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domingo, 27 de septiembre de 2015

preguntas y respuestas

 25 curiosas preguntas y respuestas sobre sexualidad


QUO -   septiembre de 2015
Sí. Es un punto en el que coinciden de forma unánime los especialistas: las relaciones de pareja cariñosas y una frecuente actividad sexual favorecen la salud.

Esto es por varias cuestiones. La primera, nuestras hormonas, ya que en la fase de excitación aumenta la secreción de oxitocina. El efecto causado, en este caso, de forma inconsciente, nos sitúa en el modo de atender las necesidades del otro, además de intervenir en la formación de los sentimientos.
Además, en la unión de los sexos se elimina estrés y nos invade una buena sensación de plenitud y goce. Esto se debe a las endorfinas, también conocidas como las 'hormonas de la felicidad', aunque no son hormonas, sino opioides de secreción interna que suscitan en el cerebro sensaciones tales como éxtasis, anestesia y bienestar. Un estudio a largo plazo con 90.000 norteamericanos ha corroborado recientemente que las endorfinas y las oxitocinas refuerzan nuestras defensas corporales.
Durante el acto sexual, se libera monóxido de nitrógeno que tiene acción sobre numerosas funciones orgánicas, favoreciendo el riego sanguíneo de los órganos sexuales, lo que al hombre le viene bien, por ejemplo, para prevenir enfermedades de la próstata.
Conclusión: las personas sexualmente activas enferman menos, son más sociables, tienen un carácter más equilibrado y disfrutan más de la vida.

Este mecanismo es muy similar al que sentimos cuando nos invade el miedo: corazón desbocado, rodillas con flojera, sensación de irritabilidad muy característica en la boca de nuestro estómago. Todo esto depende de nuestro sistema nervioso vegetativo, que es el que rige las funciones corporales que no dependen de nuestra voluntad, como es el ritmo y la intensidad del ritmo cardíaco.
Cuando nuestro cerebro detecta algún tipo de amenaza, o en el caso del amor, la presencia del 'objeto de deseo', se desencadena un conjunto de reacciones encaminadas a poner el uerpo en condiciones de atención y velocidad de reacción máximas. Se envía la alarma al hipotálamo y éste disponde la secreción urgente de hormonas del estrés, sobre todo la adrenalina. Al mismo tiempo, determinados haces nerviosos transmiten al corazón la orden de estar preparado para cualquier eventualidad.

Lo cierto es que puede llegar a parecerlo por su gran similitud con algunos trastornos mentales de tipo obsesivo. Tanto unos como otros, presentan bajos niveles de serotonina, quien es la responsable de tranmitir de neurona a neurona nuestros impulsos nerviosos. Un bajo nivel de serotonina puede provocar actos irracionales o agresivos.
Según los investigadores de la Universidad de Pisa, ambos estados patológicos responden a idénticos cambios estructurales y químicos del cerebro, y se apoderan en igual medida de los pensamientos y voluntad de la 'víctima'.

Aunque a muchos pueda resultarles desconocida la expresión, esta se emplea para definir las contracciones de la zona perineal y vaginal, que si bien son automáticas en el orgasmo femenino, algunas mujeres pueden realizarlas voluntariamente después de un aprendizaje. Esto provoca, si se hace en el momento adecuado durante la penetración, procurando permanecer unos momentos inmóvil, el hombre puede notar en su pene una caricia descrita como una 'lamida', de alto valor erótico para algunos. Dicha habilidad se le suele atribuir a las mujeres orientales.
Pero ojo: no todas las mujeres pueden hacerlo, ya que la debilidad de la musculatura del piso pelviano imposibilita la práctica para muchas mujeres. Hay varios ejercicios para multiplicar por diez la tonicidad muscular en cuestión de varios meses.


No. Existe una dificultad similar en las mujeres: la falta de turgencia del clítoris, aunque esto no impide, como en el caso de la disfunción eréctil, la participación pasiva en el coito, pero sí dificulta la obtención del placer sexual.

Habitualmente no, pero hay que tener cuidado con los tiempos en la bici y la ropa usada. Cuando el ciclista realiza recorridos largos con las mayas ceñidas y sometiendo a los testículos a un machaque importante.
Hay que tener en cuenta que los sillines de las bicicletas de competición son excesivamente duros, perjudican el riego sanguíneo de los órganos genitales y les transmiten todas las vibraciones de los pavimentos bacheados.

