Nadal hace llorar a Federer
Con sólo 22 años, el tenista español conquista en Australia su sexto título del Grand Slam, el primero en pista rápida - El suizo, que ganó un punto más, acabó acomplejado ante su fuerza mental
La batalla se decidió en el barro. Con furia. Con fuego. Sin guantes y a pelo. Hubo golpes de ensueño, pero fueron los menos. Predominó el miedo. La tensión. El recelo. Cuando salió a la pista para jugar contra Roger Federer, la humedad golpeó en la cara a Rafa Nadal. El calor hervía en el suelo. El público gritaba "¡vamos, Federer!" y Nadal escuchaba. Apareció entonces un partido ardiente, de lo que queman la piel, destruyen las piernas y fríen el cerebro. Nadal lo disputó desde su tenaz cabeza. Federer, con aprensión y desconfianza. Fue un campeón temblando ante su propio reflejo. Un tenista desdibujado, pero con las narices de luchar en un partido para fuertes, discutido hasta pasada la medianoche australiana. Federer, que recibió llorando el trofeo de subcampeón, no sucumbió contra un rival, sino contra su mente. Nadal, que venía de jugar 5h 14m en su semifinal, aguantó 4h 23m en el duelo decisivo para ser el primer español que conquista Australia, tras salvar seis bolas de break en la decisiva tercera manga (7-5, 3-6, 7-6, 3-6 y 6-2).
Los carteles de la grada y sus gritos pedían una escabechina. "¡Vamos, matador!", se leía. "¡Federer, número uno!", se proponía. Los protagonistas, sin embargo, ofrecieron justo lo contrario. Un canto al espíritu deportivo. Federer rompió a llorar por su derrota. Nadal acudió al rescate, le abrazó y le susurró palabras de consuelo al oído: "Eres un gran campeón y mejorarás el récord de 14 grandes de Sampras". De lágrimas se hacen algunas leyendas. Ayer hubo muchas vertidas. Con el cheque del campeón en la mano, Toni Nadal, hombre serio, duro, empezó a hablar sobre lo ocurrido. Enseguida empezó a frotarse los ojos. Lloraba. "Rafa es un tipo duro", dijo; "pero me sabe mal por Federer. No me gusta ver a nadie mal y menos a él, que es una buena persona cuyo juego admiro".
Acababa de terminar un encuentro que pudo ser dramático. Nadal se mareó en el entrenamiento de la mañana. Luego, supo que jugaría el partido con dolores en un gemelo, en el cuádriceps y los isquios. En medio de la batalla, se dirigió a su banquillo. "¡Estoy acalambrado!", les dijo a los suyos. "¡No pienses en los calambres! ¡No ahora, demonios!", le contestaron. Tan palpable era la sensación de caldera hirviente que los médicos tuvieron que atender a un espectador desmayado mediado el partido. Nadal, visitado luego por el fisioterapeuta, se llevó la primera manga. Avanzó por delante en la segunda, finalmente perdida. Conquistó el tercer set, que debió haber cedido, y, tras dejar escapar el cuarto, impuso su dominio. Fue cuestión de golpes y mentalidad de hierro. Al toque de corneta del set decisivo, Federer tembló y se sintió perdido. Nadal rugió y decidió el partido.
"Ha sido un encuentro jugado con nervios", resumió Toni Nadal; "Roger ha estado intermitente. Quizás, por la posibilidad de igualar el récord de 14 grandes de Sampras y por jugar contra Rafa, que le ganó los dos últimos. Faltó algo de continuidad en el partido... Todo el mundo decía que Rafa no jugaba muy bien en esta superficie y aventuraban que terminaría pronto su carrera, sobre todo algunos ex tenistas. Pues ya lleva casi cinco años en lo más alto".
