en la industria por Héctor, se han transformado en impactos positivos.
“Es que el cine es un mercado en donde la teoría económica se aplica
perfectamente: una baja en los precios de los boletos es un inmediato aumento
en la demanda. A más competencia se crean mejores salas, se hacen mejores
películas.” Lo anterior se sostiene con la realidad.
En España se realiza ahora algo llamado La
Fiesta del Cine, evento que promueve el que por un día se bajan los precios de
los boletos de forma notoria. En cada ocasión, las salas venden la totalidad de
sus entradas. “En Perú iniciamos una costumbre de que el tercer domingo de
noviembre, los precios de los boletos estaban a un dólar. La primera vez que lo
hicimos, los teatros vendieron ese solo día la misma cantidad de boletos que
vendieron para Titanic.”
Más aún, el cine parece ser un sector
inelástico en la demanda: cuando las economías están en crecimiento, las
personas van a ver películas porque tienen dinero, pero cuando la economía está
en recesión, las personas siguen yendo porque es de lo poco que pueden hacer.
Resultado de todo eso es que desde 1994 hasta 2004, años de Héctor en Perú, en
el país se pasó de vender 3 millones de boletos al año a 19 millones. En
Colombia, en la última década, tiempo en el que Héctor ha estado a cargo de
esta oficina, se pasó de 15 millones a 48 millones el año pasado. Esto es parte
de un fenómeno más general, puesto América Latina en los últimos siete años ha
duplicado su ingreso por taquilla en cine: en 2007 el valor total era de 1.7
billones de dólares, mientras que el año pasado se calcula llegó a 3.3
billones. México y Brasil están ya entre los 10 mercados más grandes del mundo.
No obstante, es claro para cualquier asistente a una sala que el funcionamiento
ha cambiado y hay una mayor profesionalización.
“Los números demuestran que el cine no está
muerto. Por el contrario, está más vivo que nunca”, nos cuenta Héctor. Asimismo
se debe citar a Harvey Weinstein, afamado productor de Estados Unidos, quien
refiriéndose al suceso de que American Sniper se pueda llegar a convertir en la
película más taquillera del año en su país, dijo que “aquellos que dicen que el
cine está en dificultades están locos”. Pero vitalidad no es sinónimo de
ausencia de problemas. Dice Héctor que, a futuro, el principal escollo a resolver
es la falta de historias. “Es bueno entregar franquicias. Este año estamos
emocionados con las nuevas producciones de Rápidos y furiosos y Terminator,
pero la verdad es que hacen falta los nuevos títulos, las nuevas historias.”
También es claro que las grandes producciones televisivas están invitando a las
personas a quedarse en casa, las que se disfrutan en aparatos caseros con la
máxima calidad de audio e imagen. En una crítica muy fuerte a la digitalización
(un proceso que Héctor ve como irreversible), Quentin Tarantino decía que ya no
veía motivos para ir a los teatros. Para él, la calidad que entregaba la sala
no era muy superior a la que ofrecían sus electrodomésticos. Frente a eso,
Héctor opina que “el 4D y el 3D se han diseñado como respuesta, como un
adicional al valor de la experiencia de ir al cine, que sigue funcionando.
Ahora, mi formato favorito es el IMAX. El tamaño de la pantalla, la calidad del
sonido y la posibilidad de estar inmerso en la película es una experiencia
fascinante, que ningún hogar puede ofrecer”.
Pero dormirse en los laureles es algo indigno
de alguien que se ha labrado todo su camino en esta industria. Por eso, Héctor
proyecta cómo podría hacer crecer la industria aún más. “En el pasado, las
salas de cine pasaban sólo películas de un estudio determinado. Esas salas eran
inmensas y dieron paso a los multiplex: salas más pequeñas pero más numerosas,
donde se pasaba de todo. En México les llamábamos ‘gemelas’. En las salas
multiplex hay una sala dotada del mayor espacio y calidad, otra con menos
calidades y así hasta llegar a una con las peores condiciones, que no por eso
quiere decir que sea mala. Si trabajáramos mancomunados, lo que deberíamos
hacer es colocar el estreno en la mejor sala de cada multiplex, en una sola
pantalla, e ir cambiándola hacia las peores salas con el tiempo. De esa manera
se podría cobrar un precio diferenciado dependiendo de la sala donde la persona
vea la película y, más aún, se tendría una cartelera más dinámica. Hoy en día
los exhibidores están afanados por que el gran estreno del año lo vean en su
sala, y por eso el fin de semana del estreno ponen la mitad de sus pantallas
con ese filme. Si hiciéramos ese esfuerzo tendríamos un Blockbuster por
multiplex, en la mejor pantalla, acompañado de muchas más películas, atrayendo
más gente y acrecentando la taquilla.”
La situación es impresionante en América
Latina. El crecimiento ha sido tan descomunal que “aquellos monopolios que
manejaban el 70% u 80% del mercado, se han dado cuenta, por la fuerza, de que
su negocio está en hacer crecer la industria más que en crecer ellos solos. Por
dar un ejemplo: en Colombia, Cine Colombia, ahora con tan sólo el 40% del
mercado factura mucho más que cuando tenía el 80%. Lo mismo pasa en México y
Perú. Claro, tienen menos participación, pero en un mercado más grande”.
En estas mismas páginas escribí un artículo
donde postulaba que “el boom del cine en nuestra región se consolidará hasta
que tengamos una cartelera en que los grandes estrenos de Hollywood se alternen
con vibrantes películas latinas”
(http://www.forbes.com.mx/cine-una-industria-para-explotar-en-america-latina/).
Ésta es, sin duda alguna, una medida que en ese sentido nos ayudaría a
encontrar el espacio que tanto se necesita para producciones de otro tipo. Más
aún, la actual situación del mercado y el resultado positivo de otras películas
hacen vislumbrar que en eso se está convirtiendo nuestra industria del cine,
puesto ese crecimiento del sector hace que sea más atractivo invertir en
películas latinas que puedan explotarse en nuestro boyante mercado.
Frente a eso, Héctor dice que “México es un
país pionero. Todos esos avances de los que hemos hablado, vienen realmente de
lo que fui aprendiendo allá, con la gente de UIP, alrededor de todo el
continente. Esperemos que así como sucedió con el mundo de la exhibición, la
producción del resto del continente siga a lo que se está haciendo en mi país y
empecemos a ver mejores películas”.
Andrés Arell-Báez es escritor, productor y
director de cine.
No hay comentarios:
Publicar un comentario