Se aconseja rodar cada media hora de pie sobre los pedales o hacer un descanso.
Se atribuye a que la vejiga está llena y ejerce fuerte presión sobre los vasos sanguíneos del bajo vientre, con lo que evitar el retorno de la circulación hacia el corazón. Esta retención de sangre es el que produce la turgencia de los cuerpos cavernosos del pene. El efecto es el mismo causado por la excitación sexual, pero sin deseo en este caso.

Las ereciones matutinas en el hombre que se cree impotente demuestran que no lo es fisiológicamente, sino en relación con otras circunstacias como puedan ser la timidez o los complejos psicológicos.
La ciencia asegura que sí. No solo ejercita 30 músculos de nuestra cara, sino que además el besar con frecuencia mejora nuestra autoestima y activa nuestra circulación. Las personas que lo hacen viven más años y padecen menos dolores y achaques según han demostrado varios estudios en EEUU. Esto puede ser debido a que el beso moviliza varios tipos de secreciones hormonales que tienen eficacia analgésica y fortalecen las defensas del organismo.
El clásico 'morreo' o beso de tornillo, dispara la frecuencia de nuestro latido al doble y sube la tensión sanguínea. Los sentidos se ofuscan y todo sucede como si los que se besan se hubiesen vuelto ciegos y sordos.

Una cierta incurvación no debe preocupar, siempre y cuando no suponga una dificultad para practicar el coito. Esto es una condición congénita diferente al llamado mal de Peyronie, que puede aparecer en la edad adulta y responde a una formación de tejido cicatricial en uno de los cuerpos cavernosos del pene, en forma de placa dura y no flexible.
Es por eso que el pene se curva durante la erección, formando en ocasiones ángulos inverosímiles. El remedio es quirúrgico.

La erección del pene se controla mediante un 'centro de placer' que reside en el cerebro, y a su vez por dos centros nerviosos de la médula espinal.
Al contemplar una persona que nos gusta y nos atrae sexualmente, provocan la excitación de unos nervios de nuestro sistema vegetativo de los que no tenemos control ya que no dependen de nuestra voluntad y modifican la circulación de la sangre en toda la región pélvica.

Esto provoca que el volumen de sangre que entra a través de las arterias del pene aumente unas 20 veces su volumen. Esta sangre va a parar a los llamados cuerpos cavernosos, los cuales tienen una estructura esponja que les permite aumentar el volumen. A su vez, también se estrechan las venas por donde normalmente se liberaría el exceso de nivel de sangre. La presión en los cuerpos cavernosos aumenta considerablemente y con ella las dimensiones del pene, así como rigidez y dureza.
Esto no solo ocurre, como los hombres saben, al excitarse con una mujer que le atrae, sino con la simple visión de imágenes excitantes o su recuerdo en la memoria.

Lo cierto es que no. Añadido a la información que se facilita en la imagen anterior, ha habido un par de estudios en el que voluntarios han intentado inhibir su excitación mientras los investigadores les mostraban imágenes insinuantes: ninguno de ellos lo consiguieron. De ahí que los antiguos dijeran que el pene tiene voluntad propia.
La secuencia de cambios en su cuerpo es rápida y compleja, ya que participan muchos sistemas del organismo.

La vista y, en ocasiones el olfato, alertan al cerebro de una mujer de 'sujeto interesante a la vista'. A través del sistema vegetativo, sobre el que no tenemos control, se envía a las glándulas suprarrenales la orden de segregar adrenalina, hormona que acelera el ritmo cardíaco, dilata los bronquios, aumenta la presión arterial y estimula el sistema nervioso central.
Todo el organismo femenino entra en disposición de máxima actividad. Sube la tensión sanguínea y el ritmo de los latidos del corazón.

Por su parte, el control central de la actividad hormonal, residente en el hipotálamo, envía un gran número de órdenes a través de neurotransmisores y vías nerviosas que provocan la activación de la secreción de estrógenas. La vagina se humedece y las glándulas sudoríparas funcionan a toda velocidad. Junto con otras glándulas, envían efluvios que envuelven al hombre observado y tratan de atraerlo (cuestión que los especialistas e industriales de la perfumería están tratando de imitar).
En el cerebro, se frena la producción de seretonina (con efecto sedante) y también de la melatonina (hormona del sueño). Por otro lado, se activa la síntesis de las endorfinas, cuyo efecto euforizante es el responsable de que la mujer lo vea todo de 'color de rosa'. El centro de apetito transmite saciedad aunque la persona lleve sin comer horas.