Éstos son los pecados de Federer, acomplejado cada vez que se enfrenta a Nadal: sacó penosamente (52% de primeros saques), cometió un número inusitado de errores no forzados (64 por 41 de Nadal), sólo convirtió el 32% de sus opciones de rotura, que nunca peleó como un grande, y perdió pese a haber ganado un punto más que el español (174 por 173). Éstos son sus méritos: creer siempre, querer siempre, luchar siempre. Estar a la altura del mito, pelear con la historia y gritar que, llueve o truene, es un campeón de los que hacen de cada partido un hito. El público le llevó en volandas. Levantó dos puntos de partido. Y luego, incapaz de aguantar el tercero, superado por un alud de reveses cruzados, vio cómo Rod Laver le entregaba el trofeo al adversario. Vitoreó entonces el público a Nadal. Se rindió el gentío y el número uno se ganó cientos de amigos.
Los australianos tienen un extraño sentido de los apodos. A Laver, que presidió el partido, le llamaron The Rocket, El Cohete, porque de tan poco correr ni se movía. A Ken Rosewall, Muscles, Músculos, porque era delgadito. A Nadal, que ya es uno de los suyos, todavía no le han encontrado apodo alguno. Quizás, viendo su espíritu de contradicción, El Chiquitito tendría sentido. El español tiene 22 años, seis títulos del Grand Slam y mucho apetito. Es un grande. Y en crecimiento.
Duelo de caballeros
Conchita Martinez
Con sólo 22 años, el tenista español conquista en Australia su sexto título del Grand Slam, el primero en pista rápida - El suizo, que ganó un punto más, acabó acomplejado ante su fuerza mental
La batalla se decidió en el barro. Con furia. Con fuego. Sin guantes y a pelo. Hubo golpes de ensueño, pero fueron los menos. Predominó el miedo. La tensión. El recelo. Cuando salió a la pista para jugar contra Roger Federer, la humedad golpeó en la cara a Rafa Nadal. El calor hervía en el suelo. El público gritaba "¡vamos, Federer!" y Nadal escuchaba. Apareció entonces un partido ardiente, de lo que queman la piel, destruyen las piernas y fríen el cerebro. Nadal lo disputó desde su tenaz cabeza. Federer, con aprensión y desconfianza. Fue un campeón temblando ante su propio reflejo. Un tenista desdibujado, pero con las narices de luchar en un partido para fuertes, discutido hasta pasada la medianoche australiana. Federer, que recibió llorando el trofeo de subcampeón, no sucumbió contra un rival, sino contra su mente. Nadal, que venía de jugar 5h 14m en su semifinal, aguantó 4h 23m en el duelo decisivo para ser el primer español que conquista Australia, tras salvar seis bolas de break en la decisiva tercera manga (7-5, 3-6, 7-6, 3-6 y 6-2).
Los carteles de la grada y sus gritos pedían una escabechina. "¡Vamos, matador!", se leía. "¡Federer, número uno!", se proponía. Los protagonistas, sin embargo, ofrecieron justo lo contrario. Un canto al espíritu deportivo. Federer rompió a llorar por su derrota. Nadal acudió al rescate, le abrazó y le susurró palabras de consuelo al oído: "Eres un gran campeón y mejorarás el récord de 14 grandes de Sampras". De lágrimas se hacen algunas leyendas. Ayer hubo muchas vertidas. Con el cheque del campeón en la mano, Toni Nadal, hombre serio, duro, empezó a hablar sobre lo ocurrido. Enseguida empezó a frotarse los ojos. Lloraba. "Rafa es un tipo duro", dijo; "pero me sabe mal por Federer. No me gusta ver a nadie mal y menos a él, que es una buena persona cuyo juego admiro".
