Psicólogo Franz Rivera Mansilla
Este es el sentir confidencial de José Carlos, un niño deportista de 7 años; él participaba en torneos deportivos organizado para menores (niños).
¿Por qué el deporte muchas veces de ser divertido pasa a ser desagradable? se preguntaba José Carlos. ¿Por qué los adultos gritan, pelean y son malos con nosotros que solamente queremos jugar? agregaba. ¿Tan importante es el juego para los “grandes” (adultos)? terminaba de decir en tono reflexivo.
Todo está en nuestra contra, relata. Te contare que en el colegio nos dicen que tenemos que ganar y jugar bien, para salir en el periódico y nuestros padres estén orgullosos de nosotros; además el director estará feliz porque nuestro pequeño colegio se hará conocido, nos decían.
Nuestro profesor era grande pero no sabía contar; amigos de 9 años pasaban y jugaban como si tuvieran siete. Lo queremos mucho, pero escuche que ha hecho malas inscripciones, pero también escuche que todos hacen lo mismo, entonces supongo que eso es normal. Lo que no me gusta es su desesperación, cólera y cuando nos hace sentir como tontos e inútiles en lo que hacemos.
A mis padres verlos en la tribuna, aunque me pongo un poco nervioso, es bonito y me gusta que estén ahí. Lo que no me gusta es cuando critican, gritan e insultan a mí y a mis amigos. Peor cuando perdemos y estamos camino a casa, recriminan y reprochan nuestro juego. Parece que si gano, mi papá me va querer más y si pierdo me va castigar y dejar de querer, ¿estaré equivocado?
A los árbitros no los entiendo tampoco; me dicen que debo obedecerles, después que debo hacer caso a mí entrenador y mis padres me dirigen desde la tribuna ¿A quién hago caso? siempre fue mi pregunta. Los señores árbitros paran el juego cada rato, seguro de porque lo hacen, no lo estoy, pero así es difícil jugar y divertirse…
Lo que viví fue negativo, decía José Carlos, hoy que tiene 29 años, y sigue practicando su deporte favorito; estudia y trabaja. Él reflexiono y recordó sus inicios como deportista, lo que antes no entendía, ahora lo tiene claro. El problema del deporte infantil no son los niños/as, sino son los adultos; y lo que vivió y lo marco de por vida cuando era pequeño deportista, le enseño lo que no debería hacer, ahora que es padre y va ser dirigente. Por eso, ¡reflexionen adultos vinculados al deporte! (SDP).
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