Las bacanales de la DEA
Semana - marzo de 2025
La DEA, la principal agencia antidrogas del
mundo, está en medio de una tormenta. La razón es simple. La semana pasada la
Oficina del Inspector General del Departamento de Justicia de Estados Unidos
(OIG) publicó un extenso informe de 131 páginas con las conclusiones de una
investigación sobre acusaciones de acoso sexual y mal comportamiento de
integrantes de varias agencias federales estadounidenses, entre ellas el FBI,
la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas y Explosivos (ATF) y el U.S. Marshals
Service. De los casos expuestos, el más llamativo, y grave, sin duda es el de
la DEA, ya que se trata de casos que ocurrieron en Colombia.
Uno de los aspectos interesantes es que el
propio Departamento de Justicia de Washington reveló las irregularidades en la
agencia antidrogas. No se trata de un asunto de poca monta. El informe afirma,
ni más ni menos, que “miembros de la DEA en Colombia participaron en fiestas
con prostitutas pagadas por carteles del narcotráfico. Además de las
prostitutas, a tres agentes especiales de la DEA, los miembros del cartel les
proporcionaron dinero, regalos caros y armas”, dice uno de los apartes del
informe. “Al menos diez agentes de la DEA ya han admitido haber participado de
dichos encuentros y varios de ellos recibieron suspensiones de dos a diez días
como castigo”, afirma otro de los fragmentos del documento del Departamento de
Justicia.
El informe causó gran alboroto internacional,
especialmente porque revivió el fantasma del escándalo protagonizado hace tres
años por miembros del Servicio Secreto que contrataron prostitutas en Cartagena
durante la visita del presidente Barack Obama. El documento especifica que los
casos investigados de agentes de la DEA ocurrieron entre los años 2005 y 2008.
No obstante, en varios apartes, la Oficina del Inspector General del
Departamento de Justicia hace énfasis en aclarar que no pudo acceder a mucha de
la información de la DEA ya que esta habría sido destruida por los agentes
involucrados con la clara intención de obstaculizar las investigaciones.
Si bien se trata de un documento en donde la
máxima instancia de la justicia norteamericana realiza un ‘jalón de orejas’ a
sus agentes, la realidad es que el informe no contiene los nombres de los
involucrados, ni ahonda en detalles sobre los graves hallazgos. De hecho, se
queda bastante corto al reflejar lo que realmente ha pasado con algunos de los
agentes de la DEA en el país. SEMANA investigó el tema y consultó con agentes
activos y retirados de esa agencia, oficiales colombianos que trabajaron con la
DEA, y abogados de narcotraficantes, y encontró a varias de las prostitutas que
participaron en esas fiestas con los agentes americanos. La conclusión es que
lo que ocurrió en el país es mucho más escandaloso de lo que está publicado en
el informe.
Lea a continuación: "Relaciones non
sanctas"
Relaciones non sanctas
“Acá nunca nadie se va a atrever a contar lo
que ha pasado con la DEA en el país. Es prácticamente un suicidio profesional.
Si usted pone una queja, o cuenta lo que hacen, simplemente llaman a algún
general y en el mejor de los casos lo botan. En el peor de los casos hacen un
informe y usted termina embalado en un lío de narcotráfico, que le puede dar
hasta para extradición. Ahora todos están impresionados por lo que salió en ese
informe del Departamento de Justicia. Pero eso ni siquiera es una muestra
pequeña de lo que pasa acá”, dijo a SEMANA un oficial retirado que durante más
de una década trabajó con los Special Intelligence Unit, (SIU) por sus siglas
en inglés, que son grupos especiales conformados por autoridades colombianas y
miembros de la DEA.
El relato de este exoficial, corroborado y
confirmado por otros tres, sin duda es escandaloso ya que explica lo que
ocurría con miembros de la DEA, especialmente en Cartagena, ciudad en donde
están asignados la mayor cantidad de agentes en Colombia después de Bogotá.
