Mochileros, primer eslabón en el transporte de
droga en Perú
Associated Press - jueves, 7 de mayo de
2015
El ascenso a las escarpadas montañas de los
Andes no es lo que más preocupa a cientos de jóvenes mochileros de origen
quechua, que recorren las elevadas montañas con sus mochilas cargadas de
cocaína, y que buscan sacar del valle donde se produce el 60% de esa droga en
el Perú.
Lo que más los angustia son las bandas armadas
de ladrones que acechan los caminos y que pueden ser o uniformados corruptos u
otros cargadores, que los roban a lo largo de un accidentado trayecto que toma
entre tres y cinco días y que puede extenderse por más de 160 kilómetros (100
millas).
En este país que desplazó a Colombia como
primer productor de cocaína del mundo en 2012, Mardonio Borda hace, con
frecuencia, una ruta que pasa no muy lejos de Machu Picchu, rumbo a Cusco,
donde entrega su carga al jefe.
Este joven de 19 años no pasó de sexto grado y
habla un español entrecortado. Pero los cinco kilos de pasta base de cocaína
que lleva sobre sus espaldas pueden valer unos 250.000 dólares en las calles de
Nueva York cuando es vendida por gramos.
Transportar cocaína del valle de los ríos
Apurímac, Ene y Mantaro, burlando los controles policiales, es la única forma
que tienen los lugareños de ganar dinero en esta región olvidada, donde un
campesino percibe menos de diez dólares al día y un mochilero gana entre 150 y
400 dólares por viaje, dependiendo de la carga.
Es una actividad que no solo cuesta vidas. Ha
llenado las prisiones de mochileros en una región cuyas aisladas comunidades
campesinas sufrieron las peores atrocidades durante la guerra entre el gobierno
y Sendero Luminoso entre 1980 y 2000.
"Tienen secundaria incompleta la gran
mayoría, muchos incluso no han terminado primaria", dice Laura
Barrenechea, socióloga de CEDRO, una entidad no gubernamental que el año pasado
entrevistó a 33 mochileros en la prisión de máxima seguridad de Yanamilla, en
Ayacucho, capital regional en esta zona montañosa del sureste del país.
"No tienen conciencia de que son el primer eslabón de la cadena del
narcotráfico".
El valle se extiende por 400 kilómetros (250
millas) y una tercera parte de la coca que se produce sale del lugar en las
espaldas de los cargadores. No hay una sola carretera totalmente pavimentada
que ingrese a esta zona, que separa a Los Andes de la cuenca del Amazonas.
Las autoridades dicen que la mayoría de la
droga sale por aire, pero que los mochileros son más confiables en temporada de
lluvias y más baratos que contratar a una avioneta y un piloto.
Los mochileros viajan en grupos que van desde
cuatro hasta 70 personas. Son acompañados por guardias que cargan rifles de
asalto y conocedores del terreno, que caminan 20 minutos adelante para alertar
si hay problemas.
Nadie se atreve a aventurarse por un camino sin
llevar un arma. Algunos portan revólveres o granadas, radios y teléfonos
celulares.
Dos amigos cercanos de Alcides Martínez, un
mochilero de 24 años, han muerto. Uno se resbaló y cayó por un abismo durante
la confusión generada por un robo a mano armada. Otro recibió dos tiros en la
cabeza porque se sospechaba que era un informante. Martínez sabe que él puede
correr la misma suerte.
Muchos jóvenes creen que sus jefes a veces
sacrifican a un pequeño grupo de cargadores, que delatan y entregan a la
policía, para que otro contingente mucho más grande pueda culminar el trayecto
sin problemas.
Uno de los mochileros dice que invirtió dinero
en un cargamento que ayudó a transportar. Está convencido de que su jefe
contrató a un grupo de ladrones para que le robaran los 25 kilos de droga
cuando lo vieran distraído. Dijo que su jefe narcotraficante luego le exigió
que pagase por el cargamento.
El joven se mudó con sus padres a la costa del
Pacífico, donde ahora cultivan arroz. Han pasado dos años y no han pagado los
10.000 dólares que pidieron prestado a un banco para invertir en el cargamento
de droga.
"No puedo volver", dice el muchacho,
que no quiere dar su nombre por temor. "Me dijeron 'te vamos a matar'''.
El enfermero rural Oscar Humán trabaja en un
puesto sanitario en una ruta importante usada por los mochileros y atiende
gente casi a diario.
En enero tuvo que usar un bisturí para extraer
esquirlas de granada de las piernas y rostros de dos cargadores que habían sido
atacados mientras se refrescaban en un arroyo. Uno perdió su cargamento de más
de 10 kilos de cocaína.
Pudo haber sido peor. Los residentes de los
pueblos se encuentran, de vez en cuando, con cadáveres putrefactos a lo largo
del camino.
Borda, el mochilero cuya ruta pasa cerca de la
ciudadela inca de Machu Picchu, dice que una vez iba en un grupo de cuatro
cuando fue interceptado por cinco hombres armados.
"Nosotros éramos cuatro y apenas teníamos
tres revólveres de calibre 38", contó. "Para que no nos maten les
dimos todas las mochilas".
En las prisiones de las montañas occidentales
del valle del río Apurímac, casi la mitad de los reos se encuentran presos por
narcotráfico, comparado con el promedio nacional que es de una quinta parte.
El presidente Ollanta Humala lamentó las penurias
que sufren los mochileros en un discurso en Cusco en julio del año pasado.
"Me siento avergonzado por eso como país", dijo a muchos alcaldes del
valle. "Porque no les dimos la oportunidad".
El sociólogo y analista en temas de
narcotráfico Jaime Antezana afirmó que los mochileros son tal vez el principal
blanco de las fuerzas de seguridad porque los grandes traficantes evitan ser
capturados y juzgados sobornando a la policía, a militares, jueces y fiscales.
"La política está concentrada básicamente
en la plebe, o el narco lumpen-proletariado, que es lo que son los mochileros y
que terminan hacinados en las cárceles", sostuvo.
El general Vicente Romero, el número dos de la
policía y ex jefe antinarcóticos, dice que algunos mochileros se han convertido
en traficantes poderosos e incluso se han trasladado a Bolivia para comprar
avionetas y exportar la carga vía aérea.
Borda, el mochilero de 19 años, parece tener
ambiciones más modestas. Está ahorrando para comprarse un terreno para
cultivar.
"Poco a poco tendré mis negocios, mis
propios cocales", afirmó. "Y ganaré más plata".
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