Los secretos del mejor sistema educativo del
mundo
El Correo - mayo de 2015
Finlandia es la envidia del resto
del mundo por muchas razones, pero hay una que destaca por encima de todas: un
sistema educativo que encabeza un día sí y otro también los ranking
internacionales. "Los finlandeses somos gente simple que hace cosas
simples", aseguró el experto finlandés Leo Pakhin en su conferencia de
apertura de las jornadas con las que el proyecto pedagógico Hik Hasi celebró su
vigésimo cumpleaños a finales del pasado mes.
Escuchándole, da la impresión de que Finlandia
se ha convertido en el país europeo con mejor puntuación en PISA por sorpresa.
En cierta medida es así. Fue algo muy sorprendente
porque ni lo esperábamos ni lo íbamos buscando, aunque es cierto que nos
agrada, porque demuestra que hacemos bien las cosas.
¿Mantener esa posición les plantea algún tipo
de presión? ¿Se traslada esa presión a los alumnos?
En absoluto. La jornada escolar, de hecho, es
más corta que en otros países. Los más pequeños no pasan más de cuatro o cinco
horas en la escuela. Tienen que tener tiempo para otras cosas, para estar en
casa... Es importante que la escuela no llene todo el día, porque también hay
vida más allá de la escuela.
En un lugar donde hay una reforma educativa
cada década, como mínimo, llama la atención que mantengan principios
establecidos hace un siglo y les vaya tan bien.
La base -que cada uno desarrolle sus
potencialidades en aquello en lo que es mejor- y el planteamiento de las
materias fundamentales se mantiene, pero en la década de los 60 del pasado
siglo hicimos una gran reforma, que abrió la escuela a todos y la hizo realmente
inclusiva. En 1999 también hubo una ley importante que descentralizó el sistema
e introdujo cambios desde el punto de vista funcional, pero no sobre la
sustancia de la escuela. Es cierto, en cualquier caso, que la estabilidad es
una de las claves de nuestro sistema educativo. Es, además, un sistema muy
flexible y muy cercano.
En el que las comunidades locales juegan un
papel fundamental.
Absolutamente fundamental. Los ayuntamientos
deciden cuántas escuelas hay en la localidad, cómo se distribuyen los alumnos,
contratan a los maestros, comparten la financiación con el gobierno...
Las que no participan en la financiación son
las familias.
No, tanto la enseñanza como el material
escolar, el comedor o el transporte son gratuitos para todos. Aun así, el coste
por alumno no se encuentra entre los más altos de Europa.
¿La gratuidad se extiende a las escuelas
privadas, si es que las hay?
Hay muy pocas. De las 2.800 escuelas de
Finlandia, apenas 50 son privadas. Son centros vinculados a confesiones religiosas
o a determinados modelos pedagógicos. Deben presentar su proyecto y, si es
aceptado, tienen condiciones similares a la pública. Lo que ocurre es que la
inmensa mayoría de la gente quiere llevar a sus hijos e hijas a las escuelas
públicas por su altísima calidad.
¿Ese nivel de calidad es uniforme?
Es uniforme porque a los que obtienen peores
resultados o tienen algún problema no se les castiga, sino que se les ayuda
para que vuelvan a alcanzar el máximo nivel.
Hasta ahora se ha referido a lo que tienen,
pero lo que no tienen también llama la atención: apenas tienen exámenes, no
tienen inspectores, ni libros de texto comunes para todos... De paso, tampoco
tienen abandono escolar, más allá de un irrelevante 0,3%.
Así es, y eso se debe a la otra clave del
sistema educativo finlandés: la confianza. En los niveles no universitarios
apenas hay exámenes generales, salvo uno que se hace al finalizar secundaria,
más por mantener una tradición que por otra cosa. Con los exámenes lo único que
se consigue es que el trabajo se oriente a aprobarlos, y en nuestro caso más
importante que lo que aprenden los alumnos es el proceso mismo de aprendizaje.
En cuanto a los inspectores, ¿para qué? Ya hay veinte pequeños inspectores a
tiempo completo en cada clase, y ellos son los primeros que ven si algo anda
mal.
A eso se le añade un profesorado altamente
cualificado y muy bien considerado.
El profesorado es una pieza fundamental. Desde
1979 está establecido que para dar clases en una escuela ordinaria hay que
cursar una carrera de cinco años, y para las escuelas especiales de seis. Es
obligado, además, realizar un master. Que los profesores estén tan bien
preparados hace que, además de hacer muy bien su trabajo, tanto las familias
como los alumnos confíen en ellos.
Aunque los finlandeses de lengua sueca apenas
son el 6% de la población, tanto el sueco como el finlandés se consideran
lenguas maternas y ambas se aprenden en la escuela sin que afecte a los
resultados.
No solo no afecta a los resultados, sino que
muchos estudios han demostrado que la enseñanza bilingüe, trilingüe en nuestro
caso porque todos aprenden como mínimo una tercera lengua, mejora la capacidad
de aprendizaje. En zonas en las que no se habla sueco a los alumnos les cuesta
entender por qué tienen que aprender una lengua que no escuchan a su alrededor,
pero para nosotros el sueco es básico para formar parte de la comunidad de
países nórdicos.
La crisis económica también afecta a Finlandia.
¿Se salvará su sistema educativo de los recortes?
Estamos en un momento complicado, la recesión
también nos afecta. Creo que la educación básica va a sobrevivir como está,
pero el foco está puesto en la secundaria, donde es probable que se planteen
reformas para reducir costes. De todas maneras, a pesar de la gran pluralidad
política -hasta ahora hemos tenido un gobierno con siete partidos-, estamos tan
convencidos de que la escuela gratuita y de calidad es el centro de todo que el
acuerdo político sobre la educación es muy sólido.
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