Las 21 empresas petroleras más grandes del
mundo
Forbes - viernes, 20 de marzo de 2015
Con el precio de barril a 43 dólares, no es un
momento sencillo para la industria, pero aun así parece que falta mucho para
dejar de depender de los hidrocarburos.
La industria petrolera mundial se encuentra en
estado de pánico. El precio del crudo ha caído más bajo y más rápido de lo que
nadie podría haber predicho. A 43 dólares, el barril ha bajado 70% desde junio
de 2014. Los suministros récord del petróleo han superado a la demanda, y ahora
los tanques de almacenamiento se están llenando. Para junio podríamos
simplemente quedarnos sin espacio donde meter todo ese petróleo. Si eso ocurre,
los 43 dólares por barril podrían lucir como un gran precio en comparación con
lo bajo que podría caer.
Es notable que el mundo se encuentre nadando en
petróleo. Hace una década, la Tierra usaba unos 83 millones de barriles por
día, una cifra que ha crecido hasta los 93 millones de la actualidad.
¿Recuerdan que en 2008 algunas voces pronosticaban que el precio récord de 147
dólares por barril era sólo el comienzo de un súper pico del petróleo? Esas
voces se han apagado por completo.
He pensado mucho en ello durante la compilación
de mi lista anual de las empresas de petróleo y gas más grandes del mundo, de
la cual tengo mucho que agradecer a la gente de la consultora energética
WoodMackenzie, que me proporcionó datos sobre los 21 mayores productores del
mundo. No solo tenemos los números de 2014, sino también, para hacer una
comparación, todos a partir de 2004.
¡Qué diferencia hace una década! En aquel
entonces, los primeros productores bombeaban 64.1 millones de barriles de
petróleo crudo equivalente (mbpce). Hoy están bombeando colectivamente 80.4
mbpce, un incremento de 25%. WoodMackenzie me asegura que no existe doble
contabilidad en sus datos. Las cifras representan los volúmenes que cada
empresa explota antes del pagos de regalías. En total, estas empresas
representan aproximadamente la mitad de la producción de crudo del mundo.
Pero hay una cosa que apenas ha cambiado en una
década: en 2004 el precio promedio del barril de West Texas Intermediate era de
41.5 dólares. Mientras escribo esto, el 19 de marzo, el WTI está en 43 dólares.
Todo ese crecimiento en la producción está lejos
de ser distribuido uniformemente. Rosneft, una empresa controlada por el
Kremlin, se lleva el premio por añadir la mayor cantidad de volumen en la
última década, pasando de los 300,000 bpce en 2004 a los 4.7 mbpce de hoy. El
crecimiento de Rosneft se ha debido en gran parte a su absorción de Yukos y la
adquisición de TNK-BP –la segunda, más cara que la primera–. PetroChina también
ha estado en una racha, pasando de 2.6 mbpce a 4 millones. Entre el resto,
Saudi Aramco ha pasado de 1.2 millones de barriles a 12 millones, Qatar
Petroleum ha duplicado a 2.4 millones de barriles equivalentes al día, mientras
que las compañías nacionales de petróleo de Irán, Kuwait, Abu Dhabi y Brasil
han agregado cada una alrededor de 1 millón de barriles por día.
¿Ubican la tendencia? Entre las compañías
petroleras más grandes, la gran mayoría del crecimiento en el volumen proviene
de entidades controladas por el Estado. Comparemos eso con el desempeño de las
compañías petroleras internacionales: ExxonMobil ha logrado sumar sólo 100,000
bpce en la última década para llegar a 4.7 millones. Chevron ha añadido 200,000
bpce para llegar a 3.3 millones, mientras que Royal Dutch Shell y BP han caído
en 200,000 barriles a 3.7 millones. ConocoPhillips ha añadido 200,000 y Total
redujo 100,000 bpce.
Ahora tiene sentido que las compañías
petroleras nacionales de los países ricos en petróleo crezcan, y mucho, sobre
todo cuando han sido incentivadas por varios años del barril a 100 dólares,
pero ¿cuál es la excusa de Exxon, Chevron y Shell para no crecer? La producción
de petróleo en Estados Unidos ha aumentado en casi 5 millones de barriles por
día en los últimos 6 años y en 1.4 bpce sólo en 2014. La producción de gas
natural en EU ha aumentado de 680,000 millones de metros cúbicos por año en
2004 a 31 en 2014.
¿Por qué las petroleras internacionales no han
participado en este crecimiento? ¿No estaban poniendo atención? No, no es eso.
Tengamos en cuenta que a medida que los yacimientos de petróleo y gas son
explotados, menos hidrocarburos fluyen de ellos. La producción mundial tiene un
declive promedio del orden de 7%. Esto significa que sólo el mantenimiento de
un nivel de producción constante requiere enormes inversiones en exploración,
perforación y oleoductos. Sólo para mantener el ritmo, cada una de las empresas
más grandes debe hacer inversiones de capital de más de 30,000 millones de
dólares al año.