Acababa de terminar un encuentro que pudo ser dramático. Nadal se mareó en el entrenamiento de la mañana. Luego, supo que jugaría el partido con dolores en un gemelo, en el cuádriceps y los isquios. En medio de la batalla, se dirigió a su banquillo. "¡Estoy acalambrado!", les dijo a los suyos. "¡No pienses en los calambres! ¡No ahora, demonios!", le contestaron. Tan palpable era la sensación de caldera hirviente que los médicos tuvieron que atender a un espectador desmayado mediado el partido. Nadal, visitado luego por el fisioterapeuta, se llevó la primera manga. Avanzó por delante en la segunda, finalmente perdida. Conquistó el tercer set, que debió haber cedido, y, tras dejar escapar el cuarto, impuso su dominio. Fue cuestión de golpes y mentalidad de hierro. Al toque de corneta del set decisivo, Federer tembló y se sintió perdido. Nadal rugió y decidió el partido.
"Ha sido un encuentro jugado con nervios", resumió Toni Nadal; "Roger ha estado intermitente. Quizás, por la posibilidad de igualar el récord de 14 grandes de Sampras y por jugar contra Rafa, que le ganó los dos últimos. Faltó algo de continuidad en el partido... Todo el mundo decía que Rafa no jugaba muy bien en esta superficie y aventuraban que terminaría pronto su carrera, sobre todo algunos ex tenistas. Pues ya lleva casi cinco años en lo más alto".
Éstos son los pecados de Federer, acomplejado cada vez que se enfrenta a Nadal: sacó penosamente (52% de primeros saques), cometió un número inusitado de errores no forzados (64 por 41 de Nadal), sólo convirtió el 32% de sus opciones de rotura, que nunca peleó como un grande, y perdió pese a haber ganado un punto más que el español (174 por 173). Éstos son sus méritos: creer siempre, querer siempre, luchar siempre. Estar a la altura del mito, pelear con la historia y gritar que, llueve o truene, es un campeón de los que hacen de cada partido un hito. El público le llevó en volandas. Levantó dos puntos de partido. Y luego, incapaz de aguantar el tercero, superado por un alud de reveses cruzados, vio cómo Rod Laver le entregaba el trofeo al adversario. Vitoreó entonces el público a Nadal. Se rindió el gentío y el número uno se ganó cientos de amigos.
Los australianos tienen un extraño sentido de los apodos. A Laver, que presidió el partido, le llamaron The Rocket, El Cohete, porque de tan poco correr ni se movía. A Ken Rosewall, Muscles, Músculos, porque era delgadito. A Nadal, que ya es uno de los suyos, todavía no le han encontrado apodo alguno. Quizás, viendo su espíritu de contradicción, El Chiquitito tendría sentido. El español tiene 22 años, seis títulos del Grand Slam y mucho apetito. Es un grande. Y en crecimiento.
Duelo de caballeros
Conchita Martinez
El sexto 'grande' del 'número uno'
Para ganar a Rafa Nadal hay una regla básica: No desaprovechar ni una sola de las oportunidades que tengas, ya que siempre te va a pasar una bola más. Roger Federer lo sabe. Lo ha sufrido como nadie. Y ayer volvió a sentirlo una vez más hasta acabar deshecho en lágrimas al lado del campeón.
Y eso que ayer los dos mejores tenistas del mundo empezaron la final del Abierto de Australia un poco tensos. Para mí, la gran duda era Rafa. Después de una semifinal tan dura como la que disputó con Fernando Verdasco el viernes, más de cinco horas de desgaste mientras el suizo descansaba, era una incógnita. Le he visto un tanto irregular e inconsistente al principio del partido. No llegaba tan bien a las bolas como nos tiene acostumbrados... Pero Roger no ha sabido aprovechar las oportunidades que le brindaba Rafa y ha perdido el saque y después el set. Primer aviso.
El segundo set ha sido una historia diferente. Con 3-2 de ventaja y el saque a favor, Rafa se ha parado un poco de piernas. Su juego se ha vuelto más pasivo, demasiado corto, precisamente lo que mejor le viene a Roger, que no soporta las bolas altas. Así que el número dos ha podido coger aire, se ha llenado de esperanza y ha vuelto al partido justamente en el momento en el que su bestia negra tenía que haber cerrado ese segundo set.
