Qatar 2022 tiene final; los problemas, no
LA NACION - marzo de 2015
Los hinchas y los futbolistas no
se derretirán en el desierto: tras cuatro años y medio de dudas y
contramarchas, la FIFA eligió ayer, en Zurich, fecha para la final del Mundial
de Qatar 2022, que se jugará en el invierno del hemisferio norte y no en junio
y julio, como estaba previsto.
¿No sabía la FIFA al entregar el
torneo en diciembre de 2010 que en junio y julio las temperaturas en Qatar
pueden llegar a los 50 grados?
"Estamos felices de haber alcanzado
una decisión", dijo el jefe de comunicaciones de la FIFA, Walter De
Gregorio, que confirmó la final para el 18 de diciembre, dejó abierta la fecha
de inicio y habló de un torneo más compacto, "probablemente" de 28
días, tres menos que los habituales. La felicidad de De Gregorio es
justificable. Que la FIFA esperara tanto tiempo para decidirse, bastante menos.
¿No sabía la FIFA al entregar el
torneo en diciembre de 2010 que en junio y julio las temperaturas en Qatar
pueden llegar a los 50 grados?
El Comité Ejecutivo de la FIFA
confirma el periódo noviembre/diciembre para #Qatar2022:
http://t.co/6wf5cnRajQpic.twitter.com/CwS6llExI9&.mp;- Copa Mundial FIFA
(@fifaworldcup_es) marzo 19, 2015
A Joseph Blatter, presidente, y
Jerome Valcke, su secretario general, se les enrojeció el rostro cuando en
diciembre de 2013 un periodista les preguntó en Costa de Sauípe si el ente
rector del fútbol mundial necesitaba una clase de geografía, si esa era la
razón de que ignoraran lo evidente al adjudicar el Mundial. "No tomamos
esta decisión en Suiza y bajo la nieve, pero sí basados en informes
médicos", aseguró Valcke. Blatter optó por la respuesta filosófica:
"La vida es así, el fútbol es así. No todos quedarán satisfechos, pero no
podemos agradar a todos".
No, no se puede. Decir que los
clubes europeos están molestos con la FIFA sería suavizar las cosas: sus
dirigentes no quieren ni oír hablar de Blatter, aunque tampoco sonríen si se
les habla del presidente de la UEFA, Michel Platini. Interesante paradoja, Blatter
y Platini son dos europeos sin simpatías de los europeos. Entre ellos se
detestan, pero el lío de Qatar los pone del mismo lado, el de las críticas. Los
clubes europeos creen que el francés no puso entusiasmo en defender la
propuesta que hicieron para celebrar un Mundial en mayo/junio, una fecha que
complicaría mucho menos a las lucrativas Ligas de Inglaterra, España, Italia o
Alemania, y sobre todo a la Liga de Campeones, que a buena parte de los
europeos les importa más que el Mundial. "La Premier League no es lo único
que existe en este mundo", argumentó el recordado "10" francés.
Fue un exabrupto, porque lo cierto es que Platini prefiere mantenerse bajo el
radar en el escándalo qatarí. Callar lo beneficia más que hablar. Es público
desde hace años que Nicolas Sarkozy, por entonces presidente francés, le ordenó
votar a favor del emirato. Su hijo, además, es representante en Europa de Qatar
Sports Investment.
Blatter, a su vez, prefería que
el torneo se celebrara en Estados Unidos, pero su comité ejecutivo fue en otra
dirección, lo que demuestra que el suizo no siempre controla todo en el mundo
del fútbol.
Harold Mayne Nicholls, ex
presidente de la federación chilena, presidió la comisión evaluadora de las
candidatas a ser sede de los Mundiales de 2018 y 2022, una carrera que terminó
en el "combo" explosivo de Rusia y Qatar. El chileno advirtió en
persona -y en vano- a Blatter y Valcke: no se puede jugar en Qatar en verano.
¿Qué le dijo Blatter? "Nada, pero creo que tomó nota". ¿Qué le dijo
Valcke? "Que era imposible por los contratos que había y los
compromisos."
La FIFA demostró ayer que (casi)
nada es imposible en el fútbol . ¿Por qué se esperó tanto? "Porque
confiaban en una 'solución mágica'", explica con pedido encarecido de
"off the record" un hombre desde hace años en el centro del debate
por el asunto Qatar. ¿Solución mágica? "Sí, que se comprobara que Qatar
compró el Mundial y así perdiera la sede". La incompleta utilización del
"informe García" hizo que la FIFA descartara la existencia de sobornos
en el proceso de elección. Confirmar aquello habría generado un daño tremendo
al poderoso organismo de Zurich, aunque el "insider" insiste en que
Qatar en junio y julio era más perjudicial aún. No sólo por el enojo de las
Ligas europeas y sus reclamos de compensaciones: la FIFA le temía -y mucho- a
la televisión, su gran fuente de ingresos. "Hay contratos de televisión
firmados donde se establece que el Mundial debe ser en mayo, junio y
julio", explicó Mayne Nicholls. La solución no fue mágica en este caso,
aunque sí contundente: la FIFA decidió el mes pasado darle los derechos de
televisación del Mundial 2026 a Telemundo mediante un proceso
"express" y sin licitación. El temor a una demanda multimillonaria
quedaba despejado.
Sería, sin embargo, un error
pensar que con la final una semana antes de Navidad se acabaron todos los
problemas. No, Qatar seguirá complicando a Blatter, que más que probablemente
será reelegido en su puesto en mayo.
Preguntas abiertas: ¿cuándo, e
incluso dónde, se jugará la Copa Confederaciones 2021? Si jugar un Mundial en
Qatar en junio es un despropósito, también lo es hacerlo con el ensayo general
para el Mundial. La lógica indicaría que esa Copa Confederaciones se juegue en
la misma época del Mundial, pero entonces los clubes europeos volverían a poner
el grito en el cielo. Sería un Mundial sin ensayo. ¿O sirve el Mundial de
Clubes? Pregunta abierta. ¿Y qué se hace en los meses de junio y julio,
tradicionalmente de descanso en Europa? ¿Quizá la Copa Confederaciones en otra
sede? No parecería tener sentido. ¿Y la Copa Africa de enero de 2023? Otro
problema, y seguramente no el último que ofrezca la maldición del desierto
creada por la propia FIFA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario