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sábado, 27 de junio de 2015

cervezas

El caso de las cervezas 'importadas' hechas localmente


The Wall Street Journal. - ‎  ‎junio‎ de ‎2015
Si usted vive en Estados Unidos y pensaba que su cerveza favorita era importada, se equivoca. Puede que haya sido producida en St. Louis, en Pensilvania, o en Texas.

Y, si esa cerveza es Beck’s, quizás pueda reclamar un reembolso pronto.

El reembolso —de hasta US$50 para quienes beben Beck’s y pueden entregar recibos válidos— es parte del acuerdo tras una demanda colectiva que sostenía que el fabricante de cerveza, Anheuser-Busch InBev NV, engañó a los consumidores estadounidenses para que creyeran que la cerveza era una auténtica pilser alemana, cuando en realidad es producida en St. Louis, EE.UU.

Aún los consumidores que no tienen recibos podrían tener derecho a reclamar un reembolso de hasta US$12. Y eso es así incluso en el caso de bebedores de cerveza que sabían que Beck’s ya no se fabrica en Alemania.

El acuerdo entre los demandantes y el mayor productor de cerveza del mundo consiguió la aprobación preliminar de un magistrado federal en Miami esta semana. Una audiencia de aprobación final está programada para octubre.

El acuerdo le saldrá caro a AB InBev. Además de los reembolsos, la empresa acordó pagar hasta US$3,5 millones en honorarios de abogados y costos de Kozyak Tropin &Throckmorton LLP, del estado de Florida, y otras tres firmas legales, indicaron los abogados.

Beck’s no es la única marca en apelar a sus raíces extranjeras. Red Stripe, propiedad de Diageo PLC, se promocionaba como una “lager de estilo jamaiquino”. Foster’s, fabricada por MillerCoors LLC, trae un canguro en referencia a su herencia australiana, y su marca hermana Killian’s Irish Red alude a Irlanda en su nombre. Todas dicen en sus envases que son producidas en EE.UU.

La producción de Beck’s se trasladó a St. Louis desde Alemania en 2012, según la demanda contra AB InBev. La demanda alegaba que las frases que aparecen en el envase de Beck’s, como cerveza de “calidad alemana” y “originada en Bremen, Alemania”, les dieron a los consumidores una falsa impresión sobre el lugar donde se produjo la cerveza, lo que viola las leyes estatales de protección del consumidor.

“Hemos analizado otros casos, y no creemos que tengan el mismo mérito”, dijo Tucker Ronzetti, abogado de Kozyak Tropin, que presentó una demanda separada contra la marca Kirin, de AB InBev. “Esperamos que el cambio que hemos producido con este arreglo lleve a mejores prácticas en todo el mercado”.

Productores como AB InBev trasladaron la producción a EE.UU. luego de que las automotrices de otros países hicieran lo mismo en los últimos años sin perder prestigio por la etiqueta de “importación” de marcas como BMW y Mercedes.

MillerCoors tomó la decisión de trasladar la producción de Foster’s a EE.UU. hace unos cinco años. La decisión se tomó principalmente debido a los costos, dijo el vocero de MillerCoors Pete Marino. La marca australiana viene en latas de 740 cm3, que son pesadas para enviar. Ahora Foster’s se produce en Fort Worth. La empresa tiene un maestro cervecero australiano e importa levadura para que la cerveza tenga el gusto de la Foster’s fabricada en Australia.

MillerCoors sigue fabricando sus importaciones premium, Peroni y Pilsner Urquell, en Italia y la República Checa, respectivamente. Pero cobra alrededor de 20% más por esas cervezas que por Foster’s, que vale alrededor de 15% más que una cerveza estadounidense como Miller Lite.

AB InBev hizo un cálculo similar con Beck’s, al considerar que podía reducir costos y brindar cerveza más fresca sin afectar las ventas, según evidencia presentada en la demanda. La Beck’s importada usaba sólo ingredientes alemanes, mientras la estadounidense usa agua y cebada local, según la demanda.

A pesar de esos cambios, la empresa consideraba que la “etiqueta, envase y marketing de Beck’s siempre ha sido verdadero, transparente y en cumplimiento de todos los requisitos legales”, dijo Jorn Socquet, vicepresidente de marketing de Anheuser-Busch.

Las cervezas importadas siguen siendo una parte pequeña pero de crecimiento rápido en el mercado estadounidense. Las importaciones en los primeros cuatro meses de 2015 aumentaron 11,3% a 10,4 millones de barriles frente a un año antes, según el Instituto de la Cerveza. Durante el mismo período, los volúmenes nacionales cayeron alrededor de 2,7% a 55,4 millones de barriles, estimó el grupo de la industria.

Alrededor de dos tercios de las importaciones de cerveza a EE.UU. este año llegaron desde México, seguido por Holanda, Bélgica, Canadá e Irlanda. Alemania, hogar de la Beck’s, es sexta.

Corona, la cerveza importada que más se vende en EE.UU., aún se fabrica en México, aunque sus derechos de manufactura y distribución son propiedad de la estadounidense Constellation Brands Inc.

Heineken, la segunda cerveza más importada a EE.UU., fue la primera cerveza extranjera que llegó a ese país luego de que terminara la prohibición en 1933, y sigue siendo enviada desde Holanda.

Heineken NV también envía otras marcas a EE.UU. desde el extranjero, incluida la Dos Equis, producida en México.


Una publicidad de Heineken de 2012 la promocionaba como “importada, algo raro para una (cerveza de) importación”.

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