El tercer asalto resume a la perfección lo que es Nadal. La fatiga casi puede con él y el fisio ha tenido que entrar varias veces a intentar reanimar su muslo dolorido. Pero, de pronto, se ha recuperado, ha sacado fuerzas de donde no las había y ha peleado cada bola como si fuera la última del partido. En los momentos más ajustados, cuando parecía estar al borde del abismo, ha sacado la cabeza para imponerse. Luego, se ha dejado llevar y Federer ha empezado a atacar como él sabe hacerlo, a volear... Habían pasado casi cuatro horas de partido y todo volvía a empezar.
No sé de dónde saca Rafa las fuerzas en el momento en el que la gran mayoría de los tenistas desfallecen. Y más ante un tenista como Roger, que lo tiene todo: físico, técnica, golpes... Pero Rafa es más joven, está más fresco y, sobre todo, tiene una ventaja enorme que explica en buena medida por qué es el número uno. Le ha ganado muchas veces, le ha robado el sitio. Eso tiene que pesar mentalmente. Federer es consciente de que tiene que jugar un partido perfecto y que Nadal no esté del todo bien para ganarle porque, si no, Rafa le desespera, le lleva al límite.
Por eso de esta victoria, la primera de un español en el Abierto de Australia, me quedo con la fortaleza física y mental de Nadal, que en ningún momento mostró flaqueza ante Federer. Si en algún momento se sintió desfallecer, si le pesó el cansancio o no le salían las cosas como quería, supo ocultárselo a su rival. Me quedo con eso y con el respeto que se profesan los dos mejores del mundo. Hay que quitarse el sombrero ante los dos. Y esperar a que Federer, que tiene un espíritu de superación enorme y que quiere callar a todos los que dijeron el año pasado que estaba acabado, vuelva otra vez. De hecho, ha vuelto. El tenis se lo merecía.
La prensa mundial eleva a Nadal a la categoría de Dios
Nadal ha puesto el mundo a sus pies. El manacorí es ya mucho más que una leyenda viva en el mundo del tenis tras conseguir ayer su enésima gesta en este deporte. Ha sido capaz de desquiciar a Federer hasta hacerle llorar, algo que no ha pasado desapercibido para los principales rotativos del mundo.
Nadal no es un deportista convencional, su valor humano supera muchas veces su sobrado talento en la pista y por eso ningún rotativo del mundo se queda indiferente ante la gran victoria en el Abierto de Australia ante otro número uno, Roger Federer.
En Europa, los principales rotativos de Francia, Italia y Reino Unido, destacan el épico triunfo del español tras recuperarse de una semifinal de cinco horas. El diario británico 'The Independent' resumía la trabajada victoria del español con: "Nadal reduce a Federer a las lágrimas"
Para 'The Times', el de Manacor "dejó a Federer roto"; y destaca cómo el suizo "se vino abajo con un llanto incontrolable en la entrega del premio"
'The Guardian' va mucho más allá y se pregunta ¿"El mejor jugador de la historia?". El rotativo señala que el dominio actual que ejerce el jugador español sobre el suizo Roger Federer "hace que todo sea posible" en este deporte.
Por su parte los periódicos italianos resaltan se hacen eco de las lágrimas de Roger Federer en la entrega de trofeos tras la final de Australia. El principal diario deportivo italiano, la 'Gazzetta dello Sport', titula que "Nadal hace llorar a Federer" y, sentencia, "Nadal es imparable".
'La Stampa' habla de "El regicidio de Nadal", y destaca el hecho de que el manacorí es el primer tenista después de Agassi en ganar tres "Grand Slam" sobre superficies distintas.
