Cómo puede resolver las peleas de dinero con su
pareja
The Wall Street Journal. -
domingo, 10 de mayo de 2015
El dinero es una de las mayores
fuentes de discordia matrimonial, y puede ser una de las más difíciles de
resolver. Esto se debe a que cuando las parejas discuten sobre cómo gastar
dinero, no solo están debatiendo sobre el tema inmediato. Están expresando
ansiedades subconscientes de las que quizás in siquiera ellos están
conscientes, y chocando con los temores que su pareja no ha articulado.
Quizás se trata de una infancia
en la pobreza, o simplemente el temor constante de pobreza, que causa que un
cónyuge deteste gastar dinero. Quizás la cuenta bancaria secreta de un primer
cónyuge está causando desconfianza en un segundo matrimonio.
¿Qué pueden hacer las parejas
para evitar tropezar con estos antecedentes emocionales cada vez que necesitan
hablar sobre sus tarifas y su presupuesto? Pueden empezar por simplemente
reconocer que todos reaccionan emocionalmente con el dinero, y después dedicar
tiempo para descubrir qué recuerdos podrían estar impulsando la conducta de
cada cónyuge.
Una pareja que se toma el tiempo
para profundizar en sus patrones de dinero puede ganan un mayor entendimiento y
potencialmente prevenir peleas, y llegar a acuerdos mutuos A continuación,
cinco áreas comunes de conflicto, y cómo los terapeutas trabajan con las
parejas para resolverlos.
¿Qué hacer cuando un cónyuge es
más gastador y el otro más ahorrador?
Esta es probablemente la causa
más común de tensión financiera en una relación: un cónyuge tiende a gastar
impulsivamente, sin pensar sobre el futuro, el otro quiere economizar lo más
que se pueda. El conflicto puede adoptar muchas formas, pero las raíces —y las
soluciones— son raramente sencillas.
Brad Klontz, psicólogo,
planificador financiero y profesor asociado de la Universidad Estatal de Kansas
trabajó con una pareja que estaba experimentando un conflicto claro: La esposa
sugería pequeños lujos —como salir a comer— y el esposo reaccionaba con ira.
La irritación del esposo con su
mujer tenía su raíz en un temor profundamente arraigado, afirma Klontz. Creció
en una familia humilde —incluyendo un periodo en que su madre dependía de
asistencia pública— y le preocupaba que pudiera terminar allí de nuevo.
Por su parte, la esposa creció en
una familia de clase media alta. Le regalaron un auto cuando cumplió 16 años, y
no tuvo que trabajar de adolescente. ¿Su perspectiva sobre el dinero? Todo va a
salir bien. Era despreocupada. No había ahorrado ni un centavo. Habría tiempo
para eso más adelante.
Además, dice, “ella valoraba la
comodidad”. Y esos valores chocaron contra los temores de su esposo. Por
ejemplo, en los comienzos de su matrimonio, ella quería comprar un sillón. Eso
causó tensión en la relación. “Había mucho conflicto entorno al dinero, ya que
por cada 1% que ella quería gastar en lugar de ahorrar, a él le causaba un
ataque de ansiedad”, apunta Klontz. “En su familia, nadie había ahorrado. Sus
parientes vivían de la asistencia social. Había mucho temor que eso le
ocurriría a él y a sus hijos”.
¿La solución? Primero, aprender a
escuchar. Klontz les pidió que contestaran preguntas como “¿Cuál es tu mayor
temor?”. Hablar sobre sus historias le ayudo al matrimonio a cambiar la ira y
culpa por la compasión, dice Klontz.
“La labor, para (el esposo)
consistía en cambiar su convicción de que ‘jamás habrá suficiente’ a una de
‘necesitamos una estrategia un poco más equilibrada’”, explica Klontz.
Después de que Klontz repasó sus
metas de largo plazo, la pareja llegó a un acuerdo mutuo: el esposo reduciría
su tasa de ahorro a 20%, y la esposa empezaría a ahorrar 20%. Además, el esposo
estuvo de acuerdo que la esposa podía realizar decisiones de gastos, como
comprar un sillón o planear unas vacaciones.
Otra estrategia útil: fijar metas
concretas, dice Amanda Clayman, una terapeuta financiera en Nueva York.
Simplemente decir, “somos unos
pésimos ahorradores. Necesitamos ahorrar más”, no ayudará a una pareja a
progresar, anota. Establezca una meta específica de ahorro, aconseja, y
reconozca como afectará los gastos diarios.
¿Cuánto dinero debería darle a un
hijo adulto?
