Polvos que cambiaron el mundo: Ocho episodios
sexuales que modificaron la Historia
El Confidencial - marzo de 2015
El estudio de la Historia, como el de cualquier
otra disciplina, tiene sus propias metodologías. Algunas de ellas inciden en
entender los procesos históricos como cúmulos de circunstancias que terminan
empujando los acontecimientos en una dirección o en otra; otros se centran en
los personajes con nombres y apellidos como motores de cambios que no se
habrían producido de otra manera. Lo que no es tan habitual es que se entienda
la Historia como el producto de los deseos sexuales de sus protagonistas en
particular y de la sociedad en general, pero estos han jugado un papel
importante a la hora de movilizar ejércitos o acercar posiciones políticas.
No se trata tan sólo de los escándalos
sexuales: muchos de los intereses de monarcas y gobernantes pasaban por
satisfacer sus necesidades carnales, a veces disfrazadas de política de Estado.
Algunos de los acontecimientos históricos que presentamos a continuación han
sido recopilados en Cracked por Kathy Benjamin, autora de Funerals to Die For;
otros forman parte de la intrahistoria olvidada del ser humano. Sea como fuere,
nos ayudan a entender cómo lo personal termina determinando el devenir
histórico.
Las prostitutas que combatieron en la Guerra de
Secesión
Toda contienda bélica necesita hombres
valientes dispuestos a pasar largas temporadas lejos de sus mujeres, con todo
lo que ello implica. Por eso, cuando la Guerra Civil estadounidense estalló en
1961, el general de división Joseph Hooker tuvo la brillante idea de enrolar
una horda de prostitutas para que acompañase a su compañía con el objetivo de
reconfortarla tras los sinsabores de las batallas diurnas, entre las que se
cuentan la derrota en Chancellorsville frente al general Robert E. Lee. La
leyenda sugiere que el término “hooker” (“prostituta”) pudo derivar de su
nombre, aunque algunos documentos muestran que dicha palabra se utilizaba antes
de que este militar se hiciese famoso de costa a costa.
El caso Profumo o la espía que me achuchó
La primera mitad de los años 60 fue, quizá, el
momento más crítico en las relaciones entre bloques durante la Guerra Fría.
También en Reino Unido, donde estaban a punto de descubrir el contraespionaje
que intelectuales de Cambridge llevaban practicando años. Pero no fueron
Anthony Blunt ni Guy Burguess quienes sacudieron la política británica con su
trabajo para la Unión Soviética, sino el Ministro de Guerra conservador John
Profumo, que conoció (bíblicamente) a la joven bailarina Christine Keeler en
1961. La Cámara de los Lores le habría perdonado su desliz (aunque quizá no su
mujer, la actriz Valerie Hobson), si no fuese por un pequeño detalle: Keeler
también había mantenido relaciones con Eugene Ivanov, agregado naval de la
embajada soviética en Londres, estrechamente vigilado por el MI5. En resumidas
cuentas, Profumo la lío pardísima y, aunque en la Cámara de los Comunes lo negó
todo, terminó viéndose obligado a dimitir y el escándalo afectó a las
elecciones de 1964, en las que el Partido Laborista volvió al poder después de
12 años. Keeler, que fue encarcelada por sus relaciones sexuales, terminaría
definiendo el asunto como “un polvo de conveniencia y de muy buena educación”,
como recoge The Guardian.
Catalina de Bora, la mujer que consiguió que
los sacerdotes se casaran
El devenir de los tiempos ha provocado que todo
el mundo sepa quién fue Martín Lutero, líder de la Reforma protestante, pero
muy pocos recuerdan a su esposa Catalina de Bora, venerada especialmente en
Alemania. A los 16 años de edad, Catalina tomó los votos de monja y, como otras
tantas religiosas de su época, empezó a interesarse por el incipiente
movimiento reformista. Ello le llevó a escapar con otras 11 monjas en la
víspera de Pascua de 1523 a Wittenberg, donde fueron recibidas por Lutero. A
pesar de tener un gran número de pretendientes, Catalina lo tenía claro, y su
corazón pertenecía al agustino. Lutero fue uno de los grandes defensores del
matrimonio sacerdotal, como él mismo puso en práctica al casarse con Catalina
el 27 de junio de 1525, una relación de la que nacerían seis hijos.
