¿Cuál es el pecado más grande en una cancha de
fútbol?
BBC Mundo - marzo de 2015
Pelear no está bien, morder es irracional y el
codo es demasiado peligroso. Un cabezazo es de cobardes, los árbitros son
intocables y un escupitajo es visualmente desagradable.
Históricamente en el fútbol han trascendido
frases como "en el campo todo está permitido", "lo que pasa en
una cancha se queda en una cancha" y "el fútbol es para
hombres", en referencia a que se trata de un deporte de contacto.
Pero el deporte más popular del planeta tiene
códigos de comportamiento que están estipulados en un reglamento, que
frecuentemente los jugadores se suelen saltar por la adrenalina el momento y el
deseo por ganar.
Pero ¿cuál es el límite permitido? ¿Hasta qué
punto puede llegar un jugador antes de ser señalado? El exfutbolista
profesional y comentarista de la BBC, Steve Claridge, nos ayuda a buscar cuál
es el mayor pecado del fútbol.
Escupir
Cissé pidió disculpas por su acción a Evans y a
los aficionados del fútbol.
La imagen de los futbolistas escupiendo no es
algo nuevo en el fútbol. Lo hacen repetidas veces durante el partido, pero el
destino suele ser el propio campo de juego.
Sin embargo, hay ocasiones en que la agresión
entre futbolistas se hace por intermedios de escupitajos, como el que ocurrió
esta semana entre Jonny Evans, del Manchester United, y Papiss Cissé, del
Newcastle.
Una imagen famosa fue la del holandés Frank
Rijkaard escupiendo dos veces al alemán Rudi Voeller en la Copa del Mundo de
1990.
Rijkaard escupió a Voller dos veces.
"Fue y es la regla no escrita que es algo
que no se hace", dijo Claridge. "No te rebajas a ese nivel. No sólo
en el fútbol, incluso en la vida, simplemente no se hace".
"No es el comportamiento que queremos ver,
pero en comparación con un daño físico, es algo con lo que los jugadores pueden
lidiar".
Peleas
El término "pelear" es algo que se
utiliza mucho en el fútbol, pero metafóricamente. Es muy extraño ver a
jugadores enfrascados en un intercambio de golpes como si estuvieran sobre un
cuadrilátero.
Los empujones y enfrentamientos son frecuentes
sobre la cancha.
Entre los casos que han ocurrido están el duelo
entre Francis Lee y Norman Hunter en el fútbol inglés en 1975 y la vez que
Hristo Stoichkov fue suspendido de por vida por su agresión en la final de la
copa búlgara en 1985.
"La pelea es la consecuencia de algo. No
es algo para tener muy cuenta ya que forma parte de un juego que es
físico", consideró Claridge.
"Estas cosas pasan y una vez que pasa, ya
está".
Codazos
Luis Enrique llora de rabia después de recibir
el golpe de Tassotti.
Es difícil olvidar la imagen de Luis Enrique,
actual entrenador del Barcelona, sangrando desconsoladamente durante el duelo
de octavos de final entre Italia y España en el Mundial de 1994.
El español fue víctima de un codazo del
defensor Mauro Tassotti, que supuso una suspensión de ocho partidos al jugador
italiano.
"Tu puedes ver cuando se lanza un codazo o
cuando alguien va legalmente a buscar un balón con la cabeza", explicó el
exfutbolista, que pasó por 22 clubs en su carrera.
"Puede causar un daño grave, extremadamente
grave. Si lo hacías hace 20 años no hay dudas de que habría represalias. La
otra persona iría a por tí".
Empujar al árbitro
La agresión del italiano Paolo di Canio al
colegiado Paul Alcock durante el partido entre Sheffield Wednesday y Arsenal en
1998 dejó conmocionado a todo el fútbol inglés, que nunca había presencia un
hecho similar.
El polémico Paolo di Canio dejo una huella que
será difícil de borrar en el fútbol inglés.
Di Canio fue castigado con 11 partidos y tanto
aficionados, medios de comunicación y jugadores quedaron horrorizados por su
"falta de respeto" al árbitro.
"No lo hirió y fue más un insulto a las
autoridades", recordó Claridge, pero no por eso dejó de ser importante.
"Es un problema para las categorías
inferiores, una maldición del fútbol base, de formación. Pero al máximo nivel
sabes el castigo y no suele pasar".
"Igual es difícil mantener un equilibrio,
porque si no te encimas al árbitro y peleas por tu equipo te acusan de no tener
pasión, pero si lo haces te consideran un matón. Como jugador sabes cuándo te
pasaste de la raya".
Hacer trampa
En Inglaterra todavía sigue carcomiendo el
primer gol del argentino Diego Armando Maradona en el Mundial de México en
1986.
Una imagen que permanece latente en la mente de
los aficionados ingleses.
No se olvidará jamás. Su carrera, su salto, su
mano, su celebración. Es la mayor trampa que jamás han visto en una cancha,
multiplicada por la maravilla del segundo gol del capitán argentino y la
eliminación de Inglaterra.
"Te queda dentro del cuerpo. Te hicieron
trampa. Te dan ganas de vengarte de esa persona que te engañó, pero la verdad
es que no te hizo ningún daño físico. Pero a nivel emocional es algo malo. Sólo
esperas que esa persona sea castigada como se merece".
