¿Qué cosas son groserías en distintas partes
del mundo?
W Radio - marzo de 2015
Advertencia: Este artículo
contiene lenguaje que puede resultar ofensivo.
¡Hijo del demonio! ¡Rata de
cloaca!
Estos insultos, que funcionan en
español, podrían no significar nada en finlandés, holandés o francés de Quebec.
El lenguaje pasado de tono –las
groserías, la blasfemia, las obscenidades, los improperios, como quieras
llamarlo- es especial.
Así como el lenguaje es la tierra
en la que cultivamos nuestra vida, las groserías son como los volcanes y los
géiseres que hacen erupción del manto terrestre, bajo la superficie.
Nuestras tradiciones sociales
determinan qué parte de esa superficie es frágil y delgada.
No es suficiente tener ideas
fuertes acerca de algo; ese algo tiene que tener asociado un poder social de
dominación y una estructura de control.
El lenguaje fuerte con frecuencia
implica ponerle nombre a las cosas que deseas pero no que no se supone que
desees. Como mínimo, busca causar molestia en unas estructuras sociales que
parecen demasiado arbitrarias
Tendemos a creer que las
groserías son una entidad, pero en realidad sirven diferentes propósitos.
Steven Pinker, en el libro The
Stuff of Thought, enumera cinco formas en las que podemos decir palabrotas:
descriptivamente (como en "vamos a joder"), idiomáticamente
("está jodido"), abusivamente ("¡jódete!"), enfáticamente
("esto es que jode bonito") o catárticamente ("¡no joda!!!"
o "¡joder!").
De hecho, ninguna de estas
funciones requiere de una grosería.
En bikol (un lenguaje que se
habla en Filipinas) hay un vocabulario especial para la rabia: muchas palabras
tienen versiones alternativas que hacen referencia a la misma cosa, pero
también significa que se está molesto.
En casi todos los idiomas hay una
grosería que sale casi automáticamente cuando alguien se atraviesa en la vía...
En luganda (hablado en África) se
pueden hacer palabras insultantes cambiando el prefijo, que hace que el
sustantivo se refiera a ciertos objetos en vez de a personas.
En japonés se puede insultar a
alguien de muy mala manera simplemente utilizando una forma inapropiada del
pronombre "tú".
No todo el lenguaje prohibido
cuenta como grosería.
Parte de éste está formado por
palabras insultantes, aun cuando no se las consideren imprecaciones –epítetos
raciales,
improperios basados en
discapacidades y orientación sexual-, pero otra se relaciona con cosas que
evitas nombrar debido a su poder.
En inglés, la palabra
"oso" deriva de una palabra que se usaba para el color
"marrón" y que se empleaba en lugar del verdadero nombre del animal,
que nadie quería mencionar, por miedo a que se apareciera.
En el sur de África, algunas
culturas tienen un discurso de "respeto" que las mujeres deben
utilizar cuando se refieren a sus parientes políticos.
Por ejemplo, el nombre del suegro
es tabú, así como cualquier palabra que pueda sonar parecida.
Pero eso no convierte el nombre
del suegro en una grosería que gritan como reacción instantánea cuando se dan
un golpe por accidente.
La mamá de todos los insultos
Las palabras para los genitales
son el foco más común del lenguaje grosero, el tipo que se usa para las cinco
funciones de Pinker.
Puedes usar la palabra para el
órgano sexual femenino o masculino para insultar en China o en Rusia.
En Italia, si alguien se te
atraviesa en la calle, puedes gritarle "che cazzo", que podría
traducirse como "¡qué carajo!", pero la palabra para el órgano sexual
femenino es generalmente la más fuerte.
Los penes son clave para el
poder; las vaginas deben mantenerse bajo llave, excepto para el hombre que
tenga la llave correcta.
Las culturas en las que la madre
figura con más fuerza en el lenguaje grosero incluyen las latinas (aunque menos
en francés), las eslavas, balcánicas, chinas árabes y circunvecinas. Sucede
también que esas culturas tienden a tener familias extendidas, más que
nucleares"
Sin embargo, las palabras
francesas "con" y sus derivativos "connard" y
"connasse" no son más fuertes que el español "patán".
Y en rinconada, un lenguaje que
se habla en Filipinas, "buray ni nanya" (la vagina de tu mamá) se usa
tan comúnmente como la expresión "tarado".
El sexo, a través del deseo –en
la parte agresiva y rabiosa de la mente- es un acto de dominación, algo que se
ejerce sobre un receptor más débil.
Hay incontables equivalentes
(considerados groseros) a la expresión "relaciones sexuales" en
muchos lenguajes.
Evidentemente, esto está
vinculado con la agresión masculina.
Las mujeres son relegadas al
papel sumiso. Pero los hombres también están apegados al seno materno (¿cómo
evitar a Freud en este tema?).
En consecuencia, el lenguaje más
transgresor en muchas culturas implica actos sexuales con la madre de la
persona (algunas veces haciendo alusión a sus órganos genitales).
Las culturas en las que la madre
figura con más fuerza en el lenguaje grosero incluyen las latinas (aunque menos
en francés), las eslavas, balcánicas, chinas árabes y circunvecinas.
