El ciberguardia ruso que cuida al mundo, pese a
Putin
Forbes - martes, 17 de marzo de 2015
Eugene Kaspersky lleva casi 30 años de trabajar
para cumplir su misión de salvar al mundo, pero las cosas no se están volviendo
más fáciles para su negocio. Al contrario: los Estados, las mafias y el narco
están viendo al cibercrimen como opción.
Eugene Kaspersky fundó su compañía de antivirus
en su natal Moscú a finales de la década de 1990. En esa época, Rusia recién
despertaba del letargo económico que siguió a la Guerra Fría, vivía un relativo
auge económico y estabilidad política. Durante años, su Kaspersky Lab construyó
pacientemente su negocio de ciberseguridad, y hoy es un ciberguardia gigante
con presencia en casi 200 países y facturación de millones de dólares anuales.
Pero las cosas están cambiando para la firma, y
rápido. Por un lado, hay un aumento marcado y sostenido en el número y
frecuencia de ciberataques patrocinados por Estados, lo cual mantiene ocupados
a los más de 2,000 empleados de la compañía en todo el mundo; por otro, hay un
repunte en la animadversión que Occidente siente por el gobierno de Vladimir
Putin, lo cual podría generar suspicacias en los países en los que Kaspersky
tiene operaciones. Después de todo, una empresa rusa de ciberseguridad bien
podría trabajar para su gobierno.
Nada de eso turba el sueño de Eugene: “Buena
parte de las policías alrededor del mundo, excepto las de Reino Unido y Estados
Unidos, colaboran con nosotros”, afirma el fundador y director de Kaspersky Lab
en entrevista con Forbes México. Además, dice, la comunidad internacional
reconoce la aportación que ha hecho su equipo al exponer los ataques a usuarios
finales, empresas y gobiernos sin importar de dónde provengan.
“Estamos aquí para salvar al mundo”, es la
máxima de la firma, y a juzgar por los anuncios realizados durante la cumbre de
analistas de ciberseguridad (SAS, por sus siglas en inglés, algo así como el
Woodstock de los hackers de sombrero blanco y sombrero gris), organizada por
Kaspersky y que este año tuvo como sede Cancún, ha permanecido fiel a sus
principios. En el marco del evento informó sobre el golpe de Carbanak, quizás
el robo bancario más grande en la historia; la existencia del primer grupo de
ciberespionaje del mundo árabe y un ataque masivo que podría implicar al
gobierno de Estados Unidos.
Eso, sin mencionar a Stuxnet, el virus diseñado
especialmente para colapsar al programa nuclear iraní, el cual fue descubierto
en 2010 por Kaspersky y del cual muchos especialistas responsabilizan a la
Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de EU.
Pero quizá la verdadera razón por la que el
mundo no los ve con recelo es que Kaspersky Lab no es una compañía rusa, me
dice, sino “una compañía global con raíces rusas; nuestro equipo de seguridad
en TI tiene un fuerte componente internacional. La parte rusa es de quizá 30%
de la empresa”, aclara este afable ruso durante la charla informal que
sostenemos durante un descanso en el SAS.
Así, el mayor golpe no ha venido del Kremlin ni
de sus enemigos, sino de Bruselas, afirma Eugene: “Incluso después de la
turbulencia política no vemos un impacto real en la empresa. Lo que sí nos ha
golpeado es el tipo de cambio porque nuestro negocio lo hacemos en euros,
aproximadamente 30% de él, y con la reciente inestabilidad nuestro crecimiento
no ha sido tan espectacular como podría ser.”
Empezar de cero, apostarlo todo
Kaspersky Lab es una compañía privada, es
decir, no cotiza en bolsa, lo que le permite darse lujos que sus competidores
no pueden, como el de la flexibilidad y la agilidad para implementar cambios
sin necesidad de responder a un consejo de inversionistas.
