Tácticas de espionaje futuristas para las
protestas en Estados Unidos
Sin Embargo - domingo, 10 de
mayo de 2015
Los disturbios de Baltimore de la
semana pasada no llegaron al nivel de los ocurridos en Londres en 2011 o los de
París en 2005, pero el despliegue de recursos, entre ellos artefactos de
espionaje adaptados del teatro de guerra, adelantan cómo será el control de
multitudes en el futuro.
Poco después de que Baltimore
ardiera a causa de la muerte de un joven afroamericano a manos de la policía y
mientras miles de agentes y miembros de la militar Guardia Nacional se
desplegaban por sus calles, las autoridades ponían en marcha modos más
discretos de control.
Al menos dos aviones de
vigilancia, con capacidad de utilizar tecnología de espionaje de última
generación, sobrevolaron la ciudad varios días en secreto y siempre bajo la
protección de la noche.
Uno de ellos, un Cessna de
hélice, estaba registrado a nombre de NG Research, una empresa casi imposible
de rastrear, y otro, con motor a reacción, ni siquiera mostraba número de
identificación en las web que compilan información pública de radares.
Cuando este viernes le preguntaron
a la nueva Fiscal General, Loretta Lynch, sobre esos vuelos, la funcionaria
responsable de las agencias policiales federales, entre ellas el FBI, esquivó
hábilmente contestar a la pregunta.
“Creo que alguien me lo ha
comentado. ¿Que si hemos volado ‘drones’ sobre Baltimore? Y yo pensé: no
tenemos ningún ‘dron’”, explicó Lynch cambiando el sentido de la pregunta y
respondiendo solo sobre aviones no tripulados.
Según una investigación de
internautas, profundizada posteriormente por el Washington Post, al menos una
avioneta ligera y otra de mayor tamaño, ambas tripuladas, volaron varios días
en círculos sobre Baltimore.
La Unión de Libertades Civiles de
Estados Unidos (ACLU) ha solicitado oficialmente información sobre estos
métodos de vigilancia de alta tecnología, que se realizan en el más absoluto
secreto y de los que desconoce su uso y justificación.
En declaraciones a Efe, Nathan
Wessler, abogado y experto sobre privacidad de ACLU, asegura que el temor es
que estas técnicas, más que ayudar a la lucha contra el crimen, “tengan un
efecto disuasorio en el derecho a manifestarse” al dejar claro que el “Gran
Hermano” está vigilando.
“El secretismo con el que se
utilizan estas técnicas hace muy difícil saber si se están violando derechos”,
explica Wessler, que no tiene claro si recibirán información gubernamental
completa de estas operaciones.
Estos aviones pueden montar
cámaras infrarrojas de alta resolución y grabar lo que sucede en un amplio
radio, multiplicando el alcance de lo que hasta ahora hacían los helicópteros
de policía.
El FBI ha reconocido haber
ayudado a la Policía de Baltimore con estos aviones para “proveer imágenes
aéreas de posible actividad criminal”.
Wessler añade que, hasta donde se
conoce, esa tecnología de grabación de alta resolución puede servir de “máquina
del tiempo” y permitir a las autoridades revisar posteriormente los movimientos
de personas y vehículos, “hasta saber si un individuo entró o salió de cierto
edificio”.
Para aumentar más la sensación de
que nada se escapaba al ojo de las autoridades, un dirigible de vigilancia, de
los utilizados en la guerra de Irak y uno de los más sofisticados sistemas de
seguimiento de personas que existen, sobrevolaba la ciudad.
El Ejército estadounidense lo
desplegó hace varios meses asegurando que solo tiene la intención de probar un
sistema de radar antimisiles que, no obstante, tiene la capacidad, si se desea,
de detectar movimientos de vehículos en más de 200 kilómetros a la redonda.
Si se equipa con cámaras de alta
resolución, como se ha hecho en las guerras de Afganistán e Irak o en la
frontera con México para detectar inmigrantes, este dirigible es capaz de
registrar en detalle movimientos de personas.
A estos sistemas se suman otros
nuevos métodos de control de protestas, como el uso de ondas sónicas para
ahuyentar manifestantes (una práctica también utilizada en Baltimore), que
permiten adelantar como serán las protestas del futuro.
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