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domingo, 28 de junio de 2009

Calcio



Un 'calcio' para gigantes sin regate


Entrenadores y jugadores ven estancado al fútbol italiano porque ya no valora la técnica



Platini, Zico y un tal Maradona se fueron al calcio corriendo después de que Italia ganara en Madrid el Mundial de 1982. Los mejores jugadores extranjeros tenían prisa por jugar en la mejor Liga. Después de que Italia repitiera título en Berlín, en julio de 2006, buena parte de aquel grupo de campeones hizo las maletas y emigró. Cannavaro y Zambrotta, a España; Grosso, a Francia, y Toni, a Alemania. Huían de un calcio tramposo, mermado por el Moggigate. Tres años después también se marchan los talentos extranjeros (Kaká) y los técnicos de casa (Ancelotti). Los que llegan son los que están de vuelta o buscan reencontrarse, caso de Ronaldinho y Beckham.



El fútbol italiano ya no seduce. Es territorio de nadie. No nacen talentos o, si nacen, no tienen salida. Prevalecen el físico y la táctica y se descuida todo lo demás. Algunos clubes, como el Milan, se han convertido en equipos para jubilados. La gente prefiere ver los partidos en casa porque los estadios son muy antiguos, de difícil acceso y cada domingo están más vacíos. Tanto, que la Juve -el equipo con más aficionados de Italia- ha construido uno nuevo con capacidad para 40.000 espectadores (es decir, lo mismo que San Mamés y el nuevo estadio del Espanyol). "Es que la media de los últimos 10 años en el antiguo Delle Alpi era de 35.000..., así que mejor algo más pequeño y acogedor", explica Jean Claude Blanc, director general del Juventus tras sustituir a Moggi. Blanc se resiste a pensar que el fútbol italiano aburre comparado con la Liga española y la Premier. "El problema de los estadios vacíos no es el aburrimiento. Calidad hay. Se juega un gran fútbol, pero se ve poco. El fútbol inglés, en cambio, es un producto mejor vendido. Cuando voy a Francia, casi nadie pone partidos del Inter o del Milan, pero, si quiero ver el Arsenal, no hay problemas", explica.



Su visión, más comercial que deportiva, contrasta con la de los hombres de fútbol, los que han crecido comiendo pan con balón. Carletto Mazzone, el que fuera entrenador de Guardiola en el Brescia, tiene un lema. Lo aplicó incluso cuando militaba en Tercera. "Palla a noi, palla a terra, giochiamo noi". Es algo así como la pelota es nuestra, hay que conducirla a ras de césped y jugarla siempre. "El calcio está perdido, estancado. No avanzamos porque desde hace años aquí lo que importa es la táctica y la fuerza física. Hemos abandonado el resto. Por eso gente como Giuseppe Rossi no encuentra sitio...", dice.



La fuerza física es lo que siempre ha caracterizado a la selección italiana y, de hecho, es una de las virtudes que destaca Marcello Lippi junto al carácter y a la eficacia. Pero la fuerza física por sí sola es la que más daño está haciendo al fútbol base. "Se privilegia el físico más que la técnica. El Inter gana porque, físicamente, es muy fuerte, pero eso en Europa no vale y no es competitivo en la Champions", argumenta Giuseppe Bergomi, defensa del Inter durante 20 años y ahora comentarista televisivo. En sus ratos libres se recorre los campos de las categorías inferiores de su ex equipo: "Se ha hecho tanto hincapié en el físico que ahora, en los filiales, ya no se ficha a gente que mide menos de 1,85 metros. El 1,80 de toda la vida empieza a no ser suficiente. Sin esa característica, no te ficha nadie a menos que seas Messi". Y cuenta con los dedos de dos manos los jugadores del filial del Inter que miden más de 1,85.



"El fútbol italiano tiene dos problemas. Siempre hemos pensado que la preparación física y la táctica eran lo único que valía para resolver cualquier problema. Como ha ido bien, se ha descuidado lo demás. En todo esto influye la herencia de Sacchi: hemos copiado su peor defecto, lo de tener la pelota y esperar y esperar. Si no tienes a jugadores con la personalidad de Gullit o Van Basten, eso es inviable", explica Sandro Mazzola, quien se retiró hace 32 años. Era otra cosa entonces. Y ahora, dice, se queda helado cuando ve a los más pequeños: "El otro día, en un torneo de infantiles, vi una imagen que es el reflejo de nuestro fútbol: un niño de 12 años intentó dos regates seguidos, el segundo le salió mal y el entrenador le echó la bronca. ¡Que le deje! Igual nunca será un Del Piero o un Totti, pero un chico, si no es libre de inventar, se convertirá en un mediocre".

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