El exceso de ego y sus efectos catastróficos en
la toma de decisiones
América Economía - junio de 2025
En el 2007 la Unidad de Inteligencia de The
Economist, parte del grupo británico The Economist, publicó un estudio donde
afirmaba que el 61% de los principales ejecutivos ingleses admitía que la toma
de decisiones en las empresas era moderadamente eficiente o mala. Además, ellos
atribuían que el ego de los gerentes era un factor determinante en esta
equivocada mirada de la compañía.
“El ego excesivo, así como su inexistencia,
perturban con igual intensidad la sana marcha de los negocios. Saber qué
aspectos del comportamiento lo condicionan sirve para mantenerlo en la dosis
justa que un equipo ganador necesita para la toma de decisiones”, sostiene Juan
Pauna, director de Tandem Chile.
El ego ha sido materia de estudio durante los
últimos años. En el libro Egonomics, sus autores David Marcum y Steven Smith,
exponen una serie de conclusiones que obtuvieron a partir de entrevistas con
alrededor de 850 ejecutivos. Advertían que el 53% de los entrevistados calculaba
entre un 6% y 15% de pérdida de ingresos anuales debido a éste problema.
Luego de dos décadas de análisis de las
decisiones de cientos de organizaciones, Paul Nutt, de la Ohio State
University, reveló que la mayoría de las decisiones reflejaban una actitud
egoísta. El 81% de los gerentes hacía valer sus opiniones por medio de la
persuasión o imposición.
“El exceso de ego lleva muchas veces a tomar
malas decisiones, por eso se ha convertido en una barrera a superar. Sobre todo
en pymes o empresas familiares (independiente del tamaño que tengan), donde el
dueño es quien impone su forma de llevar adelante el negocio. Por otro lado, si
el ego es muy bajo no se confiará en ninguna idea. De esta manera, es crucial
establecer una estrategia de equilibrio en ese sentido.” agrega el ejecutivo de
Tandem.
Pero, ¿cuándo deberíamos comenzar a prestarle
atención al ego? Juan Pauna menciona tres señales que deberían alertarnos sobre
esta cuestión:
1. Exceso de competitividad. Todos somos
competitivos en el ambiente laboral, es una forma de mejorar personalmente y de
hacer mostrar nuestras competencias y resultados. Sin embargo, cuando ser
competitivo se convierte en vivir a costa de los demás, esto es síntoma de que
el ego te está ganando.
2. La búsqueda de aceptación por los demás. El
que habla al último en las reuniones –sin tener que hacerlo–, el que está
buscando ser aceptado o querido por los demás o esas personas que siempre están
buscando ser vistas, están siendo afectadas por el ego. Para estas personas, complacer
a los demás se convierte en algo más importante que confiar en sí mismos,
tomando decisiones y dando opiniones basadas en lo que los demás necesitan, no
en los que ellos realmente creen. Esta es una señal de que el ego está por
debajo del punto de equilibro recomendable.
3. Estar a la defensiva. Te comentan algo y te
enojas, te dan un punto de vista y los regañas; opinan distinto a ti y crees
que te están diciendo que eres tonto; no confías en lo que los demás te dicen y
actúas de manera negativa. Estar siempre a la defensiva con los demás, puede
ser síntoma de exceso de ego.
¿Cómo evitar que el ego se interponga en el
éxito del negocio? Si bien Pauna aclara que no se trata de un listado
exhaustivo, menciona tres cuestiones a tener en cuenta:
1. Asegurar que las decisiones son tomadas en
el nivel adecuado. Una empresa que depende solamente de la cabeza tiene un
techo de crecimiento porque su cabeza tiene un determinado tiempo disponible y
sólo ese. Las empresas deben de empezar a bajar las decisiones hasta el punto
del balance, y para lograrlo, las decisiones deben de tomarse lo más cerca de
la "línea de fuego”. Es decir, si hay que decidir con respecto a un
cliente, el que debe de hacerlo es aquél vendedor que está en contacto directo
con este comprador y no el jefe que está cuatro puestos arriba, ejemplifica el
consultor.
2. Generar confianza en los equipos de trabajo.
La confianza es clave para la toma de decisiones. Una organización debe de
fomentar su generación para que la gente pierda el miedo a equivocarse y evite
esquivar la toma de decisiones. Si en la organización se fomenta que el
equivocarse no es tan grave, la gente va a decidir diferente que en un lugar en
el que el error es fuertemente castigado.
3. Aceptar que, aún siendo directivos de alto
nivel, podemos equivocarnos. Un tema recurrente en directivos, y en general en
las personas, es la resistencia a enmendar una decisión errónea para reparar
errores cometidos en proceso de decisión. Muchas veces, sabemos que la medida
adoptada es incorrecta, pero nuestro egoísmo interior nos impide dar marcha
atrás. Eso, en el mundo de los negocios implica pérdida de dinero y vencer ese
ego nos permitirá recuperar no solo la confianza, sino que también los recursos
invertidos.
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