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jueves, 21 de agosto de 2008

Bolt

El bólido amarillo

En los 200 metros, Usain Bolt se pareció mucho a un auto de Fórmula

¡Madre mía! ¡Que tromba! Ese hombre de piel oscura, luciendo una camiseta amarilla con dibujo verde. Me da la impresión de conocerlo por su impresionante velocidad y sus tremendas zancadas. La toma de la cámara de televisión desde arriba, me da la sensación de estar viendo una carrera de Fórmula Uno. Ahí vienen. Están en plena curva y van a ingresar a la recta final.

Por el andarivel 5, el piloto del bólido de amarillo y dibujo verde aprieta el pie en el acelerador. La cámara se acerca, diviso el número 2163, es Usain Bolt el súperman de los 100 metros, que esta vez está concentrado al máximo, no abandona el ritmo a pesar de su amplia ventaja, le bajan la bandera a cuadros, dio unos pasos con vista clavada en el alto cronómetro y, al ver en él la marca de 19s30, se tiró en el suelo, mirando al cielo, con los brazos extendidos hacía los costados y las piernas abiertas.

Lo hizo: 19.30 segundos. Por dos centésimas, Usain Bolt batió el récord mundial de 200 metros, con 0.9 de viento en contra, en posesión del estadounidense Michael Johnson desde el 1 de agosto de 1996 en los Juegos Olímpicos de Atlanta, sellado con 0.4 a favor.

El jamaiquino marcó otra monumental carrera y esta vez no se dejó ir cuando se distanció lo suficiente para asegurar su corona olímpica, como hizo en los 100 metros. En la recta, alejado de sus rivales, siguió aumentando la frecuencia de su potente paso, el pecho recto hasta la línea de meta, en la que quiso arañar unas milésimas echándose hacia delante.

Su tiempo de reacción fue el segundo más rápido (0.182), sólo superado por Martina. Bolt se incorporó con eficiencia para encontrar la posición en la que despliega su mejor tranco. Brazos y rodillas se acompasaron para regalar otra noche mágica a los Juegos.

Las muchas dudas de que bajara de los libros de records a Johnson en un duelo a través del tiempo se disiparon en 19s30 segundos. Por una parte, ésta era la distancia en la que había despuntado hasta que hace tres meses decidiera probar el hectómetro y descubrirse como el sprinter definitivo, enorme y poderoso. Por otro, se valoraba la longevidad de la plusmarca de Atlanta, prueba de su dificultad extrema, y se le sospechaba, malignamente, una dejadez en la final, un interés por ponerle precio al récord mundial en los mítines venideros.

El vértigo que producía la traslación teórica de su marca de 100 metros al doble hectómetro ha cedido el paso a la realidad. Michael Johnson tenía el récord de 200 en 19.32 con una mejor marca de 10.09 en 100, de modo que, con toda su espectacularidad, era previsible su explosión en la final de 200 siempre y cuando no se relajara en los últimos metros, como había hecho en sus siete carreras precedentes.

Bolt es el noveno atleta en ganar los 100 y 200 metros en un mismo Juego, entre los que se encuentran Jesse Owena (1936), Bobby Joe Morrow (1956), Valery Borsov (1972) y Carl Lewis (1984). Pero existe una enorme diferencia respecto a sus antecesores, el jamaiquino es el único en lograrlo con récords mundiales en las dos distancias.
"No me comparen con Superman, ni Flash Gordon, ni Michael Phelps. Yo soy Bolt, Usain Bolt. No compito con los demás como ellos, sino mi lucha es contra mí mismo", expresó a carcajadas ante los periodistas. Para concluir: "Agradezco las felicitaciones por mi cumpleaños. Los voy a invitar al festejo después que ganemos la posta 4x100".

No hay hombre más veloz que él. No hay rival que le pueda siquiera hacer sombra. No hay marcas que no pueda batir. No hay prueba que le sea esquiva. Esa sensación que siento viéndolo correr no es frecuente. Buscando la razón, advertí que Boldt está conformado del material con que se fabrica los sueños. Y lo que estoy viendo pasará a la historia y me viene la duda, ¿será cierto o es sólo mi imaginación?

Repito una y otra vez las grabaciones de las dos carreras. Se repite esa sensación que no la tuve con nadie más en estos Juegos. Entonces, llegué a la conclusión que Bolt ha hecho posible que vuelva a creer en los sueños, aunque para algunos sean juguetes de cristal. Salud jamaiquino, mis sueños dicen que alcanzaras marcas superlativas, inclusive en los 400 metros.


Eduardo Alperín es periodista deportivo desde 1958. Fue prosecretario de deportes del diario La Nación de Buenos Aires y cubrió los Juegos Olímpicos de Montreal 76, Moscú 80, Los Angeles 84, Seúl 88, Barcelona 92, Atlanta 96, Sydney 2000 y Atenas 2004. Fue jefe de prensa del Comité Olímpico Argentino entre 1995 y 2002. Actualmente, cubre el área de prensa de ESPN Sur y es columnista de ESPNdeportes.com.

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