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viernes, 18 de julio de 2008

Presiones

La complejidad del mundo

Las presiones económicas cambiaron a la sociedad y obviamente también al fútbol

BUENOS AIRES -- Trataré un tema que siempre existió pero que, con el paso de los años, fue cambiando al ritmo de la sociedad. Este tema, según como se lo mire, para algunos sufrió cambios positivos, pero para otros giró hacia costados negativos.

Antes de develar la intriga sobre las razones de mi columna, les voy a contar una experiencia propia, vivida hace 35 años.

En 1973 hablé con mi entrenador en Vélez, Osvaldo Zubeldía, un gran técnico y mejor persona. Recuerdo que un día me presentó un empresario amigo, nativo del mismo pueblo que él. Empezamos a conversar y ese señor me peguntó si me interesaba ir a jugar a Francia, dado que en esa época se aceptaban dos extranjeros por equipo, mientras que en los demás países las fronteras estaban cerradas para los que no eran oriundos, como se los llamaba en esa época a los extranjeros.

Me dijo, también, que se comentaba que en junio se iban a abrir las fronteras, pero que no había certezas.

Un sábado de mayo llegó a la Argentina Robert Marion, tesorero de Stade de Reims, y me reuní con él. El empresario, amigo de Zubeldía, fue el traductor.

Luego de un par de horas de charla decidimos volver a vernos después del partido que yo jugaba el domingo. Enfrentamos a San Lorenzo, ganamos 4-1 y yo hice tres goles.

Terminé de bañarme, me vestí y cuando me estaba por ir llegó el presidente de Vélez, José Feijo, con un par de dirigentes más. Sin más, me dijo: "Mañana te tenés que ir a España porque te vendimos al Granada". Así de clarito. Sin vueltas.

Don José era un señor, por lo que con todo respeto le pregunté cuánto quería Vélez por mi pase. Me respondió que deseaban 125 mil dólares. Y ahí le dije que no había ningún problema, que para el día siguiente al mediodía iba a ir con el tesorero de un club francés que les iba a pagar ese dinero.

Imagínense el asombro de los dirigentes.

Fui al hotel a reunirme con el dirigente francés, le comento lo ocurrido y Robert me dijo que estaba de acuerdo con el monto de la transferencia y con mi pedido de contrato.

La historia no terminó ahí. Los españoles reclamaron que yo mismo fuera a decirles que no quería ir a jugar al Granada. Y así lo hice: de pasada para Francia fui a Granada porque el presidente del club español no paraba de ofrecerme dinero. Por ese entonces, en el Granada jugaban Aguirre Suárez y Echecopar, los que me decían que tenía que aceptar porque nadie, en España, ganaba la cifra que me querían dar.

Yo no había firmado nada con los franceses, pero había dado mi palabra, rechacé todas las ofertas, me tomé el avión y me fui a Reims. Les dije a los españoles que mi palabra era más importante que cualquier suma de dinero. Mis padres me lo habían enseñado con el ejemplo. Nunca fui ni seré de esos que dejan que las palabras se esfumen por un soplido.

En 1973, Francia era el único país en Europa en el que se firmaban los contratos a tiempo definido, como hoy, y yo arreglé por seis años.

LA PRESIÓN FAMILIAR
Hoy, desgraciadamente, en un gran porcentaje, los padres de los futuros jugadores de fútbol aparecen mucho más desesperados por una venta que sus hijos, porque no tienen trabajo o están mal económicamente, por no decir muy mal.

Y por eso, el futuro de una familia está depositado en el destino de un jugador de fútbol. Por eso, a temprana edad, hay mucha exigencia porque tiene que triunfar sí o sí, por encima incluso de la sana competencia que tiene con el resto de sus compañeros para ganarse un lugar en un equipo de Primera.

En definitiva, estos jóvenes tienen que tener mucho aplomo e inteligencia para no caerse anímicamente, ya que sufren demasiadas presiones pese a estar, algunos de ellos, en la adolescencia.

Los nuestros eran otros tiempos. Pensábamos primero en llegar a Primera, luego a la Selección para recién después ir al extranjero para aclarar nuestro futuro. Y cuando nos íbamos era por nosotros mismos, sin cargar con la mochila de defender el futuro de toda nuestra familia. Porque nuestros padres también trabajaban honestamente.

En nuestra sociedad, lamentablemente hay hijos que no vieron trabajar a sus padres y que terminaron haciendo una vida paralela a sus hijos porque dependen económicamente de ellos.

Les conté mi historia personal para luego hablarles de la situación actual de los jugadores, para que vean cómo cambiaron las cosas en un país como el nuestro.

Por eso, a veces hay que comprender ciertas situaciones que se generan por causas tan diversas en la vida de cada futbolista. Ahí es donde empiezan a salir todas las situaciones habidas y por haber. Comienzan con el tema del 20 por ciento (yo participé de esa huelga en 1971 para defender ese derecho), pasan por los chicos que se van al extranjero antes de firmar su primer contrato o por la patria potestad, y termina con frases como las de Blatter y Platini, como si nosotros tuviéramos que alinearnos detrás de sus deseos.

Blatter dice que desea terminar con la esclavitud. No entiendo muy bien en qué sentido lo dice, porque la situación de Cristiano Ronaldo está vinculada a una cláusula de su contrato, la de rescisión, para así ser transferido.

Lo firmado hay que respetarlo, salvo que se llegue a otro acuerdo posterior. No creo eso de que el Manchester no puso ninguna cláusula de rescisión o cifra de venta.

Además hay muchos casos injustos en el mundo. Pero como el tema de Ronaldo es entre dos clubes como el Manchester y el Real Madrid, el asunto se transforma en mediático.

Michel Platini, por su parte, pide por las transferencias de los juveniles, pero para hacerlo primero tendríamos que saber hasta qué edad se considera juveniles a los futbolistas.

Platini ve de cerca este asunto todos los días. Observa cómo ocurre el traspaso de un jugador de un país a otro, o de un club a otro, y no le encuentra solución. Y si él no ve la salida, ni se imaginan en qué punto estamos nosotros, que dependemos de los pases a Europa para que los clubes y futbolistas puedan seguir respirando.

Otro tema que me ocupa es el de los Juegos Olímpicos. Recuerdo el respeto que les teníamos en nuestra juventud, por el hecho que eran deportistas amateur. Eso, hoy, ya no existe.

A los que pensábamos ser profesionales en los deportes como el fútbol, básquet, tenis, box u otros, nunca se nos pasaba por la cabeza llegar a ser campeones olímpicos. Sí soñábamos con ser campeones del mundo en nuestro deporte y dejábamos para el atletismo, la natación u otros deportes amateurs la responsabilidad de los Juegos.

Les digo esto para que se den cuenta que hoy todo pasa por el profesionalismo. Y estoy de acuerdo con ello siempre y cuando los sentimientos y la actitud sigan siendo los mismos de los deportistas amateurs. O sea, la de amar al hermano.

Felicidades.

Carlos Bianchi es el octavo goleador de la historia del fútbol mundial y el técnico que más títulos ganó en el fútbol argentino. Surgió como jugador en Vélez Sarsfield de su país, donde fue campeón en 1968, para luego destacarse en distintos clubes de Francia. Allí inició su carrera como técnico, antes de volver a la Argentina para ganar 15 títulos locales e internacionales, seis con Vélez y nueve con Boca Juniors. También dirigió a la Roma de Italia y al Atlético de Madrid de España y es eterno candidato a conducir a la Selección Argentina. Ha escrito para diversos medios de prensa y también se ha desempeñado como comentarista televisivo en distintos canales de Latinoamérica y del mundo.

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