Un canalazo
César Hildebrandt
García no necesita arrebatar licencias ni cancelar concesiones. Le basta la falta de escrúpulos y
El operativo de ayer ha sido al más puro estilo chavista. Veremos si el gran novelista que se enfrenta al protodictador boliviariano dice algo al respecto.
Examinemos el asunto. Hace años que Panamericana Televisión, con Genaro a la cabeza, le debía a
Genaro debía y debía y
Pero no lo hacía porque Genaro seguía “ganando” en ese poder judicial en el que se movía como piraña en agua sucia. Cautelar tras cautelar, juez tras juez, volando del cono norte a una sala civil previamente aceitada, Genaro producía amparos como si fueran telenovelas de clase B.
Y por eso es que
¿Por qué ha esperado
Porque el viernes 29 de mayo, el decimo-segundo juzgado civil había terminado con la administración de Genaro Delgado Parker. Y era inminente el retorno a la situación previa al 2003, el año en el que Genaro, alegando que el Canal estaba en manos corruptas, entró al Canal para “administrarlo judicialmente”.
Seis años ha durado esa “administración judicial”. Durante este sexenio, Genaro ha quebrado y saqueado la empresa que originalmente fundara. Y ahora, previo trato bajo la mesa, se va tranquilo a su casa. Le deja el Canal a García (o sea a
Los tres, juntos y revueltos en el caldo de Sunat que se ha cocinado en Palacio, son el nuevo banquete de García. Con ellos está virtualmente garantizado el retorno, por lo más empinado de sus altas cualidades, de Chichi Valenzuela, archiamiga de Roque Benavides y publicista del presidente de
Lo más grave de todo esto es que el zarpazo de ayer invade los fueros del poder judicial y se interpone, de un modo legicida, en medio de un proceso que ha durado seis largos años y había sido resuelto nada menos que en
Si García amase la ley podía haber esperado el cese de la gestión de Delgado Parker, la transferencia en orden a la administración señalada por los jueces y, luego, la intervención de
La pregunta es ahora por qué
No lo hará porque Frecuencia Latina ya está alineada con el
fujimorismo, aliado penal de García. Y porque esto no es un asunto de impuestos sino de conveniencia política.
Conozco muy bien al flamante administrador Alberto Cabello. Fue el gerente que me dijo, en su oficina de Canal 2, que me rescindían el contrato por no “estar afiatado” con el resto de los programas periodísticos de la emisora. Y sólo porque me negué a la idea de integrarme al coro ultraconservador que, en enero del 2006, empezaba a ser unánime en la televisión “del sistema”.
Cabello es un operador eficaz de quien sea. En este caso, para pena de su biografía, lo será de Nava y Chirito, de García y de Nores, de Cornejo y de Kouri, de Ventanilla y los Rodríguez Banda.
Cuando América TV entró en insolvencia y se sometió a un proceso concursal, también le debía millones de soles a
Y si el apellido Schutz está manchado –y lo está- y no era dable que Panamericana pasara de Carita a Tirifilo, ¿por qué entonces el gobierno de García no licitó esa licencia? ¿Por qué no se la retiró a Genaro, visitador de Montesinos y solicitante de favores en la salita del SIN?
Quizá no lo hizo porque nadie podía garantizar, ciento por ciento, a qué manos iría a parar Canal 5 tras una puja limpia y convenientemente supervisada por algún organismo neutral.
Si los Schutz no huelen a rosas sino a maletín de deportes y a avaricia sudada y a suizo bamba, ¿a qué huele lo perpetrado ayer?
Huele a García. Recordando a Tennessee Williams: huele a mendacidad. A fajo metido en el sobaco. Huele otra vez a “canalazo” comprado entre sombras.
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