Expresiones racistas
Luis Suárez fue castigado con ocho partidos por
lo que el calificó una mala interpretación lingüística tras hacer referencia al
color de la piel del francés Patrice Evra.
Suárez insiste que le dijo nada racista a Evra.
El castigo para John Terry fue menor, por lo
que para evitar que haya lugar a interpretaciones, la UEFA estableció un mínimo
de 10 partidos a cualquier jugador que sea culpable de racismo en una cancha.
"Considero, que más allá que sea horrible
emocionalmente, los jugadores han sido abusados verbalmente durante años por
jugar fútbol y desarrollan una coraza muy resistente. Creo que los jugadores se
preocupan más de una lesión física que algo verbal. Igual se sabe que es algo
que no es algo que tú haces".
Claridge resalta que la percepción general en
el fútbol es que el racismo es algo entre blancos y negros, "pero no es
así, ya que hay muchas comunidades".
"Honestamente no he visto mucho racismo en
el fútbol, no dentro de la cancha".
Pretender una lesión
La secuencia es lanzarse al suelo, gritar, dar
vueltas y exagerar. Las mínimas diferencias pueden determinar el desenlace de
un juego y eso lo saben los futbolistas.
Rivaldo se tapa la cara pese a que el balón le
pegó en una de las piernas.
Rivaldo hizo expulsar a un rival durante el
Mundial de 2002 al engañar al árbitro, haciéndole creer que había sido golpeado
en la cara cuando todo el mundo vio que el balón le pegó en una pierna.
Según el vicepresidente de la FIFA, Jim Boyce,
estas actuaciones son un "cáncer para el juego".
Cabezazos
El mundo del fútbol se frotó los ojos cuando
presenció a la leyenda francesa del balón, Zinedine Zidane, clavar su cabeza en
el pecho del italiano marco Materazzi en la final del Mundial 2006. Fue el fin
de la carrera de Zidane, una imagen que quedó inmortalizada en una estatua de
bronce en Qatar.
Zidane acabó su carrera con un momento de
furia.
Pero Zidane no es el único que ha reaccionado
de esa manera sobre una cancha de fútbol.
"Si alguien me da un cabezazo es motivo de
pelea. Es un acto cobarde. Si quieres pelear contra alguien, simplemente
peleas", dijo Claridge, aunque aclaró que es muy distinto una agresión con
la cabeza a simplemente encimar, como ocurrió con el portugués Pepe en el
Mundial de Brasil.
"Los jugadores son lo suficientemente
fuertes para soportar el aspecto mental de que alguien está tratando de
provocar una reacción".
Kung-fú
Eric Cantona marcó una era en Manchester
United, pero la imagen que la mayoría de los aficionados recuerdan fue su
patada a un aficionado del Cristal Palace al que calificó de hooligan.
Cantona fue uno de los jugadores más queridos
para los aficionados en Old Trafford.
El holandés Nigel de Jong recuperó el arte
marcial del francés en la final del Mundial de Sudáfrica cuando conectó con el
pecho del español Xabi Alonso.
De Jong sólo recibió tarjeta amarilla, Cantona
fue suspendido por ocho meses.
La diferencia es que en la cancha pudo
argumentar que fue a buscar el balón.
"La línea es un poco confusa y todo
depende de eso ¿fue el jugador honesto y fue por la pelota? Pero no cabe duda
que son entradas temerarias", considera Claridge.
Morder
Es difícil de pensar que a la velocidad del
fútbol moderno alguien tenga tiempo de morder en un partido.
Una, dos, tres. El uruguayo Luis Suárez ha
sufrido prolongados castigos por sus mordiscos.
Pero después de ver al uruguayo Luis Suárez
hacerlo en tres ocasiones, incluso durante un partido de un Mundial, no cabe
duda de que es algo posible.
Suárez fue castigado con cuatro meses de
cualquier actividad relacionada con el fútbol y nueve partidos con su
selección.
"No es el acto en sí mismo, es lo que
representa", expresó Orin Starn, profesor de cultura, antropología e
historia de la universidad de Durham, en Estados Unidos.
"Viola los límites del cuerpo, lo que en
la cultura occidental es un tabú", aseguró. "Una mala entrada puede
romper la pierna e un jugador, pero no hay violación del cuerpo por lo que
puede ser más aceptable que un mordisco".
Pero es algo que los propios futbolistas no
están de acuerdo ya que consideran que si bien un mordisco es algo que tiene
que ser castigado, no es el fin del mundo.
"Él es un ganador, sólo que ocasionalmente
sobrepasa la línea entre el bien y mal", entendió Claridge.
Romper piernas
Las temerarias faltas en las que los jugadores
entran con los pies por delante y lanzándose en el aire están prohibidas en el
fútbol y se suelen castigar con tarjeta roja.
El croata de origen brasileño Eduardo nunca
pudo recuperar su mejor nivel tras sufrir la fractura de una de sus piernas por
una mala entrada de un rival.
De poco parece importar si es intencional o no,
ya que las consecuencias pueden ser devastadoras para el jugador que puede ver
el final de su carrera como futbolista en un segundo.
"Este es el número uno", afirmó
Claridge. "El resto, con el debido respecto, no son nada en comparación.
Tal vez dejes de jugar si tienes miedo de lo que la gente pueda decir de ti en
una cancha de fútbol, pero si hablas de alguien que intencionalmente trata de
lesionar de gravedad a otro jugador, eso es lo peor".
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