“Empezamos en el negocio a mediados de los
noventa en Rusia, y en esa época la inversión en TI en el país no existía;
entonces teníamos dos opciones: morir o sobrevivir, y conseguimos correr el
negocio como una empresa privada independiente y rentable. Aún tenemos una
situación financiera muy saludable, y no necesitamos salir a bolsa, no
necesitamos los fondos”, asegura.
El estatus privado de la compañía representa un
reto para analistas de la industria, que no pueden sino estimar el tamaño del
negocio que tiene entre manos. El último pronunciamiento público de Kaspersky
Lab fue en 2013, y entonces ubicaba sus ingresos anuales en el orden de 667
millones de dólares. No obstante, Eugene afirma que a nivel global su
crecimiento anual ha sido de doble dígito y que las perspectivas a futuro son
positivas.
Él cree que el futuro de la empresa no está en
el Internet de las Cosas (IoT), sino en el consumo, en los consumidores, las
redes corporativas y los sistemas industriales. En la protección de
infraestructura crítica. Al mismo tiempo, Kaspersky Lab ha emprendido nuevas
líneas de negocio, como la protección de ataques DDoS (ataques de denegación de
servicio), auditorías de seguridad y capacitación en materia de seguridad.
“Mi sueño es tener el rango completo: seguridad
para empresa, consumo y todo tipo de dispositivos , así como capacitación y
auditoría de seguridad, investigación y el apoyo a las víctimas de los
ataques”, reconoce.
Narco y cibercrimen
Lo que sí resulta evidente es el éxito de la
estrategia hasta ahora. Sólo en Estados Unidos su operación ha pasado de un
puñado de empleados a más de 300, y América Latina sigue los pasos de su vecino
del norte:
“Latinoamérica es una de las regiones que más
me gustan porque tenemos alrededor de 20% de la participación de mercado”, me
dice, aunque aún hay mucho terreno por cubrir (y un gran negocio por explotar).
A pesar de que Latam usualmente queda fuera de
los encabezados cuando se habla de ciberataques, los riesgos que enfrenta la
región son igual de grandes que los del mundo desarrollado.
“Todos los sistemas, el software, el hardware y
las redes son iguales, y a los criminales no les importa si se trata de China,
Rusia o México. La diferencia es que en Latam el cibercrimen es menos
complicado que en Rusia. Podemos agradecer al sistema educativo ruso por
generar ingenieros informáticos brillantes, y al mismo tiempo, quizás, a los
mejores cibercriminales”, ahonda este excriptógrafo de la era soviética.
Al igual que el resto del mundo, México es
víctima de ataques patrocinados por Estados, asegura, y aunque estamos lejos de
los grandes problemas políticos internacionales, como los de Medio Oriente,
India-Paquistán, China-India o similares, tenemos “otro tipo de problemas: la
mafia tradicional, los cárteles de la droga están poniendo más atención al
cibercrimen.” (En 2011 se dio el caso de un estudiante de ingeniería del IPN
que fue secuestrado por el narco, por ejemplo.)
No obstante, aunque Kaspersky afirma que se
sabe que el gobierno mexicano recibe ataques patrocinados por Estados y que hay
otros países de Latinoamérica de los cuales podrían surgir ataques a cualquier
parte del mundo, atribuir un ataque en particular a un país u organización
sería irresponsable. “Lo que sí sabemos es que ha habido ataques que hablan
español latinoamericano.”
Todo esto plantea un escenario halagüeño para
la compañía en nuestra región y también a nivel global. El auge del Internet de
las Cosas, los dispositivos móviles y las ciudades inteligentes hacen pensar
que Kaspersky Lab está en buena posición para aprovechar la coyuntura.
Un último mensaje de advertencia de Eugene:
“Los consumidores y las empresas están en peligro, eso no es noticia, pero los
siguientes objetivos serán parte de infraestructura crítica. Los Estados y las
empresas tienen que estar preparados para esta nueva época.”
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