El caso de las cervezas 'importadas' hechas
localmente
The Wall Street Journal. - junio de 2015
Si usted vive en Estados Unidos y pensaba que
su cerveza favorita era importada, se equivoca. Puede que haya sido producida
en St. Louis, en Pensilvania, o en Texas.
Y, si esa cerveza es Beck’s, quizás pueda
reclamar un reembolso pronto.
El reembolso —de hasta US$50 para quienes beben
Beck’s y pueden entregar recibos válidos— es parte del acuerdo tras una demanda
colectiva que sostenía que el fabricante de cerveza, Anheuser-Busch InBev NV,
engañó a los consumidores estadounidenses para que creyeran que la cerveza era
una auténtica pilser alemana, cuando en realidad es producida en St. Louis,
EE.UU.
Aún los consumidores que no tienen recibos
podrían tener derecho a reclamar un reembolso de hasta US$12. Y eso es así
incluso en el caso de bebedores de cerveza que sabían que Beck’s ya no se
fabrica en Alemania.
El acuerdo entre los demandantes y el mayor
productor de cerveza del mundo consiguió la aprobación preliminar de un
magistrado federal en Miami esta semana. Una audiencia de aprobación final está
programada para octubre.
El acuerdo le saldrá caro a AB InBev. Además de
los reembolsos, la empresa acordó pagar hasta US$3,5 millones en honorarios de
abogados y costos de Kozyak Tropin &Throckmorton LLP, del estado de
Florida, y otras tres firmas legales, indicaron los abogados.
Beck’s no es la única marca en apelar a sus
raíces extranjeras. Red Stripe, propiedad de Diageo PLC, se promocionaba como
una “lager de estilo jamaiquino”. Foster’s, fabricada por MillerCoors LLC, trae
un canguro en referencia a su herencia australiana, y su marca hermana
Killian’s Irish Red alude a Irlanda en su nombre. Todas dicen en sus envases
que son producidas en EE.UU.
La producción de Beck’s se trasladó a St. Louis
desde Alemania en 2012, según la demanda contra AB InBev. La demanda alegaba
que las frases que aparecen en el envase de Beck’s, como cerveza de “calidad
alemana” y “originada en Bremen, Alemania”, les dieron a los consumidores una
falsa impresión sobre el lugar donde se produjo la cerveza, lo que viola las
leyes estatales de protección del consumidor.
“Hemos analizado otros casos, y no creemos que
tengan el mismo mérito”, dijo Tucker Ronzetti, abogado de Kozyak Tropin, que
presentó una demanda separada contra la marca Kirin, de AB InBev. “Esperamos
que el cambio que hemos producido con este arreglo lleve a mejores prácticas en
todo el mercado”.
Productores como AB InBev trasladaron la
producción a EE.UU. luego de que las automotrices de otros países hicieran lo
mismo en los últimos años sin perder prestigio por la etiqueta de “importación”
de marcas como BMW y Mercedes.
MillerCoors tomó la decisión de trasladar la
producción de Foster’s a EE.UU. hace unos cinco años. La decisión se tomó
principalmente debido a los costos, dijo el vocero de MillerCoors Pete Marino. La
marca australiana viene en latas de 740 cm3, que son pesadas para enviar. Ahora
Foster’s se produce en Fort Worth. La empresa tiene un maestro cervecero
australiano e importa levadura para que la cerveza tenga el gusto de la
Foster’s fabricada en Australia.
MillerCoors sigue fabricando sus importaciones
premium, Peroni y Pilsner Urquell, en Italia y la República Checa,
respectivamente. Pero cobra alrededor de 20% más por esas cervezas que por
Foster’s, que vale alrededor de 15% más que una cerveza estadounidense como
Miller Lite.
AB InBev hizo un cálculo similar con Beck’s, al
considerar que podía reducir costos y brindar cerveza más fresca sin afectar
las ventas, según evidencia presentada en la demanda. La Beck’s importada usaba
sólo ingredientes alemanes, mientras la estadounidense usa agua y cebada local,
según la demanda.
A pesar de esos cambios, la empresa consideraba
que la “etiqueta, envase y marketing de Beck’s siempre ha sido verdadero,
transparente y en cumplimiento de todos los requisitos legales”, dijo Jorn
Socquet, vicepresidente de marketing de Anheuser-Busch.
Las cervezas importadas siguen siendo una parte
pequeña pero de crecimiento rápido en el mercado estadounidense. Las
importaciones en los primeros cuatro meses de 2015 aumentaron 11,3% a 10,4
millones de barriles frente a un año antes, según el Instituto de la Cerveza.
Durante el mismo período, los volúmenes nacionales cayeron alrededor de 2,7% a
55,4 millones de barriles, estimó el grupo de la industria.
Alrededor de dos tercios de las importaciones
de cerveza a EE.UU. este año llegaron desde México, seguido por Holanda,
Bélgica, Canadá e Irlanda. Alemania, hogar de la Beck’s, es sexta.
Corona, la cerveza importada que más se vende
en EE.UU., aún se fabrica en México, aunque sus derechos de manufactura y
distribución son propiedad de la estadounidense Constellation Brands Inc.
Heineken, la segunda cerveza más importada a
EE.UU., fue la primera cerveza extranjera que llegó a ese país luego de que
terminara la prohibición en 1933, y sigue siendo enviada desde Holanda.
Heineken NV también envía otras marcas a EE.UU.
desde el extranjero, incluida la Dos Equis, producida en México.
Una publicidad de Heineken de 2012 la
promocionaba como “importada, algo raro para una (cerveza de) importación”.
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