Los 8 sitios Patrimonio de la Humanidad en
peligro en América Latina
BBC Mundo - junio de 2015
Según la Unesco la Gran Barrera
de Coral de Australia ya no está en riesgo. Pero varios lugares en América Latina
sí lo están.
La Organización de las Naciones
Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) declaró
recientemente que la Gran Barrera de Coral de Australia está fuera de peligro.
Pero en América Latina ocho lugares se mantienen en la lista de lugares en
riesgo.
El mayor arrecife de coral del
mundo pertenecía hasta entonces a la lista del Patrimonio de la Humanidad cuya
integridad está amenazada.
Así que el anuncio de la Unesco
le vino como agua de mayo al gobierno australiano, ya que éste en cierta forma
reconocía las medidas llevadas a cabo para proteger los 2.600 kilómetros de
arrecife.
Eso sí, la organización señaló
que su futuro es “pobre”, y que las mayores amenazas siguen siendo “el cambio
climático, la mala calidad del agua y los impactos en el desarrollo de la
costa”. Y por esa misma razón, Greenpeace no comparte la decisión de la Unesco.
Aunque la Gran Barrera ya no esté
en el inventario del patrimonio en riesgo, otros 46 sitios siguen engrosando la
lista. Te contamos los que se encuentran en América Latina.
1. El arrecife de Belice
La región costera de Belice, que
se extiende desde el límite con México en el norte hasta la frontera con
Guatemala en el sur, es un sistema único en su género, dice la Unesco. Por
ello, la elevó a la categoría de Patrimonio de la Humanidad en 1996.
Comprende el mayor arrecife de
barrera del hemisferio norte -con sus 300 kilómetros de longitud es también el
segundo mayor sistema de arrecifes del mundo, después del de Australia-, pero
también atolones costeros, centenares de cayos arenosos, bosques de mangles,
lagunas litorales y estuarios.
Son un hábitat importante para
algunas especies animales en peligro, como las tortugas marinas.
Está dividida en siete reservas o
zonas protegidas “que ilustran las diferentes etapas de evolución del arrecife
y son un hábitat importante para algunas especies animales en peligro, como las
tortugas marinas, los manatíes y el cocodrilo marino de América”, señala la
Unesco.
Además, son el hogar de varios
depredadores, como los jaguares de Bacalar Chico, el tiburón martillo del Gran
Agujero Azul y el águila pescadora del Arrecife de Glover, además del de 178
plantas terrestres y 246 marinas, 500 especies de peces, 45 hidroides, 65 tipos
de corales y 350 de moluscos.
Para proteger tal diversidad se
han aprobado varias normas, como el Acta de Pesca, el Acta de Parques Nacionales,
el Plan Nacional de Áreas Protegidas, entre otras.
Es el arrecife de barrera del
hemisferio norte.
Pero a pesar de estas medidas, el
arrecife está amenazado por la contaminación oceánica, el turismo incontrolado,
el tráfico marítimo y la pesca.
Los huracanes, el calentamiento
global y el incremento de la temperatura del océano son otras amenazas significativas.
Éstas son las causas del blanqueo
de coral, un fenómeno que ha afectado desde 1998 al 40% del arrecife.
Debido a esto, en 2009 el Comité
de la Unesco decidió incluirlo en la lista de Patrimonio de la Humanidad en
peligro.
2. La ciudad de Potosí (Bolivia)
Potosí fue declarada Patrimonio
de la Humanidad por la Unesco en 1987, el primer reconocimiento oficial que
hizo esta organización internacional en Bolivia.
Pero en junio de 2014 la incluyó
en la lista de Patrimonio de la Humanidad en peligro, debido a la actividad
minera incontrolada que tiene lugar en el Cerro Rico y que, según la
organización, podría degradar el sitio a pesar de toda la normativa que la
protege y los planes de rehabilitación y reconstrucción llevados a cabo.
Lo que comenzó siendo un pequeño
asentamiento a 4.000 metros de altura en la soledad de los Andes peruanos
terminó siendo una Ciudad Imperial tras la visita de Francisco de Toledo, el
quinto virrey de Perú, en 1572.
En el siglo XVI fue considerado
el mayor complejo industrial del mundo y es, de acuerdo a la Unesco, “el
ejemplo por excelencia de las grandes minas de plata de la era moderna”.
