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miércoles, 24 de diciembre de 2008

Boca

El campeón se rebeló ante la adversidad
Por Juan Pablo Varsky

Boca arrancó el semestre más intenso y difícil de sus últimos 10 años sin refuerzos y con muchas ventas (Ledesma, Monzón, Maidana, Boselli). Apostó a los chicos: Roncaglia, Forlín, Fondacaro, Gaitán, Chávez. Hace cuatro meses, Palermo, goleador y líder, se rompió una rodilla. Palacio, su compañero de ataque, fue frenado por una pubialgia. Durante tres años consecutivos habían formado la dupla ofensiva del equipo. Ischia los perdió casi simultáneamente. Buscó más en el semillero: Noir y Viatri, un chico que durante este 2008 pasó un mes y medio en la cárcel por un robo que, jura, no haber cometido.

Súbitamente, murió el presidente Pompilio, de excelente relación con los futbolistas. Asumió Jorge Amor Ameal. Aún no tomó estado público esa auténtica hoguera de vanidades que es la CD del club. Fue un desatino que se filtrara la noticia de Bianchi manager en 2009 a un día de jugar con Tigre. La barra tiene una interna tan feroz como la de River modelo 2007. No sale tanto en los diarios porque todavía no hay muertos y porque el club tiene un complaciente palco de prensa que le borra el tema de la agenda.

La crisis del plantel estalló a días del duelo ante River y a once puntos del líder San Lorenzo. Desde su Paraguay natal, el zaguero Cáceres habló pestes de Riquelme. El capo le contestó con toda la pirotecnia disponible. Los grandes se le plantaron a Román, que les dijo: "No me interesa ser amigo de ustedes". Tras el 1-4 con Godoy Cruz, Caranta no atajó más. Aún nadie sabe por qué. La conferencia de prensa fue un papelón y le cortaron el audio al (auto) marginado. Ischia puso a Javier García, otro pibe del vivero, que se comió los últimos tres goles del campeonato. Terminó jugando Josué Ayala, el cuarto en la jerarquía antes de empezar la temporada.

Por obligación, convicción y confusión, su DT se la pasó tomando decisiones desde agosto en adelante. Cambió jugadores, esquemas y hasta suplentes. Aparecieron más lesiones musculares (Morel, Vargas, Dátolo), Paletta se rompió la rodilla y Forlín quedó inconsciente tras el choque con Silvera. A pesar de todo esto, ganó nueve de sus últimos doce partidos (ocho por la mínima diferencia) y ayer dio la vuelta olímpica. Cortó clavos hasta el último segundo. El bravo Tigre de Cagna merece respeto y admiración.

Entre las razones de su consagración, destacamos la jerarquía de sus jugadores (Battaglia y Riquelme sobre todo) y la valiosa contribución de sus chicos. Aprovechó el viento de cola que le generaron algunas decisiones arbitrales. Se rebeló. Que las lesiones, que el pute..., que el cansancio, que el favoritismo de los jueces... El equipo transformó todo eso en el más poderoso combustible motivacional. A este equipo (sobre todo a Román) lo hicieron enojar y reaccionó en el momento justo. Todo el semestre vivió en peligro, al borde de la cornisa. Pero nunca se cayó. Quizás ahí esté el gran mérito del campeón...


Boca: el festejo ante la adversidad, en el partido que más sufrió
Christian Leblebidjian

Debió sortear muchos obstáculos para llegar a la ansiada consagración: desde las peleas internas del plantel, el conflicto con Caranta y la muerte del presidente Pompilio hasta las lesiones de jugadores clave como Palermo, Palacio y Paletta; por eso el desahogo del final

Ahí se los ve saltar, festejar. Pocas veces la palabra desahogo encajó de manera tan justa en una consagración, aunque no haya sido con el lucimiento de otras ocasiones, aunque haya sufrido, y mucho, hasta el final, frente a Tigre. Pese a la derrota, fue la noche en que salió el sol para Boca y fue la imagen que, paradójicamente, contrarrestó con la mañana del 8 de octubre, donde los nubarrones armaron un microclima sobre Casa Amarilla. Pedro Pompilio, presidente de Boca, se enfrentó con 70 periodistas y dijo: "El cabaret hay que cerrarlo". No era un chiste de mal gusto rememorando los tiempos de Héctor Veira, allá por 1998. Habló durante casi 45 minutos, pero ésa fue la frase que describió la realidad xeneize. Pedro no desmintió la existencia del cabaret, pero sí había pedido clausurarlo cuanto antes...

Boca acumulaba su tercera derrota en los últimos cuatro partidos del Apertura; la Bombonera se convirtió en vulnerable; Palermo no jugaba desde la 3a fecha por una nueva rotura del ligamento lateral interno de la rodilla derecha y Palacio se debatía en una incertidumbre constante por una pubalgia. El DT Ischia había sacado del arco a Caranta en un caso poco claro y hasta hubo un enfrentamiento verbal entre los dirigentes y el arquero. Además, la pelea interna estaba en su punto más alto por el choque Julio Cáceres vs. Juan Román Riquelme y, en el fixture, se venía River... En ese marco, lo único positivo era el receso por las eliminatorias. A Boca le sirvió para rearmar filas y, sobre todo, enfriar las ideas. Y las diferencias le sirvieron como vitaminas para reaccionar.

Pero entre fines de octubre y principios de noviembre, el mundo xeneize recibió más golpes. El fallecimiento de Pompilio, a los 58 años, víctima de un infarto de miocardio, generó un gran dolor e incertidumbre en la cúpula política y también en los futbolistas.

En el campo de juego, se sumaron la eliminación en la Copa Sudamericana y la rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha de Paletta. La lesión del defensor era la N° 14 del semestre. Con distinta gravedad, es cierto, pero debieron pasar por la enfermería Palacio, Caranta, Palermo, Riquelme, Castromán, Cáceres, Ibarra, Calvo y Morel Rodríguez. Y lo curioso fue que Paletta ni cuenta se dio cuando se lesionó. El 24 de agosto Palermo sufrió por segunda vez la rotura del ligamento de la rodilla derecha. Por causas ajenas a la preparación física (una mala caída en un salto ante Lanús), los xeneizes perdieron a su Titán .

La pelea interna se desató con el cruce Riquelme vs. Cáceres, pero fue mucho más amplia. No se quedó en el desliz del paraguayo: "Por ahí está cansado o fatigado mentalmente. En la selección se movió diferente. Es un jugador que ganó prácticamente todo y si por ahí en el fútbol uno no tiene motivación, tiene que dar un paso al costado. En el fútbol hay que tener motivación y deseo de ayudar a tus compañeros". Tampoco en la contestación de Román: "Parece que si alguien se dobla un tobillo es culpa de Riquelme. Cáceres no le dio nada a Boca y se fue mal de todos los clubes. Por ahí dice esto para irse de Boca, pero se perdieron todos los códigos". Detrás del defensor se encolumnaron todos menos Ibarra, Figueroa, Mouche, Javier García y otros juveniles.

Boca empezó a ganar el campeonato el 17 de octubre, dos días antes del superclásico. En la jornada en que muchos celebraron el día de la lealtad peronista, los jugadores se reunieron, discutieron sus diferencias y se juramentaron "poner a Boca por encima de todo". Cuentan que en el cónclave, un experimentado goleador, a quien Pompilio le pidió cicatrizar heridas desde su lugar como líder positivo, no llegó ni a presentar a las partes que... todos saltaron y se dijeron de todo. Riquelme escuchó cada uno de los reclamos y fue el último en hablar: "Miren que yo no quiero ser amigo de ustedes. Yo quiero jugar al fútbol y no voy a cambiar mi forma de ser" . Por eso el mapa interno, en gustos y amistades, nunca se modificó. Fue muy valorable la voluntad de solucionar las cosas antes del partido en el Monumental y no fue casual que ese 1 a 0 con un tiro libre de Riquelme y el cabezazo de Viatri fuera el comienzo de una seguidilla de cinco triunfos consecutivos.

