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martes, 2 de junio de 2009

Saqueadores

Un canalazo

César Hildebrandt

García no necesita arrebatar licencias ni cancelar concesiones. Le basta la falta de escrúpulos y la Sunat, su banda de saqueadores propia, para hacerse con un canal de televisión.

El operativo de ayer ha sido al más puro estilo chavista. Veremos si el gran novelista que se enfrenta al protodictador boliviariano dice algo al respecto.

Examinemos el asunto. Hace años que Panamericana Televisión, con Genaro a la cabeza, le debía a la Sunat decenas de millones de soles. He sido de los pocos que, tercamente, ha exhibido, en la TV y en cuanto foro me ha tocado hablar, los documentos respectivos.

Genaro debía y debía y la Sunat no cobraba. No cobraba porque no tenía la orden de García. Y porque Panamericana era el bazar noticioso del Apra y la megafonía de ese silencio que al gobierno aprista le agrada tanto.

La Sunat ha podido embargar a Genaro hace cuatro años, cuando su deuda ya sobrepasaba los 40 millones de soles. O en enero del 2009, cuando ya estaba en los 104 millones.

Pero no lo hacía porque Genaro seguía “ganando” en ese poder judicial en el que se movía como piraña en agua sucia. Cautelar tras cautelar, juez tras juez, volando del cono norte a una sala civil previamente aceitada, Genaro producía amparos como si fueran telenovelas de clase B.

Y por eso es que la Sunat no lo embargaba. Porque si lo embargaba, lo quebraba. Y el asunto era que Genaro tenía que seguir administrando el Canal 5. Porque con él y con su rabo de paja kilométrico, García se aseguraba un contenido piadoso, mentiroso o resbaloso (marque usted la X).

¿Por qué ha esperado la Sunat hasta el lunes 1 de junio del 2009?

Porque el viernes 29 de mayo, el decimo-segundo juzgado civil había terminado con la administración de Genaro Delgado Parker. Y era inminente el retorno a la situación previa al 2003, el año en el que Genaro, alegando que el Canal estaba en manos corruptas, entró al Canal para “administrarlo judicialmente”.

Seis años ha durado esa “administración judicial”. Durante este sexenio, Genaro ha quebrado y saqueado la empresa que originalmente fundara. Y ahora, previo trato bajo la mesa, se va tranquilo a su casa. Le deja el Canal a García (o sea a la Sunat) y a los señores Roque Benavides, compañero de pachanga y de impuestos no cobrados, Pablo Cateriano, lobista de almas tomar, y Alberto Cabello, de quien podría decirse, robándole palabras a Vallejo, que es lóbrego mamífero y se peina.

Los tres, juntos y revueltos en el caldo de Sunat que se ha cocinado en Palacio, son el nuevo banquete de García. Con ellos está virtualmente garantizado el retorno, por lo más empinado de sus altas cualidades, de Chichi Valenzuela, archiamiga de Roque Benavides y publicista del presidente de la República.

Lo más grave de todo esto es que el zarpazo de ayer invade los fueros del poder judicial y se interpone, de un modo legicida, en medio de un proceso que ha durado seis largos años y había sido resuelto nada menos que en la Corte Suprema.

Si García amase la ley podía haber esperado el cese de la gestión de Delgado Parker, la transferencia en orden a la administración señalada por los jueces y, luego, la intervención de la Sunat. Eso habría sido burdo y apenas legal. Lo de ayer ha sido chusco y repulsivo.

La pregunta es ahora por qué la Sunat no embarga y administra a Frecuencia Latina, que le debe 54 millones de soles que se niega a pagar desde hace más de cinco años.

No lo hará porque Frecuencia Latina ya está alineada con el

fujimorismo, aliado penal de García. Y porque esto no es un asunto de impuestos sino de conveniencia política.

Conozco muy bien al flamante administrador Alberto Cabello. Fue el gerente que me dijo, en su oficina de Canal 2, que me rescindían el contrato por no “estar afiatado” con el resto de los programas periodísticos de la emisora. Y sólo porque me negué a la idea de integrarme al coro ultraconservador que, en enero del 2006, empezaba a ser unánime en la televisión “del sistema”.

Cabello es un operador eficaz de quien sea. En este caso, para pena de su biografía, lo será de Nava y Chirito, de García y de Nores, de Cornejo y de Kouri, de Ventanilla y los Rodríguez Banda.

Cuando América TV entró en insolvencia y se sometió a un proceso concursal, también le debía millones de soles a la SUNAT. Fueron, sin embargo, los diarios “El Comercio” y “La República” los que se hicieron dueños del canal. En el peor de los casos, esa habría sido una salida bastante menos mafiosa que la elegida por García.

Y si el apellido Schutz está manchado –y lo está- y no era dable que Panamericana pasara de Carita a Tirifilo, ¿por qué entonces el gobierno de García no licitó esa licencia? ¿Por qué no se la retiró a Genaro, visitador de Montesinos y solicitante de favores en la salita del SIN?

Quizá no lo hizo porque nadie podía garantizar, ciento por ciento, a qué manos iría a parar Canal 5 tras una puja limpia y convenientemente supervisada por algún organismo neutral.

Si los Schutz no huelen a rosas sino a maletín de deportes y a avaricia sudada y a suizo bamba, ¿a qué huele lo perpetrado ayer?

Huele a García. Recordando a Tennessee Williams: huele a mendacidad. A fajo metido en el sobaco. Huele otra vez a “canalazo” comprado entre sombras.

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