Actualmente el sitio comprende no
sólo las antiguas instalaciones del Cerro Rico, a las que llega el agua por
medio de un sistema intrincado de acueductos y lagos artificiales, sino también
el barrio colonial con la Casa de la Moneda (reconstruida en 1975), la iglesia
de San Lorenzo, varias mansiones nobles y los barrios de los miyatos que
trabajaban en las minas.
Muchos de los edificios los
construyeron de acuerdo al estilo barroco andino, pero incorporaron también
influencias indígenas.
3. Las oficinas salitreras de
Chile
A partir de la primera mitad del
siglo XIX miles de chilenos, bolivianos y peruanos vivieron y trabajaron en el
remoto desierto de la Pampa, uno de los lugares más áridos del planeta.
Su trabajo era extraer del
yacimiento de salitre más grande del mundo el nitrato de sodio, un fertilizante
que transformó la agricultura en América y en Europa, y que proporcionó a Chile
una riqueza considerable.
De los 48 centros de explotación
del salitre ubicados en las actuales regiones de Tarapacá y Antofagasta que se
registraron entre 1895 y 1899, las que mejor se conservan en la actualidad son
las oficinas de Humberstone y Santa Laura.
Santa Laura, en su mejor período,
contó con una población de 425 habitantes, mientras que Humberstone sobrepasó los
3.500 habitantes.
Están ubicadas a 47 kilómetros al
este de la ciudad de Iquique, son monumentos nacionales y, desde el 17 de julio
de 2005 Patrimonio de la Humanidad. Aunque el paso de los años y el saqueo
había deteriorado enormemente, obligando a la organización a incluirlos en la
lista de sitios en peligro.
Ambos centros atesoran 200
antiguos puntos de extracción, interconectados con un moderno sistema de
ferroviario.
Todo ello, de acuerdo a la
Unesco, “constituye un testimonio excepcional del progreso tecnológico y el
comercio global que constituyeron la piedra angular de la era industrial”.
Pero además, en el lugar se forjó
una cultura comunitaria específica de los pampinos, señala la organización.
“Una cultura caracterizada por su creatividad, la riqueza de su expresión
lingüística, los vínculos solidarios entre sus miembros y su lucha precursora
por la justicia social, lo que dejaría una honda huella en la historia de los
movimientos sociales”.
4. El Parque Nacional de los
Katíos (Colombia)
Situado al noroeste de Colombia,
el Parque Natural Nacional de los Katíos se extiende por unas 72.000 hectareas
y está formado por cerros bajos, bosques y llanuras húmedas.
Es parte de la región del Darién,
que también cubre Panamá y Colombia.
“Su diversidad biológica es
excepcional y alberga varias especies de animales en extinción, así como
numerosas plantas endémicas”, señala la Unesco, quien la declaró Patrimonio de
la Humanidad en 1994.
De acuerdo a la organización, es
el único lugar de Sudamérica en el que concurren una gran cantidad de especies
de Centroamérica, incluidas algunas en peligro de extinción, como el cocodrilo
americano, el oso hormiguero gigante y el tapir centroamericano.
Sin embargo, debido a la
necesidad de una movilización internacional para luchar contra la
deforestación, el Comité de la organización decidió en 2009 incluirlo en la
lista de los sitios en peligro.
5. La Reserva de Río Plátano
(Honduras)
Ubicada en la cuenca del río
Plátano, en La Mosquitia, la región en la costa caribeña de Honduras, la
reserva alberga uno de los escasos vestigios de bosque lluvioso tropical de
Centroamérica.
Tiene una extensión de 5.250
kilómetros cuadrados y abarca tanto montañas como tierras bajas de selva
tropical.
Tiene una extensión de 5.250
kilómetros cuadrados y abarca tanto montañas como tierras bajas de selva
tropical con una gran biodiversidad, que incluye 39 especies de mamíferos, 377
de pájaros y 126 de reptiles y anfibios.
Y el asentamiento de Ciudad
Blanca constituye uno de las más importantes sitios arqueológicos de la
civilización maya.
Además, en su territorio
montañoso, que desciende en pendiente hasta la costa del Caribe, viven más de
2.000 indígenas que han conservado su modo de vida tradicional.
Y 16 años después pasó a la
categoría de “en peligro”, que le fue retirada en el año 2007.
Sin embargo, sus valores
ambientales y culturales siguieron amenazados por una pobre gestión ambiental,
la colonización para crear terrenos agrícolas y las talas ilegales.