Una de las grandes preguntas que un hombre parece nunca dejar de hacerse. El científico Alfred Kinsey quiso en su día, a fin de establecer con criterio científico un 'promedio' y descartar las exageraciones habituales. Para ello, tomo las medidas sobre penes erectos, en la cara superior de los mismos y desde la punta hasta la base del pene. Las medidas del diámetro, se tomaron hacia la mitad de la longitud.

Así, Kinsey estableció que la longitud media estaba en unos 15 centímetros, donde entraba el 24% de los hombres. El pene más pequeño encontrado entre los voluntarios fue de 9,5cm. En cuanto a la categoría 'extra-largo' de más de 23 cm., tan solo un 0,1% se llevaron el título.
Por lo que se refiere a la circunferencia, se halló un promedio de entre 11,5 y 12,5 cm. El pene más delgado midió 3,8 cm de circunferencia y el más grueso, 17,2 cm.
Cuando más crece el pene es en la adolescencia del hombre.
En las encuestas realizadas por el investigador Alfred Kinsey, se declaró un pene de 2,5 cm de longitud, pero la bibliografía médica cita micropenes que no superan 1 cm de tamaño en plena erección.

Hay un trastorno, conocido como 'hipoplasia congénita', en la que el tronco del pene falta por completo y el glande aparece como fusionado con el bajo vientre. En los casos hallados de este tipo, el tamaño de los testículos era normal.
Esto se debe a la proliferación de un tejido conjuntivo de consistencia fibrosa, que va reemplazando el tejido esponjoso de los cuerpos del pene.

Este proceso comienza alrededor de los 30 y 40 años de edad y, a consecuencia de él, se reduce la elasticidad y la dilatabilidad de los cuerpos cavernosos. También las venas y arterias de la zona perineal se ven afectadas y la circulación de la sangre ya no tiene tanto vigor. Esto provoca que el pene no se endurezca con la misma facilidad que en edades más jóvenes, y dado que las venas tampoco se contraen del todo, la erección se pierde antes.

Al final, incluso, se van perdiendo también las erecciones espontáneas de 'buenos días', una señal inequívoca del envejecimiento sexual del individuo.

En el esfuerzo físico y en el efecto de entrenamiento. Al primer síntoma de excitación sexual, nuestro corazón alcanza la frecuencia de 90 a 100 latidos por minuto, que suben a 130 cuando es inminente el orgasmo e incluso 150 en el clímax.

Las relaciones sexuales practicadas de forma regular, entrenan toda una serie de sistemas de nuestro organismo, no solo el cardiocirculatorio. TAmbién es reseñable el trabajo desempeñado por nuestro sistema respiratorio, cuyo ritmo llega a triplicarse al habitual ¿no es eso a lo que se llama deporte de alta competición?

Además, practicar sexo, al igual que ocurre con los deportes de fondo, libera endorfinas cerebrales, que producen euforia y el consiguiente incentivo para seguir perserverando.
Para nada: al contrario. Darnos placer a nosotros mismos, no solo es una gran forma de conocernos a nosotros mismos y quitarnos tensiones acumuladas, si no también una buena forma de ayudarnos en nuestras relaciones íntimas con un compañero.

Esto es porque, cuando nadie nos ve, nos atrevemos a ser nosotros mismos, sin inhibiciones ni vergüenzas. Entonces nos encontramos con lo que nos gusta o nos hace sentir mejor, lo cual, habitualmente, transmitimos a nuestro compañero de sábanas, lo que implica que puede ser un complemento valioso para mejorar nuestras actitudes amatorias.

Según un estudio de 10.000 horas de duración elaborado con 751 sujetos en el Centro de estudios Maritales y Sexuales de Long Beach (California), que estableció un récord de 134 orgasmos femeninos en el transcurso de una hora, mientras que el más potente de los varones no pasó de 16.
Raramente. Lo que sí ocurre más a menudo es lo denominado como 'eyaculación retrógada' o intravesical. Por la acción de un complejo mecanismo muscular, se desvía el semen hacia la vejiga, donde será expulsado más tarde junto con la orina. Algunos hombres aprenden a controlar esto a voluntad, y los practican en ciertas actividades tántricas orientales. También se puede obtener por compresión sobre la base del pene, como rudimentaria técnica anticonceptiva que todavía utilizan millones de chinos.