Faraones que se masturbaban en el Nilo
Una popular leyenda del Antiguo Egipto sugería
que la corriente del río Nilo era producto de la eyaculación del dios solar
Atum, “el que existe por sí mismo” y que surgió del “océano primigenio” a
través de la autofelación, la sudoración y sus lágrimas. Un tipo muy apañado.
Por ese motivo, todos los años, los faraones se masturbaban en el río Nilo para
garantizar que el río era fecundado por una semilla divina. No eran los únicos
que se daban al onanismo: muchas celebraciones egipcias incluían masturbaciones
públicas para demostrar la potencia sexual de los varones.
El rey que pactó con Francia para irse de putas
Durante siglos, los británicos y franceses
fueron grandes enemigos, al menos hasta que Eduardo VII, hijo de la Reina
Victoria, decidió tender una mano a sus vecinos en el pacto que sería conocido
como la Entente Cordiale. Benjamin sugiere que el acercamiento pudo deberse
tanto a razones políticas como personales: Bertie, como era conocido el
monarca, era un fiel aficionado al alcohol, las juergas y las mujeres,
concretamente a las mujeres de los burdeles franceses, aunque entre sus amantes
se contaron figuras históricas como Sarah Bernhardt, Alice Keppel (bisabuela de
Camilla Parker Bowles) o la madre de Winston Churchill. Hasta diseñaron un
simpático asiento en el que poder tumbar su oronda figura para mantener
relaciones con varias mujeres al mismo tiempo. ¿Pudieron ser sus aficiones las
que provocaron que el 8 de abril de 1904 se firmase el tratado de no agresión
entre Francia y Reino Unido, básico en el devenir de la Primera Guerra Mundial?
Huelgas sexuales: nada de hacer el amor hasta
que echemos al presidente
Durante los últimos años se han popularizado
las huelgas sexuales como herramienta de lucha pacífica. Una interesante arma
dados los éxitos de recientes propuestas, como la que llevaron a cabo las
mujeres de Pereira en Colombia para poner fin a las peleas de bandas o la que,
protagonizada por mujeres filipinas, consiguió detener los enfrentamientos
entre tribus vecinas. Algunos documentos señalan que esta clase de huelga se
remonta al año 2.500 a.C., unos cuantos siglos antes de que Aristófanes
escribiese Lisístrata. ¿El caso más sonado? El de la Premio Nobel Leymah
Gbowee, que consiguió detener la guerra civil liberiana entre cristianos y
musulmanes manteniendo las piernas cruzadas.
Gengis Khan es tu padre
El conquistador mongol consiguió unificar uno
de los imperios más grandes de la historia del hombre no sólo con su espada,
sino también con su pene. Su voracidad sexual era ampliamente conocida (llegó a
acumular 36 esposas), aunque al contrario de lo que cabría pensar dado el
salvajismo del mongol, este trataba a sus conquistas con respecto y
consideración. Una investigación publicada en el año 2003 por estudiosos
ingleses señaló que una de cada 200 personas que viven en el mundo y un 8% de
los habitantes de su zona de influencia comparten con Temuyin el cromosoma Y,
que se transmite a los varones y siempre se hereda del padre.
La sangrienta guerra entre los Hatfield y los
McCoy
Aunque en España se desconozca dicho episodio
histórico, en Estados Unidos es relativamente frecuente referirse al
enfrentamiento entre las familias Hatfield y McCoy que se desarrolló entre 1863
y 1891 y que dejó tras de sí 12 cadáveres, 10 heridos y unos cuantos presos en
las cárceles de Virgina Occidental. Aunque las dos familias irlandesas habían
tenido encontronazos durante años, el conflicto estalló cuando Roseanne McCoy
penetró (o mejor dicho, fue penetrada) en lo oscuro con Johnse, hijo de los
Hatfield. Esta última familia anuló todo posible compromiso que limpiase el
honor de Roseanne, lo que dio pistoletazo de salida a un círculo vicioso de
venganzas y guerra sucia hasta que Ellison Hatfield fue ejecutado en la horca
ante miles de personas en el año 1888, momento en que las aguas empezaron a
calmarse.
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