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viernes, 22 de agosto de 2008

Agua

Agua de beber

Hace unas semanas he mencionado sobre la adicción que causan algunos de las bebidas embotelladas o enlatadas, principalmente las cola-light con sustitutos artificiales del azúcar. Parte de la adicción es natural pues beber es una necesidad; somos cerca de 70% agua.

Sin embargo, esta necesidad de beber tiene actualmente algunos aspectos y matices que nunca había tenido. El fenómeno, aparentemente mundial de consumir agua embotellada, ha experimentado un crecimiento mayúsculo en los últimos 6 - 10 años, dependiendo del país que se tome como punto de referencia. Este crecimiento ha provocado crisis ecológicas en los meses cálidos en Venecia, por ejemplo, donde el ayuntamiento ha impuesto medidas para contener la proliferación de botellas de plástico vacías, muchas de ellas traídas desde terra firme.

Beber agua embotellada se ha convertido, también, en moda, o fashion según se quiera hablar. Parece que en los EEUU ha llegado al grado que algunas rutilantes estrellas de Holywood tratan de diferenciarse de las otras por la marca de agua que beben. Esta popularidad, del agua embotellada, –dejemos a las stars para otra ocasión- ha provocado que además del residuo plástico, el agua de moda ha de ser trasportada miles de kilómetros alrededor del mundo, desde glaciares exóticos o remotas montañas, contribuyendo así a la contaminación atmosférica. Y todo por el lujo de beberla (mostrarla?) en sitios chic a un precio que puede elevarse hasta 1 000 veces el precio del agua del grifo.

Así, la pregunta inaplazable es: cual es mejor ¿la del grifo o la embotellada?

La organización mundial de la salud opina que el agua embotellada no aporta más beneficios a la salud que la de grifo. Este consejo evidentemente considera que el agua municipal cumple con las normas del agua potable. La decisión es, parece, que depende del gusto, fashion, ....o del bolsillo.

Sin embargo este fenómeno de beber agua embotellada tiene rostros insospechados. Ocurre que el hábito ha conducido a condiciones que, patológicamente, eran muy raras hace unos años. Los médicos especializados en medicina deportiva y entrenadores han constatado que beber agua en exceso durante las sesiones de ejercicio puede ser peligroso. De hecho, en actividades que conllevan ‘actividad física prolongada’, la intoxicación por fluidos es más común que la deshidratación. El nombre médico de esta intoxicación es hiponatremia.

El exceso de agua en el cuerpo provoca que las sales del cuerpo se diluyan a tal grado que los lazos electroquímicos se vuelven tan débiles que ocasionan mareos, vómitos, problemas respiratorios y fatiga. La doctora Louise Sutton de la universidad metropolitana de Leeds, en Inglaterra, explica que durante esas sesiones prolongadas o intensas de ejercicio, la excreción de los riñones disminuye y en casos extremos el agua se retiene en el organismo. Esta puede ser absorbida, especialmente por las células del cerebro, y así esa retención provoca que el cuerpo detenga sus funciones primarias como son respirar y el ritmo cardiaco. El tratamiento consiste en hacer ingerir cantidades pequeñas de una solución salina muy concentrada. En algunos casos esta intoxicación puede llegar a ser fatal, añade.
El professor T. Noakes de la Universidad de la ciudad del Cabo - considerado una autoridad en hiponatremia- ha criticado en el British Journal of Sports Medicine a la industria de las bebidas deportivas (estas también causan la intoxicación).

Estas empresas internacionales han hallado un nicho muy lucrativo, según relata el profesor T. Noakes, al presentar sus productos al público general que hace deporte como ‘un medicamento que debe ingerirse para evitar la insolación y mejorar el desempeño. Yo creo que el cuerpo está adaptado para soportar una deshidratación moderada; después de todo hemos evolucionado de cazadores- ellos tenían que correr y perseguir a sus presas en las calientes planicies africanas. Ellos no hacían una pausa para beber. Los fisiólogos crearon la hipótesis, no probada, que deshidratarse, aún en el menor de los grados, durante el ejercicio pudiera ser fatal. La industria de las bebidas deportivas usa esa ciencia equivocada para promover sus productos’.

Ha habido corredores que han muerto de hiponatremia, añade Noakes, pero aún no he sabido de alguna muerte por deshidratación en la historia de competencias de maratones.

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