Cómo las palabras de un doctor pueden
enfermarte
BBC Mundo - domingo, 15 de marzo de 2015
Si un médico o una enfermera te
trata bien, te sentirás mejor. Pero si quien te atiende no elige con cuidado
sus palabras, también puede hacerte sentir peor.
El impacto que puede tener sobre
tu salud lo que diga un doctor quedó bien reflejado en una consulta ficticia
que el presentador de la BBC Geoff Watts hizo con el doctor Mark Porter en el
programa Discovery de la BBC.
Como si de una consulta se
tratase, Porter comenzó a hablarle a su supuesto paciente de sus problemas en
las rodillas.
Las explicaciones del doctor se
iban sucediendo en un tono sombrío. "Hay una mala noticia sobre sus
rodillas, señor Watts", le dijo.
Y tras un momento de suspense, le
advirtió de que sus rodillas estaban "desgastadas" debido a una
artritis.
El diagnóstico dio paso a una
buena noticia: hay un tratamiento. Pero fue seguida de nuevo por un tono
pesimista. "La medicación puede ayudar, pero solo un poco".
"Sin embargo, señor Watts,
para ser honesto, debo decirle que es probable que los antinflamatorios para su
dolencia irriten su aparato digestivo provocándole indigestiones, dolores y
náuseas".
En ese punto de esta ficticia
consulta médica el paciente ya se sentía mucho peor que antes, con sus
dolencias exacerbadas. Estaba sugestionado negativamente. Sufría el llamado
efecto nocebo.
"El problema era la forma en
que le presenté el diagnóstico, como confirmando las preocupaciones (del
paciente) de que la rodilla está cayéndose a pedazos, que se desmorona y está
condenado", explicó el doctor Porter. Además le dio una importancia
desproporcionada a los efectos secundarios del tratamiento.
Es más fácil perjudicar al
paciente con el efecto nocebo que beneficiarle con el placebo.
Ambos estaban tratando de
explicar cómo la forma de hablar de un médico a su paciente puede afectar su
salud de una forma importante.
Del efecto nocebo se ha hablado
mucho, pero puede ser aún más poderoso que su hermano bueno.
Los experimentos demuestran que
la simple advertencia sobre ciertos efectos secundarios hace a los pacientes
más propensos a experimentarlos: náuseas, dolores de cabeza, fatigas, diarreas.
Y, lo más revelador: sucede
incluso si las pastillas son inocuas, sin ningún fármaco en ellas.
Ser empático con el paciente
La actitud del médico puede
sugestionar al paciente, sentir que se confirman sus peores temores y
enfermarlo.
Geoff Watts, que antes de
periodista fue investigador científico en temas de salud, explica que "es
más sencillo hacer daño a alguien (con esta influencia) que hacerle bien".
Es decir, que el nocebo se cuela
en nosotros con mayor facilidad que el placebo.
"Y es preocupante",
sostiene, "pues la influencia negativa está al acecho en todas partes: en
los efectos secundarios, en la manera abrupta de hablar de los médicos, en las
noticias de los medios de comunicación, etc".
"El efecto nocebo puede
crear en nosotros unos síntomas tan potentes como los de la sustancia activa de
un medicamento", advierte.
El doctor Porter dio unos simples
consejos a sus colegas de profesión.
Por un lado mantener empatía con
el paciente y ser comprensivo con sus temores.
Y a la hora de prescribir
tratamientos, deben hacer un gran hincapié en las bondades del fármaco, en sus
efectos positivos, y no dar gran importancia a los efectos secundarios.
El lado bueno: maravillas del
placebo
La buena noticia es que, a través
de esa potente conexión entre la mente y el cuerpo, se pueden llegar a
conseguir maravillas con los pacientes.
Un nuevo estudio, llevado a cabo
por investigadores de la Academia Estadounidense de Neurología en enfermos con
párkinson, concluyó que indicando simplemente a los pacientes que un
medicamento era más caro que otro, la mejoría se multiplicaba.
La investigación, que se publicó
en la revista de la American Academy of Neurology, se llevó a cabo en 12
pacientes con párkinson.
Un estudio mostró que el efecto
placebo es mayor cuanto más caro sea el medicamento.
Administraron a cada uno de ellos
dos dosis de placebo, una simple solución salina, indicándoles que se trataba
de dos medicamentos igualmente efectivos, pero de diferente precio. Les dijeron
que uno valía unos 94 dólares y otro más de 1.300.
Al tomar el fármaco caro, las
habilidades motoras de los pacientes mejoraron un 28% en comparación de cuando
tomaban el medicamento barato. Las resonancias magnéticas también mostraban la
mejoría.
Otro estudio también encontró que
los pacientes con depresión a quienes un médico comprensivo y empático les daba
placebo, respondían mejor que aquellos a quienes un psiquiatra frío y distante
les suministraba un fármaco real.
Algunos científicos han planteado
la hipótesis de que los médicos podrían tratar de hacer uso del efecto placebo
para reducir la dosis administrada a los pacientes, compensándola con este
poder de las palabras.
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