“Cuando se hacía una operación antidroga y caía un narco o un cargamento, los
de la DEA sacaban dinero de la operación para las fiestas. Por lo general era
con prostitutas, unas 10 o 15, que se llamaban por teléfono. Es decir,
celebrábamos con prostitutas cuando caía un narco”, explicó a SEMANA el
exoficial.
Esas fiestas, según su relato, se hacían en los
apartamentos alquilados por los miembros de la DEA en La Heroica. “La verdad,
yo no vi que narcos pagaran las fiestas. En ocasiones hacíamos la tradicional
‘vaca’. Pero sí había un grupo que logró mucha cercanía con un narcotraficante
en especial”, contó. Según él, se trataba de Hernando Gómez Bustamante, alias
Rasguño, aquel narco que pasó de ser el empleado de una gasolinera a ser uno de
los jefes del poderoso cartel del Norte del Valle. “Hubo un grupo de la DEA que
llegó a tener mucha cercanía con él en desarrollo de un frustrado proceso de
sometimiento. Los de la DEA se veían con él en Antioquia y otros lugares y de
un momento a otro comenzaron a recibir regalos. La relación se volvió íntima
entre ellos”, explicó.
“Ese grupo de agentes de la DEA, que se movían
entre Cartagena y Barranquilla, comenzaron a comprar lujosos carros y a gastar
dinero a chorros. Ellos son policías como nosotros y su sueldo era muy normal.
Pero con esas ‘nuevas amistades’ comenzaron a gastar mucho dinero y a hacer
grandes orgías con prostitutas y a llevar un ritmo de vida como el de los
mafiosos que debíamos perseguir. Conocí a uno de ellos que incluso mandaba a
hacer anillos con diamantes en Barranquilla con la marca Rolex”, contó a
SEMANA.
A ese grupo de agentes de la DEA se refiere el
informe del Departamento de Justicia sin mencionarlos, y esta revista se
abstiene de revelar sus nombres. Sin embargo no eran los únicos que acudían a
esas actividades non sanctas. SEMANA fue testigo de otras de las formas como
otros agentes, con base en Bogotá, también conseguían algunos beneficios no
ajustados del todo a las normas.
Dos de estos agentes tenían por costumbre
‘despachar’ en un exclusivo restaurante del parque de la 93. Allí llegaban
varias veces a la semana alrededor de las 11:30 de la mañana y ordenaban un par
de copas de martini. Unos momentos más tarde llegaba al lugar un reconocido
abogado estadounidense de capos colombianos con el fin de abordar temas de su
cliente, como por ejemplo las condiciones que tendría en un eventual
sometimiento. De los martinis se pasaba a un costoso almuerzo amenizado por
varias rondas de trago. El abogado abría su maletín y a cada uno le entregaba
dos costosos relojes Montblanc. Al caer la noche y con varias copas en la
cabeza, el abogado llamaba a varias voluptuosas ‘amigas’ que trabajan en un
reconocido y exclusivo burdel a pocas cuadras del lugar. Muchos tragos más
tarde el grupo de las ‘amigas’, los agentes y el abogado del narco salían a un
apartahotel no muy lejos de allí, en donde comenzaba una fiesta que terminaba a
las diez de la mañana del día siguiente. Todo costeado por el abogado del
narco.
