¿Te ha pasado que antes, durante o después de algún evento importante has sentido la necesidad de “desahogar” toda la tensión, ansiedad u otro que te carga encima dicha actividad?, ¿Cómo te has “quitado de encima” (regulado) dicha tensión?... pues la forma de canalizar, regular y desahogar la tensión y excitación emocional en el deporte se denomina “Descarga Psico-deportiva”.
La descarga constituye un procedimiento de autorregulación, pero no se da la orientación para reducir los niveles de excitación emocional o a eliminar las emociones. Su variante más natural e inofensiva son las lágrimas; pero a veces, nos vemos obligados a observar otras manifestaciones de emociones: gritos, insultos, golpes con el puño contra la mesa, y en el peor de los casos, se llega a las manos (peleas); y éste procedimiento de la autorregulación es nocivo, no sólo para los que lo rodean a uno, sino también es inadmisible en la sociedad.
En el deporte puede expresarse en forma de conducta agresiva. Durante el entrenamiento es importante tener presente las regularidades de la descarga. Por ejemplo, es mejor que el propio deportista regule el número y la intensidad de los tramos de control, para no descargarse de manera excesiva, y al mismo tiempo, no quedarse con el exceso de la tensión. En este caso, el deportista se asemeja al violinista o guitarrista, el cual ya en la escena, ante los espectadores comienza a “afinar” el instrumento.
La descara facilita la regulación del ritmo psíquico general; sin la descarga previa (estado de alta excitación emocional) es difícil hacer movimientos tranquilos pero rápidos y precisos. Si la emoción surge, tiene una tendencia bien expresada al “desahogo”, a salir afuera; aunque no siempre será racional bloquear esta salida.
La clave está en buscar los procedimientos y momentos de descarga aceptables para la sociedad y el deporte; ya que en el curso de la evolución del hombre la excitación emocional siempre antecedía la actividad motora. Este fenómeno se observa también en los deportistas antes de las competencias, pero es malo para el resultado deportivo, cuando esta excitación es prematura o excesiva. He aquí donde ayuda el entrenamiento psicológico, que incluye no sólo los componentes clásicos enfilados a calentar los músculos, estirarlos, etc., sino también a optimizar el estado psíquico del deportista (Gorgunow, 1990).
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