Estas causas hicieron que el
gobierno de Honduras pidiera en 2011 su inclusión por segunda vez en la lista
de Patrimonio de la Humanidad en peligro.
6. Portobelo y San Lorenzo
(Panamá)
Estas fortificaciones de la costa
caribeña de Panamá “son un espléndido ejemplo de la arquitectura militar de los
siglos XVII y XVIII, diseñados por la Corona de España para brindar protección
al comercio trasatlántico”, describe la Unesco.
A escala regional, pertenecen a
un sistema defensivo mayor, que incluye Veracruz (México), Cartagena (Colombia)
y La Habana (Cuba).
Portobelo, localizado en la costa
norte del Istmo de Panamá, a unos 50 kilómetros al noreste de la ciudad de
Colón, fue entre los siglos XVI y XVIII uno de los puertos más importantes de
exportación de plata de Nueva Granada, y uno de los puertos de salida de la
Flota de Indias.
El oro, procedente sobre todo del
Perú, era transportado en mulas a través del Camino de Cruces, en Panamá,
continuando por el río Chagres mediante pequeñas embarcaciones, hasta llegar a
Portobelo, en donde era embarcado hacia España.
A escala regional, pertenecen a
un sistema defensivo mayor, que incluye Veracruz (México), Cartagena (Colombia)
y La Habana (Cuba).
Tanto su fortificación como la de
San Lorenzo, localizada a la entrada del río Chagres, fueron declaradas
Patrimonio de la Humanidad en 1980, pero factores medioambientales, la falta de
mantenimiento y un desarrollo urbano incontrolado las destinaron a la lista de
los sitios en riesgo.
7. Zona arqueológica de Chan Chan
(Perú)
Fue la capital del reino chimor,
una cultura preincaica que se desarrolló en la costa norte tras el decaimiento
del Imperio huari.
Chan Chan es una ciudad
precolombina de adobe, construida por los chimúes en la costa norte de Perú, en
el área metropolitana de la actual Trujillo.
Es la ciudad de adobe más grande
de América Latina y la segunda en el mundo.
Fue la capital del reino chimor,
una cultura preincaica que se desarrolló en la costa norte tras el decaimiento
del Imperio huari entre los años 1000 y 1200, y conoció su máximo esplendor en
el siglo XV, poco antes de sucumbir al poder del imperio inca.
La ciudad se divide en nueve
ciudadelas o palacios, que, al parecer, formaban unidades independientes, lo
que “evidencia una rigurosa estrategia política y social”, dice la Unesco.
Por esa y otras características
particulares la declaró Patrimonio de la Humanidad en 1986 y ese mismo año la
incluyó en la lista de sitios en peligro.
Y es que durante la época del
virreinato de Perú (1532 – 1821), Chan Chan fue objeto de saqueos y
destrucción, ya que se creía que entre sus muros y pirámides estaba escondido
un gran tesoro de oro y plata.
8. Coro y su puerto (Venezuela)
Santa Ana de Coro, mejor conocida
como Coro, es una ciudad venezolana, capital del municipio Miranda y del estado
Falcón, en el occidente del país.
Fundada en 1577, fue una de las
primeras ciudades coloniales a América y posee unos 600 edificios históricos.
La ciudad es heredera de una
arquitectura monumental del periodo colonial y republicano con características
propia de la arquitectura del sur de España, con cierta influencia holandesa
(las islas de Aruba, Bonaire y Curazao se encuentran frente a sus costas). Para
su construcción se utilizaron materiales y técnicas usadas por los indígenas
americanos y basadas en el barro, como el adobe y el bahareque.
Asimismo, tiene un trazado
igualmente característico que combina el tradicional damero español con la
disposición de un trazado irregular propio de las ciudades medievales alemanas,
producto del periodo en el cual la ciudad fue asiento del dominio de los
Welser.
“Es el único ejemplo subsistente
de una fusión de técnicas y estilos arquitectónicos autóctonos, mudéjares
españoles y holandeses”, señala la Unesco.
Aunque en 2005 se decretó
emergencia patrimonial y fue incluida en la lista de sitios en peligro, debido
al hasta entonces descuido gubernamental y a la intensidad de las lluvias
acaecidas en los últimos años.
Algunos de estos lugares llevan
diez años a la espera de que su situación mejore y la Unesco las saque de la
lista “negra”, como a la Gran Barrera de Coral.
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