El padre del CD, DVD y Blu-ray: “No habrá una
cuarta generación”
El Confidencial - lunes, 15 de junio de
2015
Kees Schouhamer Immink es un nombre que pasa
desapercibido para la mayoría de la población, aunque algunos tengan
estanterías llenas de sus creaciones. Este ingeniero neerlandés de 68 años es
responsable de una de las mayores revoluciones del siglo XX que supuso el paso
del mundo analógico al digital. Su trabajo en Philips lo convirtió, gracias a
su sistema de codificación, en el padre del CD, DVD y Blu-ray, tres
generaciones de discos en formato físico condenadas a desaparecer por la mano
de internet. ¿O quizá a permanecer en nuestras estanterías durante algunas
décadas más?
“No habrá una cuarta generación”, niega
rotundamente Immink mientras da un trago a su cerveza, “el streaming y la nube
son el futuro”. Teknautas charla con él en el Palacio de la Bolsa de París tras
la entrega de los premios al inventor europeo del año. Aunque no ha ganado en
la categoría a la que estaba nominado y que homenajea la carrera de toda una
vida, no parece importarle lo más mínimo. Tampoco parece afectarle el ocaso de
una forma de entender el mundo y la cultura: “Los tiempos cambian, así es la
vida y no me quejo. Las cosas son como son”, asegura con una sonrisa algo
triste. No le faltan motivos para estar contento, porque en 68 años ha logrado
registrar más de 1.000 patentes.
La historia del CD, y por lo tanto de la
revolución digital, comenzó en 1974 cuando Immink y su equipo intentaron
encontrar una alternativa a los discos de vinilo mientras trabajaban en
Philips. Las muescas y la aguja fueron sustituidas por una láser capaz de leer
el código binario grabado en la superficie del CD sin tocarlo. No fue tarea fácil:
el trabajo de este ingeniero consistió en desarrollar un innovador sistema de
codificación (EFM) que traducía los surcos del vinilo en unos y ceros.
Años más tarde Immink mejoró el sistema para
los DVD. Y luego, una vez más, para los Blu-ray. El inventor explica que se ha
detenido la investigación para la generación que sucedería al Blue-ray. Es
debido a la competencia y también a la agonía del formato físico, superado por
el mundo online, pero sobre todo por motivos técnicos: “Sería extremadamente complicado,
porque habría que mejorar todavía más la precisión de los láseres”.
Immink compara la aparición con el CD con el
Big Bang. Así como esta gran explosión dio lugar al universo, el disco compacto
abrió las puertas al mundo digital que llegó después. “Se introdujo a
principios de los 80 y fue la primera vez que los consumidores pudieron
apreciar la calidad del sonido digital. Luego vino el DVD y los mp3 y toda la
revolución que supuso la transición de analógico a digital”. Esto no sólo
cambio la industria musical y del entretenimiento, también la informática. En
su momento, los CD-ROM ofrecían más espacio de almacenamiento que un disco
duro: enciclopedias y videojuegos estuvieron disponibles con una calidad nunca
vista antes.
Quizá por este Big Bang Immink tiene una pieza
favorita en su extensa colección de CD y DVD. Se trata de Brothers in Arms, de
la banda británica Dire Straits. El disco compacto se lanzó en 1982, pero al
principio no se vendió muy bien. Tres años más tarde, Philips se convirtió en
la primera empresa en usar el formato digital para grabar un álbum de música.
De esta forma los hermanos Knopfler coronaron al CD como nuevo rey de la
música, con más de un millón de copias vendidas.
¿Supone la era de internet el fin de estos
discos? Puede que no haya una cuarta generación, pero Immink cree que a estos
dispositivos todavía les queda cuerda para rato. “En realidad la venta de CD
sólo ha caído un 40% en 15 años, todavía es un gran mercado. No creo que los CD
sean algo obsoleto antes de 15 o 20 años”, afirma convencido el neerlandés. Lo
cierto es que, aunque en declive desde 2008, en 2012 las ventas rozaron los
5.000 millones de euros.
No le faltan razones para pensar algo así.
Aunque el disco compacto convirtiera en prehistórico a su pariente analógico de
vinilo, estos todavía sobreviven. Sin demasiadas dificultades, de hecho. Según
este pionero, ni Spotify ni Netflix ni las descargas ilegales pueden cambiar la
forma de ser de las personas. Al menos de algunas de ellas. “Desde la nube no
posees un álbum o una película realmente. Si quieres hacer un regalo es poco
probable que compres un vale de descarga”.
En su opinión, a la gente le gusta ver su
colección de miles de CD e ir a tiendas especializadas a bucear entre la
mercancía. Algunas de ellas ni siquiera “tienen interés en descargar música”
porque quieren tener entre sus manos “algo real”. Y por eso defiende que
algunas personas los conservarán con tanto cariño como los vinilos: "Yo
tengo una buena colección porque me gusta ver las películas en DVD y para mí es
un placer comprar un CD, pero los tiempos cambian y mucha gente nunca ha
comprado uno de estos discos e incluso considera que la música es
gratuita".
Piratería y nuevas tecnologías
Immink considera que internet “ha ayudado
mucho” a las copias ilegales. Pero no es algo nuevo: “La piratería fue uno de
los motivos por los que la industria musical adoptó el CD, ya que durante los
primeros quince años fueron imposibles de copiar”.
Como ingeniero, alaba la evolución de las
nuevas tecnologías en cuanto a almacenamiento se refiere. Pone como ejemplos
los últimos discos duros: "Puedes comprar uno de 1 TB por 50 euros, donde
te caben 2.000 CD de 500 MB, ¡es increíble!". También señala la ironía de
que nadie tenga tantos álbumes de música en su casa. A fin de cuentas, nadie
podría leer los 20.000 libros que caben en un ereader normal.
“Todo lo demás es alumbrado de gas, una cosa
del pasado”. Es una frase dicha en su momento para explicar la disrupción que
supuso el CD y que Immink adora. El progreso tecnológico no se detiene y ahora
puede aplicarse a los discos. El formato físico puede tener un futuro dudoso,
pero todavía le queda un largo canto de cisne comparable al de los vinilos en
forma de nostalgia y coleccionismo. Al igual que su padre, aún tienen mucho que
decir.
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