Una de las tierras más veces conquistadas por el número 1 del mundo, Francia también se rinde ante la evidencia y eleva a Rafa al nivel de los dioses. "Nadal, duro de los duros", titula el diario "L'Équipe", mientras que para 'Le Figaro', "Nadal extiende su imperio".
Repercusión mundial
Las gestas de Nadal superan ya todas las fronteras geográficas y hasta la prensa deportiva brasileña destacó ha echado mano de grandes titulares y en grandes columnas para destacar que "Nadal arranca lágrimas de Federer". Así abría a página completa el cuerpo de deportes del rotativo "O Estado do Sao Paulo", uno de los más importantes del país.
"Él superó el cansancio y el dolor muscular de una semifinal que duró cinco horas. Entró en la cancha ayer todavía con poca confianza pero terminó haciendo sudar -y llorar mucho- al segundo mejor tenista del mundo", sintetiza el rotativo
Pero no sólo Brasil, hasta l prensa de Rusia, India y Chile dedican alguna página al de Manacor. No hay periódico en el que no se alabe la figura del que se está convirtiendo en lo más grande que ha dado el deporte del tenis en toda su historia.
Nadal ha puesto el mundo a sus pies. El manacorí es ya mucho más que una leyenda viva en el mundo del tenis tras conseguir ayer su enésima gesta en este deporte. Ha sido capaz de desquiciar a Federer hasta hacerle llorar, algo que no ha pasado desapercibido para los principales rotativos del mundo.
Nadal no es un deportista convencional, su valor humano supera muchas veces su sobrado talento en la pista y por eso ningún rotativo del mundo se queda indiferente ante la gran victoria en el Abierto de Australia ante otro número uno, Roger Federer.
En Europa, los principales rotativos de Francia, Italia y Reino Unido, destacan el épico triunfo del español tras recuperarse de una semifinal de cinco horas. El diario británico 'The Independent' resumía la trabajada victoria del español con: "Nadal reduce a Federer a las lágrimas"
Para 'The Times', el de Manacor "dejó a Federer roto"; y destaca cómo el suizo "se vino abajo con un llanto incontrolable en la entrega del premio"
'The Guardian' va mucho más allá y se pregunta ¿"El mejor jugador de la historia?". El rotativo señala que el dominio actual que ejerce el jugador español sobre el suizo Roger Federer "hace que todo sea posible" en este deporte.
Por su parte los periódicos italianos resaltan se hacen eco de las lágrimas de Roger Federer en la entrega de trofeos tras la final de Australia. El principal diario deportivo italiano, la 'Gazzetta dello Sport', titula que "Nadal hace llorar a Federer" y, sentencia, "Nadal es imparable".
'La Stampa' habla de "El regicidio de Nadal", y destaca el hecho de que el manacorí es el primer tenista después de Agassi en ganar tres "Grand Slam" sobre superficies distintas.
Una de las tierras más veces conquistadas por el número 1 del mundo, Francia también se rinde ante la evidencia y eleva a Rafa al nivel de los dioses. "Nadal, duro de los duros", titula el diario "L'Équipe", mientras que para 'Le Figaro', "Nadal extiende su imperio".
Repercusión mundial
Las gestas de Nadal superan ya todas las fronteras geográficas y hasta la prensa deportiva brasileña destacó ha echado mano de grandes titulares y en grandes columnas para destacar que "Nadal arranca lágrimas de Federer". Así abría a página completa el cuerpo de deportes del rotativo "O Estado do Sao Paulo", uno de los más importantes del país.
"Él superó el cansancio y el dolor muscular de una semifinal que duró cinco horas. Entró en la cancha ayer todavía con poca confianza pero terminó haciendo sudar -y llorar mucho- al segundo mejor tenista del mundo", sintetiza el rotativo
Pero no sólo Brasil, hasta l prensa de Rusia, India y Chile dedican alguna página al de Manacor. No hay periódico en el que no se alabe la figura del que se está convirtiendo en lo más grande que ha dado el deporte del tenis en toda su historia.
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