“Eso es más usual de lo que parece. Obviamente
no ocurre con todos los agentes. Usted debe saber en qué palo trepa. Para que
tomen confianza es usual por ejemplo que a ese tipo de citas usted invite a
agentes retirados, que trabajan en oficinas de abogados que llevan casos de
narcos en Estados Unidos o como investigadores independientes”, explicaron a
SEMANA dos abogados de extraditables. “Cuando le aceptan una invitación a comer
en la que uno paga, ahí empieza uno a medirlos. Después usted les da un par de
regalitos ‘desinteresadamente’. Relojes Rolex o plumas Montblanc o de marcas de
ese estilo son lo más común y discreto. A la mayoría les gustan las armas y
algunas veces uno les trae de regalito la última Sig Sauer o Pietro Beretta
(pistolas). Ahí ya viene el otro paso que es hacer llegar ‘un par de amigas de
ambiente’ y hacer que ellas sean ‘cariñosas’ con ellos. A veces los invita uno
a pasar un fin de semana en la costa y allá también se les tiene un par de
‘amigas’. Si todo sale bien le ayudan contándole detalles del caso de su
cliente o sugiriéndole alternativas legales”, contaron los abogados.
Lea a continuación: "DEA-parties"
DEA-parties
Uno de los aspectos del informe del
Departamento de Justicia se refiere a las fiestas con prostitutas, haciendo
especial énfasis en el hecho de que esas actividades pueden poner en riesgo
fugas de información, ya que se realizan algunas veces en los lugares en donde
viven los agentes y en donde pueden tener material sensible sobre casos. SEMANA
habló con tres de estas mujeres en Bogotá quienes desde hace años se han
convertido en ‘amigas’ frecuentes de algunos agentes.
Una de ellas explicó que conoció a varios de
ellos cuando fueron a “rematar una fiesta” a un conocido burdel en el norte de
la capital. “Al comienzo se presentan como turistas o empresarios gringos”,
explicó una de ellas. “Como se les atiende bien y el sitio es seguro siguen
viniendo y ya con el paso del tiempo es que una (sic) se da cuenta que son de
la DEA. Algunos ya borrachitos terminan contando y hablando de sus proezas”,
dice esta joven de escasos 25 años de edad (ver video).
Otras dos voluptuosas gemelas rubias
entrevistadas por SEMANA contaron que, a diferencia de la anterior, ellas
terminan en las fiestas con los agentes llamadas por una amiga que les dice
adónde deben llegar. “Normalmente son muy amplios. Pagan bien y cuando se
encariñan con uno muchas veces nos llevan de puente a Girardot o incluso a
Cartagena o Santa Marta en donde vamos a los mejores restaurantes y nos
presentan a veces como sus novias”, cuenta una de ellas.
Todas han sido testigos no pocas veces de
altercados entre los agentes que pasados de tragos agreden a sus compañeras.
“No pasa muy seguido, pero pasa. El lío es que ahí no hay de otra que aguantar
porque si le pegan a uno, por ejemplo, no se puede llamar a la Policía porque
son amigos de ellos y ahí la emproblemada es una”, contó una de estas mujeres.
Si bien el informe del Departamento de Justicia
puso el dedo en la llaga, así sea de manera superficial, es justo reconocer que
no se trata de conductas generalizadas por los agentes de la DEA en Colombia.
Sin embargo, aunque el documento hace mención a casos que ocurrieron hace más
de cinco años, lo cierto del caso es que ese tipo de episodios no han
desaparecido y siguieron presentándose ese tipo de conductas en tiempos más
recientes. Aunque cada vez son menos los casos y mayores los controles.
SEMANA se comunicó con la Embajada de Estados
Unidos en Bogotá para conocer su opinión sobre este caso pero no fue posible
obtener una respuesta. Por ahora lo único claro es que la DEA atraviesa una
tormenta que espera no termine convertida en un huracán.
Lea a continuación: "La mujer del servicio
secreto"
La mujer del Servicio Secreto
La DEA no es la única agencia estadounidense
involucrada en escándalos sexuales. Hace tres años agentes del Servicio Secreto
fueron protagonistas de un sonado caso.
Luego de conocerse que 12 agentes del Servicio
Secreto estadounidense, enviados a Cartagena en abril de 2012 para preparar y
organizar la seguridad del presidente Barack Obama en la Cumbre de las
Américas, fueron excluidos del viaje porque organizaban fiestas sexuales con
prostitutas colombianas, el escándalo adquirió nombre propio y se centró en una
de sus principales protagonistas: Dania Londoño.