Los desacuerdos sobre cuánto
apoyo darle a un hijo adulto pueden convertirse en asuntos secretos, cuando uno
de los progenitores proporciona dinero bajo la mesa porqué el otro insiste en
que es hora cortar el cordón umbilical del hijo, dice Susan Zimmerman, una
terapeuta acreditada y cofundadora de Mindful Asset Planning en Minneapolis.
Imagínese, por ejemplo, que una
esposa le está dando dinero a su hija de 26 años, que tiene un buen trabajo
pero sigue quedándose sin dinero cada mes. La esposa no le dice a su esposo, ya
que este cree que es hora de que su hija se valga por sí misma.
El primer paso de Zimmerman es
asegurarse que el matrimonio esté de acuerdo con que hacer las cosas a la
espalda del otro es un problema que debe resolverse. Después, presenta la idea
que dar demasiado puede ser perjudicial para el crecimiento de la hija o hijo.
Su objetivo es ayudarle a la
pareja a establecer reglas que ambos pueden seguir, incluyendo la cantidad de
dinero que es aceptable dar, bajo qué circunstancias —como una pérdida de
trabajo— y por cuánto tiempo.
Zimmerman dice que también es
importante para el progenitor que está proveyendo el apoyo comprenda el motivo
por el que lo está haciendo. Podría ser completamente benigno. Pero también
podría estar impulsado por un sentido de incomodidad de que no quiere que su
hijo o hija esté enojado con él.
Para ese padre o madre, dice
Zimmerman, es importante reconocer la necesidad de superar esa incomodidad y
concentrarse en el objetivo más importante: ayudarle a su hijo a volverse
económicamente responsable, y recordar que dar demasiado puede crear una
dependencia no saludable.
Una estrategia sencilla para una
pareja que batalla para discutir el tema: cada cónyuge escribe la cantidad que
consideran aceptable dar. Cuando revelan lo que han escrito, Zimmerman les
pregunta: “¿De dónde cree que viene esa cifra?”
A menudo, la cantidad está
vinculada a un recuerdo de la infancia, pero también podría ser una estimación
de cuánto un cónyuge puede prescindir cada mes. No hay respuestas incorrectas,
dice, y toda respuesta ayuda a los cónyuges a empezar a comprenderse mejor
entre sí.
¿Qué hacer cuando los cónyuges
tienen prioridades distintas con los gastos grandes?
Un cónyuge quiere comprar un
nuevo comedor; el otro quiere tomar unas vacaciones lujosas. Uno quiere comprar
un velero; el otro quiere renovar la casa.
Este tipo de conflicto por gastos
grandes puede surgir porqué cada cónyuge escucha las mismas palabras pero las
interpreta de manera distinta. Por ejemplo, cuando el esposo dice que quiere un
velero, Clayman dice, en algunos casos lo que realmente está diciendo es,
“Trabajo duro. Me merezco esto”. Su esposa, sin embargo, no sabe lo que está
detrás del deseo de su esposo porque éste no lo está expresando.
Después, cuando ella cuestiona la
lógica de comprar un enorme producto suntuario, su reacción es, “¿Por qué no
crees que me lo merezco?” Clayman dice. Él no quiere explicar lo que está
sintiendo en un nivel emocional, por tanto quizás diga, “Gano lo suficiente
para comprar esto”. El subtexto es: “No discutas conmigo sobre esto”.
De la misma forma, la esposa
podría sentir un sentimiento similar cuando argumenta a favor de una renovación
de la casa. O quizás haya un motivo más de fondo; quizás está constantemente
intentando rebasar una infancia en la que tenía muy poco. Pero, igualmente, no
divulga nada de esto, por tanto cuando su esposo cuestiona la necesidad de una
renovación, ella interpreta la oposición de su esposo como rechazo hacia ella:
una reacción común cuando gente enfrente desaprobación sobre sus decisiones
monetarias. La esposa, Clayman, siente: “No me ves. No te importan mis
necesidades”.
La clave para el acuerdo mutuo es
afirmar y validar los valores y necesidades de su cónyuge, dicen los expertos.
Olivia Mellan, una asesora de dinero y relaciones, guía a parejas a emplear
tres pasos: imitación, validación y empatía. La imitación, al igual que el
método de Klontz, implica repetir palabra por palabra lo que el otro cónyuge
dice sobre un objetivo monetario.
Después el oyente valida esa
perspectiva y considera cual podría ser el estado emocional de su pareja. A
continuación, la forma en que un cónyuge podría validar y mostrar empatía con
alguien que quiere un velero: “Tiene sentido que quieras un velero. Amas el
océano, y de esta manera puedes estar en el océano todo lo que quieras. Me
imagino que te estás sintiendo frustrado por el tiempo que has esperado por un
velero”.
