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sábado, 21 de marzo de 2015

Qatar 2022

Qatar 2022 tiene final; los problemas, no


LA NACION - ‎ ‎marzo‎ de ‎2015
Los hinchas y los futbolistas no se derretirán en el desierto: tras cuatro años y medio de dudas y contramarchas, la FIFA eligió ayer, en Zurich, fecha para la final del Mundial de Qatar 2022, que se jugará en el invierno del hemisferio norte y no en junio y julio, como estaba previsto.

¿No sabía la FIFA al entregar el torneo en diciembre de 2010 que en junio y julio las temperaturas en Qatar pueden llegar a los 50 grados?

"Estamos felices de haber alcanzado una decisión", dijo el jefe de comunicaciones de la FIFA, Walter De Gregorio, que confirmó la final para el 18 de diciembre, dejó abierta la fecha de inicio y habló de un torneo más compacto, "probablemente" de 28 días, tres menos que los habituales. La felicidad de De Gregorio es justificable. Que la FIFA esperara tanto tiempo para decidirse, bastante menos.

¿No sabía la FIFA al entregar el torneo en diciembre de 2010 que en junio y julio las temperaturas en Qatar pueden llegar a los 50 grados?

El Comité Ejecutivo de la FIFA confirma el periódo noviembre/diciembre para #Qatar2022: http://t.co/6wf5cnRajQpic.twitter.com/CwS6llExI9&.mp;- Copa Mundial FIFA (@fifaworldcup_es) marzo 19, 2015

A Joseph Blatter, presidente, y Jerome Valcke, su secretario general, se les enrojeció el rostro cuando en diciembre de 2013 un periodista les preguntó en Costa de Sauípe si el ente rector del fútbol mundial necesitaba una clase de geografía, si esa era la razón de que ignoraran lo evidente al adjudicar el Mundial. "No tomamos esta decisión en Suiza y bajo la nieve, pero sí basados en informes médicos", aseguró Valcke. Blatter optó por la respuesta filosófica: "La vida es así, el fútbol es así. No todos quedarán satisfechos, pero no podemos agradar a todos".

No, no se puede. Decir que los clubes europeos están molestos con la FIFA sería suavizar las cosas: sus dirigentes no quieren ni oír hablar de Blatter, aunque tampoco sonríen si se les habla del presidente de la UEFA, Michel Platini. Interesante paradoja, Blatter y Platini son dos europeos sin simpatías de los europeos. Entre ellos se detestan, pero el lío de Qatar los pone del mismo lado, el de las críticas. Los clubes europeos creen que el francés no puso entusiasmo en defender la propuesta que hicieron para celebrar un Mundial en mayo/junio, una fecha que complicaría mucho menos a las lucrativas Ligas de Inglaterra, España, Italia o Alemania, y sobre todo a la Liga de Campeones, que a buena parte de los europeos les importa más que el Mundial. "La Premier League no es lo único que existe en este mundo", argumentó el recordado "10" francés. Fue un exabrupto, porque lo cierto es que Platini prefiere mantenerse bajo el radar en el escándalo qatarí. Callar lo beneficia más que hablar. Es público desde hace años que Nicolas Sarkozy, por entonces presidente francés, le ordenó votar a favor del emirato. Su hijo, además, es representante en Europa de Qatar Sports Investment.

Blatter, a su vez, prefería que el torneo se celebrara en Estados Unidos, pero su comité ejecutivo fue en otra dirección, lo que demuestra que el suizo no siempre controla todo en el mundo del fútbol.

Harold Mayne Nicholls, ex presidente de la federación chilena, presidió la comisión evaluadora de las candidatas a ser sede de los Mundiales de 2018 y 2022, una carrera que terminó en el "combo" explosivo de Rusia y Qatar. El chileno advirtió en persona -y en vano- a Blatter y Valcke: no se puede jugar en Qatar en verano. ¿Qué le dijo Blatter? "Nada, pero creo que tomó nota". ¿Qué le dijo Valcke? "Que era imposible por los contratos que había y los compromisos."

La FIFA demostró ayer que (casi) nada es imposible en el fútbol . ¿Por qué se esperó tanto? "Porque confiaban en una 'solución mágica'", explica con pedido encarecido de "off the record" un hombre desde hace años en el centro del debate por el asunto Qatar. ¿Solución mágica? "Sí, que se comprobara que Qatar compró el Mundial y así perdiera la sede". La incompleta utilización del "informe García" hizo que la FIFA descartara la existencia de sobornos en el proceso de elección. Confirmar aquello habría generado un daño tremendo al poderoso organismo de Zurich, aunque el "insider" insiste en que Qatar en junio y julio era más perjudicial aún. No sólo por el enojo de las Ligas europeas y sus reclamos de compensaciones: la FIFA le temía -y mucho- a la televisión, su gran fuente de ingresos. "Hay contratos de televisión firmados donde se establece que el Mundial debe ser en mayo, junio y julio", explicó Mayne Nicholls. La solución no fue mágica en este caso, aunque sí contundente: la FIFA decidió el mes pasado darle los derechos de televisación del Mundial 2026 a Telemundo mediante un proceso "express" y sin licitación. El temor a una demanda multimillonaria quedaba despejado.

Sería, sin embargo, un error pensar que con la final una semana antes de Navidad se acabaron todos los problemas. No, Qatar seguirá complicando a Blatter, que más que probablemente será reelegido en su puesto en mayo.


Preguntas abiertas: ¿cuándo, e incluso dónde, se jugará la Copa Confederaciones 2021? Si jugar un Mundial en Qatar en junio es un despropósito, también lo es hacerlo con el ensayo general para el Mundial. La lógica indicaría que esa Copa Confederaciones se juegue en la misma época del Mundial, pero entonces los clubes europeos volverían a poner el grito en el cielo. Sería un Mundial sin ensayo. ¿O sirve el Mundial de Clubes? Pregunta abierta. ¿Y qué se hace en los meses de junio y julio, tradicionalmente de descanso en Europa? ¿Quizá la Copa Confederaciones en otra sede? No parecería tener sentido. ¿Y la Copa Africa de enero de 2023? Otro problema, y seguramente no el último que ofrezca la maldición del desierto creada por la propia FIFA.

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