Ischia sabía que se jugaba mucho más allá de la conquista de la Recopa y que la gran apuesta era el Apertura. Si bien le dolieron, no puso como excusas por las lesiones y, casi sin refuerzos, fue el gran impulsor de los juveniles.
¿Que por momentos las diferencias restaron? Sí, pero ese tipo de discrepancias muchas veces no se hablan ni se discuten; se dejan correr y se conocen un tiempo después, cuando son demasiadas víctimas en el camino. En aquella reunión del 17 de octubre nació la planificación para ganarle a la adversidad. Y por eso hoy Boca festeja el éxito como si nunca hubiera pasado nada, pese a un final impensado. Pese al llanto de Javier García por un gol insólito: el último golpe que sufrió el campeón.


Diego Cagna y su mejor remera: "Por siempre gracias Matador"

Fue la leyenda elegida por el entrenador como mensaje para todo el equipo de Victoria; "estoy orgulloso de estos jugadores", dijo en el final

Diego Cagna creó un atractivo juego de misterio a lo largo de todo el campeonato. Fecha tras fecha, sus remeras con leyendas futboleras eran un comentario obligado en cualquier charla de café. Y entonces surgió una duda: ¿cuál utilizaría en el partido decisivo? ¿Qué palabras serían las indicadas para el partido más importante en la historia de Tigre?

Atrás habían quedado algunas leyendas destacadas estampadas en sus remeras de las últimas fechas. "Movete que entrás", o "Que salen a ganar, quieren salir campeón", la elegida en el partido ante Banfield en la última fecha del torneo, o "Que esta tarde cueste lo que cueste", la que se puso en el primer cotejo del triangular, ante San Lorenzo. Ayer, apenas asomó por el túnel, se vio la mejor frase del repertorio: "Por siempre gracias Matador".

Antes de que la pelota comenzara a rodar, el mensaje estaba claro. El título era un sueño, el cierre perfecto para un campeonato inolvidable. Pero no hay dudas de que más allá de vencedores y vencidos en los noventa minutos de ayer, este modesto e hidalgo Tigre, que hace tan sólo 18 meses jugaba en la primera B Nacional, se ganó un lugar en los libros del fútbol. Más aún: ¿dónde estaba Tigre hace apenas tres años? En la B. En la temporada 2004/5 escaló y ascendió a la B Nacional, y en la 2006/7 le ganó la Promoción a Nueva Chicago y trepó a la máxima categoría. En su regreso se consagró subcampeón en el Apertura 2007, detrás de Lanús; acaso ése fue un cristalino indicador de que lo sucedido en los últimos meses no fue obra de la casualidad.

"Estoy orgulloso de estos jugadores", fueron las primeras palabras de Diego Cagna cuando terminó el partido. Estaba muy calmo, una muy importante virtud para un conductor de un grupo. "Estuvimos cerquita. Boca tiene gran equipo y se lo merece", continuó con humildad, otra cualidad para el elogio del director técnico. "Siempre les digo a los jugadores que hay que dejar todo para después poder dormir tranquilos. Y por eso este plantel vale oro", finalizó con el elogio para sus dirigidos en sus primeras palabras luego del partido.

En todo Tigre, hinchas más protagonistas, las imágenes que se vieron cuando Sergio Pezzotta dio el último pitazo presentaban cierta contradicción. Cantos de felicidad en unos, llantos de tristeza en otros. Pero algo los unió anoche y algo los unirá en la historia: el orgullo que sintieron los de la tribuna por lo que dieron los futbolistas en la cancha.

Por eso, el juego que propuso Diego Cagna con su equipo dentro de la cancha merece un aplauso. Y el juego que creó con las leyendas de sus remeras, también. "Por siempre gracias Matador", resume a la perfección el paso de Tigre por el torneo Apertura y el triangular.

La hinchada llegó tarde; La Hiena, no
Por el tránsito que había ayer, parte de la hinchada de Tigre llegó con algunos minutos de demora al estadio de Racing. El que llegó temprano y fue enfocado por las cámaras en la tribuna antes del partido fue el boxeador Jorge Rodrigo La Hiena Barrios, un reconocido hincha del equipo de Victoria.

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