Brasil entierra el sueño de EE UU
La 'canarinha' consigue su tercer título de
Los primeros diez minutos del partido no dieron ningún motivo para pensar que este torneo volvería a dar una sorpresa. La selección estadounidense parecía tener los cartuchos quemados tras la heroica defensa que montó contra España y Brasil se paseaba por el campo con confianza y fluidez. Hasta que marcó Dempsey en el primer ataque estadounidense y el equipo se lo empezó a creer. Brasil chocaba permanentemente contra el mismo muro defensivo que neutralizó los 29 remates de España el miércoles pasado. Tras esta competición, el central Onyewu, frío y monumental, tiene que haber despertado el interés de alguno de los grandes clubes europeos.
Y entonces Estados Unidos marcó el segundo gol, fruto de un contraataque impecable, de manual, que empezó en el borde de su área. Cinco toques y Donovan, otro héroe contra España, colocó un zurdazo que el gran portero brasileño, Julio César, no pudo hacer nada para parar.
Nada más arrancar el segundo tiempo, el sueño de EE UU se empezó a esfumar. Luis Fabiano marcó un maravilloso gol desde el borde del área. Tenía que ser un gran gol, raso y rozando el palo, para superar a Howard, el mejor portero del torneo, candidato ?la selección española no lo cuestionaría? para ser el mejor jugador.
Brasil se lo creyó. La defensa estadounidense seguía haciendo una buena imitación de los espartanos en la batalla de las Termópilas, pero, cuanto más pasaba el tiempo, más y más jugaba a la desesperada, al borde del precipicio. Tuvo incluso un gran golpe de suerte cuando el árbitro no vio que un cabezazo de Kaká había cruzado la línea del gol. Fue el nuevo fichaje del Madrid el que creó el gol del empate, un centro al área pequeña, tras dejar al lateral derecho estadounidense plantado, que Luis Fabiano acabó cabeceando contra la red.
Hubo un par de sustos más para Brasil. La suerte se les agotó a los estadounidenses, pero un equipo formado por jugadores despreciados por todas las grandes Ligas europeas podría haber hecho lo imposible. Hasta que Lucio, el gran capitán brasileño, el más incansable de su selección, salvó el honor de su país con un gran gol de cabeza. El talento y la experiencia se impusieron a la fuerza de la voluntad, al efecto Obama. Pero el alivio y el júbilo en las caras de los jugadores brasileños cuando sonó el pitido final dieron la medida de la hazaña estadounidense. El trofeo, otro trofeo, volvió a Brasil. Pero la valentía, y buena parte de la gloria, pertenecen a la selección de Estados Unidos.
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