Parte de ese dinero ha terminado en el boom
norteamericano. Exxon compró a XTO Energy por 40,000 mdd. Chevron y Shell se
hicieron de una gran superficie de cultivo en los campos de Marcellus, Eagle
Ford y Permian. BP y Total se asociaron con Chesapeake Energy. ConocoPhillips
tiene una gran superficie dedicada a la perforación.
Pero los yacimientos de esquisto no han hecho
mucho todavía. Con una sobrecarga excesiva y una lenta toma de decisiones, las
grandes compañías aún no han sido capaces de sacar provecho del shale porque
los costos son simplemente demasiado altos para generar un retorno decente que
justifique la inversión. Shell ha perdido dinero en la región de América del
Norte durante dos años. BP planea escindir su negocio de 48 estados en una
compañía independiente. Exxon se ha resistido a invertir en grande en el shale,
pero al menos ha permitido que XTO opere en condiciones que no aplasten su ágil
cultura.
De hecho, el gran boom petrolero estadounidense
ha sido liderado por docenas de operadores independientes más pequeños que
generan 200,000 bpce o menos. Y gracias a sus esfuerzos, unas pocas de esas
empresas han generado un flujo de efectivo libre que les permite financiar sus
campañas de perforación en lugar de depender de las ventas de bonos y acciones.
Aún más, los gigantes energéticos han salido
lastimados por el boom del shale incluso en casos en los que sólo han hecho
incursiones tímidas. Según los cálculos de Bernstein Research, las grandes
compañías petroleras integradas generan un retorno sobre el capital empleado
promedio de aproximadamente 8% anual durante el ciclo que duró desde 2009 hasta
ahora. En el ciclo anterior –antes del boom del shale– ese retorno promedio era
más o menos de 16%. El problema con el auge del esquisto estadounidense es que
todo este nuevo petróleo simplemente no es lo suficientemente rentable, incluso
a 80 dólares el barril o más.
El colapso del petróleo de 2015 ya ha
arrastrado a los más débiles: Saratoga Resources, BPZ Resources y American
Eagle Energy han dejado de hacer el pago de intereses y se han visto obligados
a reestructurarse. Quicksilver Resources y Cal Dive International ya se han declarado
en bancarrota y muchos otros se están quedando rápidamente sin dinero en
efectivo.
Todo lo anterior sirve para decir que la razón
por la que Exxon, Chevron, Shell y Total no han añadido grandes volúmenes de
petróleo nuevo en Estados Unidos se debe a que simplemente no sería lo
suficientemente rentable como para hacerlo.
Esto también explica por qué los gigantes
petroleros estatales de Arabia Saudita, Kuwait y Abu Dhabi no tienen ningún
interés en ayudar a que los productores independientes de Estados Unidos
coloquen sus millones de barriles reduciendo su propia producción. El costo de
equilibrio de Saudi Aramco es del orden de 10 dólares por barril. El punto de
equilibrio de los mejores yacimientos de esquisto estadounidenses está cerca de
los 40 dólares. Qatar, Kuwait, Irak y Abu Dhabi han invertido decenas de miles
de millones de dólares (a menudo con la ayuda de esos titanes internacionales)
para aumentar su producción altamente rentable. El desembolso de Aramco en los
últimos años ha sido de más de 100,000 mdd. No tienen intención de recortar la
producción de petróleo fácil y renunciar a su participación de mercado ante el
fracking de alto costo de los estadounidenses.
Esto no quiere decir que la revolución del
shale de Estados Unidos será una moda pasajera. Por el contrario, esta nueva
fuente de suministro será cada vez más importante a medida que el resto de los
campos convencionales de Rusia y Medio Oriente continúen su declive inevitable.
De hecho, podemos esperar que los gigantes aprovechen los deprimidos precios
actuales de los activos para comprar más terrenos y sumarlos a sus inventarios.
También serán capaces de reducir los costos de desarrollo al presionar aún más
a las empresas de servicios.
Tomará algún tiempo deshacerse del excedente,
pero los precios del petróleo se recuperarán y la industria estadounidense del
petróleo de esquisto madurará, encontrará una mayor disciplina de capital y
ayudará a estimular años de crecimiento futuro para las grandes petroleras.
Mientras tanto, una lectura de la muy respetada
Statistical Review of Energy de BP muestra que la era del petróleo está lejos
de terminar. Las fuentes de energía renovable, a pesar de su bombo, contribuyen
con sólo 2.7% de la mezcla energética mundial, con la eólica a la cabeza con el
1% del total, le siguen la energía nuclear y la hidroeléctrica. Después de
ellos, todos son combustibles fósiles: gas natural, el 24%, y el carbón un 30%,
pero la mayor fuente mundial de energía, con 33% del total, sigue siendo el
petróleo.
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