Cuando la eyaculación retrógrada ocurre de forma espontánea, puede indicar diabetes y suele ser frecuente en los operados de próstata,
Hay quienes tienen algo así como una “adicción” a la adrenalina, la cual produce efectos químicos con sensaciones que evocan las del orgasmo. Además, la adrenalina estimula la liberación de dopamina en el sistema nervioso central, una sustancia que provoca sensación de bienestar.
Parece que los amantes del riesgo podrían llevar versiones de baja actividad del gen DRD4 situado en el cromosoma 11, e implicado en los flujos cerebrales de dopamina, uno de los neurotransmisores que estimulan los circuitos del placer. Eso implica que la dopamina tiene menos efecto, y que el individuo experimenta menos placer del habitual, así que busca situaciones más fuertes para saciarse.

Los fetos y los recién nacidos ya tienden a dormir con el cuello inclinado hacia la derecha. Y el 80% de las madres acunan a sus bebés en su brazo izquierdo, lo cual deja libre la mejilla derecha para besos y caricias. De ahí en adelante, lo habitual será que asociemos ese lado con el cariño.
Según un estudio llevado a cabo por investigadores de la London School of Economics, el jueves, día central de la semana según la norma ISO 8601, es el mejor día para disfrutar de las relaciones sexuales. ¿Por qué? Según parece, esta relacionado con la sincronización de los niveles hormonales del hombre y la mujer.

¿La clave?: Tenemos un reloj interno de unas 24 horas. Este, está dentro de nuestro sistema en un nivel celular. Incluso las algas tienen un sistema similar interno, según una investigación de las Universidades de Cambridge y Edimburgo.
Es decir, que si "configuras" tu reloj biológico un poquito más temprano las mañanas de los jueves, cuando los niveles de testosterona y estrógeno son casi cinco veces más altos que en otros momentos, ten por seguro que saldrás de casa un poco más feliz que otros días.
No solamente es posible, sino que es medianamente frecuente. La Fundación Kinsey, la más prestigiosa del mundo en cuanto a investigación sexológica, realizó un estudio en el que revelaba que el 12% de las mujeres llegaba al orgasmo “empujando y amasando” sus pechos (ellas mismas o su compañero).

Pero lo más efectivo, con diferencia, es la succión de los pezones: el mismo estudio cifró en 57 el porcentaje de féminas que alcanzaba el clímax mediante esta práctica. Los senos son el principal atractivo para los hombres, seguidos de los glúteos.
No necesariamente. Si acaso, en la zona inferior, si es que han tenido que hacerles una episiotomía (una pequeña “ampliación” de la vagina para agrandar el canal de parto). Y casi siempre esta insensibilidad se ciñe a la pequeña cicatriz que queda.

El clítoris, desde luego, no queda afectado de ninguna manera y sigue estando en perfecta forma para el disfrute del sexo. Lo que es sabido que ocurre es que la secreción de prolactina que acompaña al parto (para generar leche materna) reduce la libido, pero solo durante el período que dura la lactancia. Es la llamada cuarentena.

Según algunos estudios, el responsable es nuestro 'segundo cerebro'. Científicos norteamericanos han demostrado que los 100 millones de células que rodean el tracto digestivo funcionan como una especie de cerebro secundario abdominal, dedicado a controlar gran número de reacciones de nuestro cuerpo en correspondencia con los procesos psíquicos. Sus informaciones influyen por medio de una serie de transmisiones nerviosas sobre las decisiones que toma el cerebro 'pensante'.
Según confirman estoes estudios, los sentimientos y las intuiciones suben 'de las tripas', junto con otras muchas señales procedentes del vientre, como las náuseas, el vómito y el dolor. En el cerebro, la memoria emotiva recoge y almacena todas esas informaciones viscerales. Por ejemplo, las sensaciones desagradables suscitadas por una situación de peligro (como el dolor de barriga que sentimos ante un examen inminente cuando no hemos estudiado), como el cosquilleo que provoca la cercanía del sujeto deseado o la revolución que se nos desata en las tripas cuando se nos acerca un sujeto que no queremos tratar.


Todas las ocasiones en que nos vemos en una situación que ya hemos vivido antes, los sentimientos y nuestra conducta quedan determinados por los datos inconscientes que se extraen del gigantesco catálogo de la emotividad. En ese banco de memoria, la sensacion de tener mariposas en el epigastrio se vincula con el enamoramiento o 'flechazo'.

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