El proceso se repite para el otro
cónyuge. Esa conversación amable, dice Mellan, es la entrada al acuerdo mutuo.
¿Cómo ponerse de acuerdo sobre
los hijos de un matrimonio anterior?
Las familias mezcladas están
predispuestas para conflictos sobre dinero. Los cónyuges normalmente vienen con
diferentes niveles de ahorros e ingresos. Y podrían tener ideas distintas sobre
cómo quieren tratar a sus hijos. Cuando esas actitudes distintas chocan, eso
puede llevar a batallas acaloradas que sacan emociones profundas a la
superficie.
Dave Jetson, fundador de Jetson
Counseling en Dakota del Sur, ofrece un ejemplo de su trabajo con Rick Kahler,
un asesor financiero y fundador de Kahler Financial Group en Rapid City, Dakota
del Sur.
Dos cónyuges estaban batallando
sobre cómo repartir el dinero entre sus hijastros en un testamento. (La pareja
no tenía hijos juntos, pero cada uno tenía hijos con un matrimonio previo).
Tenían un acuerdo prenupcial que estipulaba cómo serían divididos sus activos
premaritales, pero la pareja no podía ponerse de acuerdo sobre cómo repartir
los activos que adquirieron desde que se casaron.
Los cónyuges habían decidido
establecer un fideicomiso, en que en el caso de la muerte de un cónyuge, el
otro sería mantenido, y el dinero sería entregado a todos los hijos tras la
muerte del segundo cónyuge. Pero había un escollo: la esposa estaba preocupada
de que después de la muerte de su esposo, los hijos de su marido encontraría
una forma de sacar a sus hijos del fideicomiso.
El conflicto, dice Jetson, se
trataba menos de dinero y más de asuntos emocionales, que provenían de una
falta de confianza. En lo profundo, la esposa temía que a su esposo le
importaban más sus hijos que ella y sus hijos. Tenía miedo que sus hijos no
serían cuidados.
Jetson ayudó a la pareja a hablar
sobre estos temas. Ambos cónyuges acordaron que tras la muerte de uno de ellos,
los fondos serían canalizados a un fideicomiso para el mantenimiento del
sobreviviente y después serían distribuidos equitativamente a los hijos tras la
muerte del cónyuge sobreviviente.
¿Cómo se puede administrar el
conflicto cuando un cónyuge controla las finanzas?
Las discusiones sobre quién está
controlando el dinero a menudo ocurren porque las parejas nunca hablan sobre
cómo tomarán las decisiones monetarias.
Pero a pesar de que no están
hablando al respecto, las decisiones sobre dinero se están tomando y cada
cónyuge está actuando con sus expectativas no expresadas. Por ejemplo, el
cónyuge que gestiona la cuenta de corretaje quizás invierta en acciones de alto
riesgo, mientras que el otro piensa que el portafolio está bien diversificado.
Cuando ocurre un desplome en la bolsa de valores, se suscitan las peleas.
A menudo, el cónyuge que cede el
control de la gestión diaria del dinero es el “ahorrador”, anota Clayman, la
terapeuta financiera. Este o esta no ponen atención a los gastos diarios, y
después se molesta con el “gastador” cuando las cosas no avanzan según su plan
no divulgado.
Los conflictos también pueden
surgir cuando los cónyuges tienen “una diferencia bastante significativa en sus
ingresos y uno piensa, ‘Si yo gano más, me toca tener mayor poder en las
decisiones”, apunta Zimmerman.
En otros casos, el cónyuge que
controla las finanzas podría realizar prácticas que desconciertan al otro.
Zimmerman recuerda a una pareja en la que la esposa quedó escandalizada al
descubrir que su esposo tiraba las facturas a la basura si andaban cortos de
dinero.
“Eso simplemente excedía su
imaginación”, dice Zimmerman.
Dice que incluso si está
sorprendido por la conducta de su pareja, es importante minimizar el escándalo.
“Veamos esto desde la perspectiva de curiosidad en lugar de la perspectiva de
‘quién está haciendo algo equivocado’. La clave es minimizar la defensiva, si
no es que eliminarla por completo”.
Pide a las parejas considerar los
menajes sobre el dinero que recibieron en su niñez para “realmente ayudar a la
gente a aprender sobre sí mismos en el frente monetario”, afirma Zimmerman.
Cuando los clientes divulgan esas lecciones monetarias, ella pregunta: “¿Es así
como basas tu conducta financiera? ¿Cómo actúas de esa forma?”.
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