Sucede también que esas culturas
tienden a tener familias extendidas, más que nucleares.
Algunas de las palabrotas se
extienden más ampliamente, hacia el padre (en bosnio), el abuelo o el
parentesco entero: es el caso en albano (qifsha robt, "tu familia"),
turco (sülaleni sikeyim, "tu familia extendida"), madarín (cào nǐ zǔzōng
shíbā dài, "tus ancestros hasta la decimoctava generación").
Las culturas latinas se cuentan
entre las que más recurren a insultar a la madre de la persona a la que se
quiere ofender como referencia en el repertorio de groserías.
La moral es un sistema de control
que mantiene la dominación masculina, pero también cierto nivel de seguridad
para la esposa.
Las prostitutas desafían la
exclusividad de la esposa y la propiedad del hombre, lo que probablemente
explica por qué los sinónimos de "prostituta" son groserías muy comunes
en muchas partes del mundo, y por qué en algunos idiomas (como en luganda o
ganda) muchas palabras para referirse a los genitales se evitan completamente
(ya que las usan las prostitutas).
De hecho, las culturas que
recurren más a las madres para imprecar también insultan mucho con prostitutas.
Ellas no figuran mucho en chino,
pero en el mundo eslavo la es una de las groserías más importantes.
El "kurwa" polaco es el
equivalente del verbo "joder", de carácter multiuso en español.
Decir cochinadas
Entre las culturas cristianas, la
línea que separa a quienes insultan mucho aludiendo a madres y prostitutas y
los que no se parece mucho a la que divide a quienes creen que la María es
coestrella de Jesús y los que piensan que es apenas una actriz secundaria.
Nómbrale la madre a alguien en
Finlandia, por ejemplo, y lo más probable es que asuma que tienes un problema
personal con ella, en vez de creer que estás tratando de ofenderlo.
Sí, en Finladia la palabra para
órgano genital masculino es una de las más groseras.
Pero otras incluyen saatana
(satán), perkele (demonio) y helvetti (infierno). Estas palabras también forman
la raíz de lo más insultante que hay en sueco, noruego y danés.
Los animales también figuran con
frecuencia en el lenguaje insultante, pero no muchas veces no tienen la fuerza
simbólica suficiente para calificar como grosería.
Los misioneros les grabaron a
fuego el miedo al demonio.
Evidencia directa similar del
control de la Iglesia aparece un poco en inglés (hace siglos, nombrar
diferentes partes del cuerpo de la Cristo era lo más fuerte que podía decirse;
hoy en día, usar "maldición" e "infierno" todavía es
bastante cuestionable).
Puede que en francés les guste usar
putains y cons para insultar, pero en Quebec, que hasta hace unas pocas décadas
estaba dominado por la Iglesia católica, gran parte del lenguaje considerado
más grosero estaba formado por cosas que se pueden encontrar en una iglesia:
hostie (la hostia consagrada), tabernacle (donde se almacenan), ciboire (donde
se las transporta) y calice (el cáliz).
Las heces fecales son la grosería
favorita en menos sitios de lo que uno pueda imaginarse.
Aparece por aquí y por allá: en
el lenguaje de Fiji y otras islas cercanas, en árabe y en albano, por mencionar
algunos.
Pero en el círculo
británico-francés-alemán, "mierda" (shit, merde y Scheiße) es una
mala palabra gracias a los controles sociales enfocados en la limpieza
(¿deberíamos decir de retención anal?).
En Suecia, si bien puedes decir
"skit" cuando estás molesto, no hay problema si lo dices delante de
tu abuela.
Otros tabúes relacionados con la
limpieza figuran en otros lenguajes: los trapos que usas para limpiarte el
trasero constituyen groserías especialmente groseras en dialecto jaimaiquino.
Las estructuras de control social
cambian de país en país, pero son, después de todo, el resultado del mismo
animal humano en el mismo planeta. Parte del mismo magma burbujeante"
Algunos lugares ven con especial
horror la enfermedad. Puedes usar "cólera" como un improperio
catártico en polaco (si perteneces a una generación vieja) y puedes desearle a
alguien que se contagie de cólera en tailandés.
Buena parte del lenguaje
insultante en danés usa cáncer, cólera y tifus.
Si quieres ofender a alguien en
danés, sólo añade "kanker" a la frase: "canceroso" es un
insulto muy fuerte. Tener problemas de salud molesta mucho más a los daneses
que las violaciones del código moral.
Los animales también pueden
usarse como base para palabrotas, pero normalmente no pertenecen a las
estructuras de control social basadas en la moralidad, así que con frecuencia
no forman parte de lo que consideramos groserías, excepto cuando son
referencias veladas, como en el caso de guītóu en mandarín ("cabeza de
tortuga", en alusión al pene).
Del mismo modo, las deficiencias
mentales también son objeto de desprecio, pero mientras que los insultos
equivalentes a "idiota" son muy comunes, solo en una cultura como la
japonesa figuran entre las groserías más populares.
Las estructuras de control social
cambian de país en país, pero son, después de todo, el resultado del mismo
animal humano en el mismo planeta. Parte del mismo magma burbujeante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario