Diez tecnologías que no fueron inventadas por
quien tú piensas
El Confidencial - marzo de 2015
La vida no es justa, y la
historia lo es aún menos. En muchas ocasiones, el nombre que pasa a la historia
de la ciencia y la tecnología no es el del verdadero inventor, sino el de
aquella persona que logró perfeccionar la idea inicial hasta hacerla viable
comercialmente. O el que la patentó antes. O simplemente el que tuvo más suerte
o mayores habilidades de marketing que sus compañeros y predecesores.
La ciencia ha sido construida
sobre hombros de gigantes: cada invento tiene detrás a decenas de mentes que,
durante siglos, han hecho posible que hoy disfrutemos de internet o de nuestros
smartphones. Por este motivo a veces es difícil dar un único nombre, aunque
también es verdad que cualquiera podría citar las aportaciones de genios como
Thomas Edison, Guillermo Marconi y Alexander Graham Bell. Por el contrario, es
mucho más difícil encontrar a alguien que conozca a Antonio Meucci, Joseph Swan
o Louis Le Prince, inventores que han caído en el olvido.
Esto no quiere decir que haya que
menospreciar a aquellos inventores a los que la historia ha tratado con más
amabilidad. Su fama no es menos merecida, pues sin su aportación, las
tecnologías que sus nombres abanderan no se habrían difundido como lo han hecho.
Pero tampoco quiere decir que estas diez personas merezcan permanecer en el
ostracismo.
El telescopio
Es difícil pensar en el
telescopio sin hacerlo en Galileo Galilei. El padre de la astronomía moderna
consiguió ver la Luna, las estrellas y hasta Júpiter con esta herramienta que
había construido él mismo en 1609 y mejorado durante 1610. El impacto de este
invento sobre el trabajo del físico italiano y la ciencia en general es
inmenso, pero su creador fue otro.
Normalmente el telescopio se
atribuye a Hans Lippershey, un fabricante de lentes aleman que construyó uno
por primera vez en 1608. Sin embargo, hay otros nombres que luchan por el
título, entre los que se incluyen Jacob Metius y Zacharias Janssen, dos
expertos en lentes neerlandeses. Curiosamente, también hay un nombre español en
la porra: Juan Roget, un fabricante de anteojos de Gerona pudo haber fabricado
el primer prototipo antes que Lippershey, quien luego le habría copiado la
idea.
Lo inventara quien lo inventara,
en cuanto a Galileo le explicaron el ingenio, este fue capaz de construir el
suyo propio con tan sólo la descripción. Puede que la idea no fuera suya, pero
no le costó comprender (y mejorar) el principio óptico del telescopio
El teléfono
Una de las atribuciones erróneas
más sonadas. Alexander Graham Bell ha pasado a la posteridad como el inventor
del teléfono moderno, aunque en realidad el italiano Antonio Meucci se le
adelantó: su telettrofono fue inventado en 1856, cuando logró transmitir la voz
a través de cables para comunicarse con su mujer, enferma, dentro de su propia
casa.
Por desgracia, los problemas
económicos le impidieron construir y comercializar un prototipo, y tampoco
logró patentarlo con éxito. Bell llevó a cabo su primera demostración pública
años más tarde, en 1876, y con ello se llevó el gato al agua. No fue hasta 2002
cuando el Congreso de los Estados Unidos reconoció el papel de Meucci en la
carrera por inventar el teléfono moderno.
La radio
El papel de Guillermo Marconi en
la comercialización de este dispositivo fue imprescindible, y gracias a su
trabajo esta fue un éxito comercial. Pero no es el verdadero inventor de la
radio. Huelga decir que sin el trabajo de muchos físicos, incluido el de
Heinrich Hertz, descubridor de las ondas electromagnéticas, la radio moderna no
existiría, pero el propietario de las primeras patentes al respecto fue un
científico bien conocido. Nada más y nada menos que Nikola Tesla.
Marconi conocía el trabajo del
olvidado investigador, y la patente del italiano se basó en muchos otros
trabajos previos, incluido el de Tesla.
La bombilla
En este caso fue el empresario
con el ingenio necesario para perfeccionar el invento el que se llevó la
gloria. Hablamos de Thomas Alva Edison, considerado popularmente como el padre
de la bombilla. Su primera patente data de 1878, pero la primera prueba no tuvo
éxito hasta 1879. A Joseph Swan, por el contrario, se le encendió la bombilla
en 1878, un año antes de que Edison lo lograra.
Los méritos de Edison no son
despreciables, pues consiguió lo que Swan (que posteriormente sería su
colaborador) no pudo: obtener un vacío suficiente en el interior del bulbo de
cristal como para que este durara encendido lo suficiente. En esta historia
tampoco puede caer en el olvido Humphry Davy, un químico británico que demostró
en 1809 que un hilo de platino iluminaba al volverse incandescente.
El submarino
Otra tecnología con muchos
nombres a sus espaldas, en la que dos españoles pelean por ser los inventores
del primer submarino moderno, que no funcionaba a pedales sino con combustión
interna. El cartaginés Isaac Peral suele ser la primera persona que viene a la
mente, gracias a su Peral, botado en 1888. El modelo de Narciso Monturiol, no
obstante, se adelantó unos años con su Ictíneo II, que estaba construido en
madera en lugar de acero y que logró su primera inmersión exitosa en 1864.
El cine
El cine es una palabra que se
asocia rápidamente a los hermanos Lumière, autores del primer cinematógrafo,
que da nombre al cine actual. Estos dos inventores franceses llevaron a cabo la
primera exhibición en 1895. Aunque los Lumière popularizaran el invento, suele
reconocerse a Edison como el autor de la primera película, en 1891, en forma de
kinetoscopio.
Sin embargo, el desconocido Louis
Le Prince es, probablemente, el verdadero padre del cine, con grabaciones
filmadas mucho antes, en 1888. El motivo por el cual este olvidado pionero
nunca ha sido debidamente reconocido reside en su misteriosa desaparición a
bordo de un tren en 1890. Jamás se supo el motivo ni se encontró su cadáver,
aunque algunas de las muchas teorías conspiranoicas al respecto señalan a
Edison como el culpable (chascarrillos carentes de pruebas, pero que sí
ejemplifican la dureza con la que el inventor trataba a su competencia).
El coche
La historia del automóvil va
indisolublemente ligada a la de Henry Ford, debido a modelos clásicos tan reconocibles
como el famoso Ford T. Sin duda Ford revolucionó la industria con sus cadenas
de producción, que lograron que la adquisición de estos vehículos se extendiera
entre la población y dejara de ser exclusiva de los más pudientes.
Pero no es Ford el padre del
automóvil moderno (entendido como un vehículo impulsado por gasolina), sino
Karl Benz que patentó su Motorwagen de tres ruedas en 1886. Ford, por su parte,
desarrolló su primer cuadriciclo en 1896.
El avión
Muchos pioneros se jugaron la
vida (y la perdieron) a los mandos de los primeros aeroplanos. Fueron los
hermanos Wright quienes patentaron el aeroplano en 1908, y lograron el primer
vuelo exitoso en 1903 y por ello suelen considerarse como los inventores del
avión.
Mucho menos conocido es el nombre
de Richard Pearse, un agricultor neozelandés que logró aterrizar una máquina
voladora meses antes que los estadounidenses. Aunque en este caso, puede que el
honor de los hermanos Wright permanezca intacto, pues las pruebas de esta
hazaña no son contundentes. El propio Pearse descartaba haber sido el primero
con humildad, y admitía que su primer vuelo aceptable no sucedió hasta 1904.
Internet
Un invento tan reciente como
internet no tiene un creador claro, hasta el punto de que incluso Al Gore
alardea de haber participado en su desarrollo. El responsable más citado suele
ser el ejército de los EEUU, así en general. Y no es una afirmación errónea: la
Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa (DARPA, por sus
siglas en inglés) jugó un papel importante en su nacimiento.
Pero pocas veces se cita el
nombre de Joseph Licklider, un psicólogo y científico de la computación que
describió, en 1960, el concepto de ordenadores conectados que hoy llamamos
internet.
La interfaz gráfica de usuario y los
escritorios
Hasta la aparición de las
interfaces gráficas, la interacción entre personas y ordenadores era un proceso
complejo reservado para los expertos. Un mito tecnológico bastante popular
asegura que Bill Gates le robó la idea a Steve Jobs. Pero esta innovación no
vino de Microsoft ni de Apple, porque el primer ordenador en contar con estas
características fue el Xerox Alto de 1973 (que también fue el primero con un
ratón).
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