El 4 de mayo de ese año Dania contó en los
micrófonos de la W que pidió 800 dólares por sus servicios y que hubo una
fuerte pelea porque solo le pagaron 50.000 pesos.
Los detalles que reveló permitieron entender
otras dimensiones del escándalo. “Él me dijo ‘sex’. Yo le contesté: ‘baby,
cash, money’. ‘¿Cuánto?’. ‘Ochocientos’. ‘Ochocientos, ok, vamos’”. Y dice que
se fue, en taxi, confiada en el trato porque “le pido para unos chicles y me da
un billete de 50.000, y le pido para unos preservativos y me da otro billete de
50.000”. Llegó a la 1:30 de la mañana con el agente secreto al Hotel Caribe.
“Ebrios”, pero “conscientes”. Estuvo en su cama cinco horas hasta las 6:30 a.
m. cuando la llamaron de la recepción a decirle que se tenía que ir. El agente,
ya sobrio, le entregó otro billete de 50.000 y desde ese momento hasta las diez
de la mañana Dania se quedó rogándole que le pagara.
A las nueve y media, salió al corredor y le
contó la historia a un policía local. “Vamos a la habitación. El policía le
toca la puerta y no abre. Pero por debajo se veía que él estaba ahí parado y no
quería abrir”. La imagen raya con lo cómico. El cliente no salió nunca de la
habitación. Al final, y mientras otros tres agentes secretos que se acercaron
le imploraban “please please, no police, no police”, regresó el policía
colombiano con uno de sus compañeros que sabía inglés, recogieron 250 dólares
entre los gringos y la mujer se fue para su casa. A los dos días explotó el escándalo.
Dania adquirió sus 15 minutos de fama y por
cuenta del bochornoso episodio que fue noticia mundial, varios de los agentes
del Servicio Secreto fueron suspendidos de sus cargos en uno de los peores
escándalos de su historia reciente.
Lea a continuación: "Las niñas
abusadas"
Las niñas abusadas
Un informe de la Comisión Histórica del
Conflicto y sus Víctimas reveló que soldados estadounidenses al servicio del
Plan Colombia habrían violado más de 50 niñas en cuatro años.
El Plan Colombia trajo al país una mayor
cooperación militar, económica y antinarcótica por parte de los Estados Unidos.
Sin embargo, un reciente informe de la Comisión Histórica integrada por el
gobierno nacional y las Farc señala que por lo menos 54 menores de edad en el
país fueron abusados sexualmente por soldados y contratistas militares
estadounidenses entre 2003 y 2007.
La comisión relató los hechos de lo que
denominaron “imperialismo sexual”, en el que los presuntos delitos de militares
extranjeros quedaron impunes dados los acuerdos bilaterales y la inmunidad
diplomática estadounidense.
Uno de los casos más sonados ocurrió en Melgar
el 26 de agosto de 2007. Luego de que una niña de 12 años usó el baño de un
restaurante, presuntamente dos soldados estadounidenses que servían en el marco
del Plan Colombia la forzaron a beber un líquido amarillo que la dejó
prácticamente inconsciente. Los dos hombres la llevaron a la base de la Fuerza
Aérea de Tolemaida, la violaron y a la mañana siguiente la arrojaron en un
parque.
La madre de la niña confrontó a los dos
soldados y estos le habrían dicho: “Sí, la violamos ¿y qué?, estamos en
Colombia, la ley no nos afecta”. Al buscar ayuda, la niña y su familia se
encontraron con evasivas e incluso las autoridades colombianas rechazaron sus
solicitudes de reubicación.
Los supuestos abusos llegaron al punto que en
algunos de los casos se dice que grabaron videos pornográficos que luego se
comercializaban por solo 10.000 pesos.
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