Twitter: la espina dorsal de la comunicación de
crisis
d+i LLORENTE & CUENCA-Forbes -
lunes, 9 de marzo de 2015
Cualquiera de los empleados de una compañía,
armado con su smartphone, es un medio de comunicación en potencia, y a éstos se
unen, en la crítica y la distribución de la información negativa, clientes y
ciudadanos.
Como todo lo que tiene que ver con
comunicación, cuando nos referimos a la comunicación de riesgos y crisis en
realidad hablamos de reputación, de sostener la credibilidad y confianza de una
marca, organización o persona ante una situación que pone en cuestión su
licencia o su crédito para operar y relacionarse en la sociedad. No prepararse
para la crisis es, a todas luces, una decisión muy arriesgada, más aún en el
actual ecosistema digital. De hecho, sólo el 16% de las compañías considera
importante prepararse para las crisis. Sin embargo, contar con un Manual de crisis,
su implementación y formación adecuada, es vital. En este panorama, Twitter ha
venido a constituirse como el sistema nervioso central sobre el que pivota la
comunicación en una crisis. La teoría de los pequeños mundos avala esta tesis.
La irrupción de las nuevas tecnologías,
especialmente internet, el big data y la inteligencia artificial nos ponen de
cara a un reto enorme. El paradigma comunicativo ha cambiado. Hasta hace no
mucho era relativamente sencillo hacerse con el control de una pequeña crisis
de comunicación y frenarla a tiempo. Se trataba de controlar lo que llamo el
triángulo del fuego de la gestión de crisis. En la base de la pirámide se
encontraba la información negativa procedente de la compañía. Ésta era recogida
por los medios de comunicación, reinterpretada y producida para distribuirla a
los ciudadanos. Por lo tanto, controlando cualquiera de estos elementos: origen
informativo, medios o canales de distribución, se podía extinguir el incendio.
Sólo era preciso inhibir la reacción en cadena de alguno de los lados del
triángulo.
Sin embargo, la situación se ha complicado.
Internet y las redes sociales se han sumado al triángulo mutándolo en un
tetraedro del fuego. Ya no podemos ejercer fácilmente el control de la
información en las organizaciones. Cualquiera de los empleados de una compañía,
armado con su smartphone, es un medio de comunicación en potencia. A los
empleados se unen, en la crítica y la distribución de la información negativa,
clientes y ciudadanos. Éstos ya no son meros consumidores de información, sino
que también se han convertido en productores de la misma, y algunos de ellos
son blogueros especialmente influyentes.
La sociedad red ha transformado el escenario,
lo ha democratizado y ha empoderado a ciudadanos y clientes. Al menos a los más
influyentes. Todo gracias a la autocomunicación y especialmente a Twitter.
Porque es precisamente a la red de microblogging, y por las tendencias que se
comparten, a donde acuden a pescar hoy en día muchos medios de comunicación. De
hecho, algunos con muy poco tino se dejarán arrastrar por la corriente
compartiendo, de forma impulsiva, bulos sin contrastar.
Por lo tanto, actuar en este cuarto nuevo pilar
se ha constituido en un reto que trastoca de forma esencial todo el proceso de
gestión de la comunicación de una crisis, y obliga, más aún si cabe, a trabajar
en la prevención comunicativa como herramienta esencial para poder tener
oportunidad de proteger nuestra reputación en una situación de crisis.
La monitorización digital, esencial en la
gestión de crisis
En este sentido, es vital no sólo hacer un buen
análisis de riesgos, vulnerabilidades y factores agravantes, sino también
identificar a nuestros stakeholders. Esto ya lo hacíamos antes, pero ahora con
mayor motivo, porque todos y cada uno de ellos son un medio de comunicación en
potencia. Debe trabajarse en su identificación, categorización y medición de
influencia. En este sentido, los próximos años van a venir marcados por la
aplicación combinada de herramientas de big data e inteligencia artificial que
nos permitan automatizar y agilizar el análisis sincrónico de la conversación y
su sentido para poder predecir comportamientos de nuestros stakeholders con el
fin de mejorar la toma de decisiones.
Por otra parte, es preciso trabajar en la
precrisis. Habrá que analizar la conversación en la red y generar contenidos de
valor para llegar a contar con una comunidad de fans y configurar grupos de
influencers que puedan apoyar a las marcas y organizaciones en defensa de su
reputación. Pero todo ello debe basarse en la transparencia, veracidad,
consistencia, coherencia, credibilidad y honestidad de la marca. En este
sentido quiero recordar algo clave, y es no olvidar cuál es la triada maldita
de la comunicación de crisis conformada por: los rumores, la ocultación y la
mentira. Elementos esenciales que hay que combatir.
Es también de suma importancia el trabajo
previo de configuración de grupos de influencers en redes sociales.
Determinante a la hora de canalizar apoyos y favorecer el redireccionamiento de
la conversación.
Airbag digital para las crisis
¿A qué escenario se enfrenta una marca o una
organización que no se haya preparado o reajustado sus planes de comunicación
de crisis en este nuevo paradigma?
Pues bien, si la crisis está originada por
ellos mismos, es decir, que no se basa en factores externos, va a perder
reputación a raudales y los costes económicos para la cuenta de resultados
pueden ser enormes. Hoy, ya no es asumible ignorar la prevención de crisis y, menos
aún, sin perspectiva 2.0. No contar con un buen manual de crisis es como
ponerse a conducir sin cinturón de seguridad ni airbag. Las posibilidades de
sobrevivir en caso de colisión frontal están en un 20%. Las secuelas graves
están garantizadas.
Parece, por lo tanto, más lógico arriesgarse lo
justo. Todos sabemos que el riesgo cero no existe. No hay nadie que pueda
asegurarnos ante cualquier peligro. Pero un cinturón de seguridad combinado con
el airbag digital nos puede llevar, en caso de colisión frontal, a pasar sólo
unos días en el hospital y contar, eso sí, con un recuerdo no muy agradable
para el resto de nuestra historia. Una cicatriz, en todo caso, perfectamente
recuperable.
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