Estados Unidos aprovecha el petróleo barato
para reforzar su poder global
El Confidencial - junio de 2025
Como un fenómeno tectónico, la
caída en el precio del petróleo se deja notar en todos los órdenes. Desde el
bolsillo del consumidor europeo a los planes de gobiernos teocráticos en
Oriente Medio, ningún estrato sociopolítico permanece inmune. Industrias
enteras pierden pie, otras florecen; unos países caen de rodillas y otros ganan
influencia. Entre ellos, Estados Unidos se apoya en el boom del petróleo de
esquisto, y a la vez en el bajo precio del barril, pero reforzar su poder
global.
Auge y recesión del 'fracking'
Todo comenzó en 2009, cuando la
técnica del fracking, o fracturación hidráulica, empezó a ser rentable en
Estados Unidos 70 años después de la primera prueba. El precio del crudo estaba
en máximos históricos, 140 dólares, y los gigantes de servicios petrolíferos
como Halliburton o Baker Hughes podían invertir más que nunca en técnicas
extractivas.
La fracturación hidráulica
consiste en obtener querógeno del interior de la roca de esquisto. Para ello
hay que introducir un punzón en la tierra, hundirlo, a veces, a 4.500 metros de
profundidad, torcerlo 90 grados, perforar la roca y emitir un chorro de agua,
productos químicos y arena para liberar el querógeno, que sube luego a la
superficie por dentro del punzón. Una vez extraido, el querógeno puede
transformarse en petróleo o en gas, según el tipo.
Pese a las fuertes quejas de
grupos ecologistas, que denuncian casos de contaminación acuífera y terremotos
provocados, algunos estados acomodaron su legislación y permitieron el boom que
ha sido responsable, en parte, de la recuperación económica de EEUU. La
industria aumentó la contratación un 155% entre 2003 y 2012 hasta el medio
millón de trabajadores; los 12 estados energéticos crearon una cuarta parte de
los empleos nacionales posteriores a la recesión.
A día de hoy, el fracking produce
el 43% del petróleo estadounidense y el 67% de su gas natural, y ha convertido
al país en el mayor productor combinado de gas y petróleo en el mundo. El crudo
ha pasado a representar del 1 al 2% del PIB nacional. Sin embargo, la edad de
oro ha parado en seco. El precio del barril de petróleo ha descendido en torno
a un 50% desde junio de 2014, hasta rondar la horquilla actual de los 50-60
dólares el barril, gracias, en parte, al exceso de oferta. Las inversiones y
perforaciones en Estados Unidos han bajado a la mitad en los últimos seis
meses; los ingresos de las petroleras han caído en picado y con ellos 60.000
puestos de trabajo se han quedado por el camino sólo este año.
“Las compañías no están
explotando los pozos que esperaban y van a tener que hacer lo posible por
reducir costes”, dice Jamie Webster, director senior de Global Oil Markets de
la agencia IHS. “Hacen despidos intentando no causar daño a largo plazo, en
caso de que los precios vuelvan a recuperarse”. Desde principios de año, las
compañías han reducido los costes entre un 20 y un 30%.
¿Por qué ha caído el precio del
petróleo?
“Hay una confluencia de factores,
empezando por la baja demanda de las principales economías”, asegura Reva
Bhalla, vicepresidenta de Análisis Global de la firma de inteligencia Stratfor.
“Pese a las medidas de estímulo que aplica el Banco Central Europeo, la Unión
Europea sigue padeciendo una crisis estructural. Esperar que la demanda se
recupere en Europa es muy aventurado”, declara.
Bhalla añade el aumento de oferta
norteamericana y el menor consumo energético chino. “China vive una carrera
contrarreloj. Con la crisis de 2008, se dio cuenta de que su modelo de
crecimiento no era sostenible y ahora tiene que potenciar las exportaciones,
pero eso lleva tiempo”, continúa. El gigante asiático creció al 7,4% en 2014,
el ritmo más lento de los últimos 24 años.
Mientras el sector energético
desfallece, otras áreas de la economía se benefician del combustible barato.
Como la industria automovilística, la mensajería y las aerolíneas
estadounidenses, que podrían ahorrar 6.000 millones de dólares en 2015 gracias
al bajo precio del carburante.
Los conductores norteamericanos
economizan 630 millones de dólares diarios gracias al bajo precio del galón de
gasolina, que este invierno ha llegado a rondar los 2 dólares en algunos
estados. Según una encuesta de Gallup, el 57% de los estadounidenses han
percibido la “diferencia notable” que provoca el galón barato en sus finanzas;
el 27% aprecia una “gran diferencia”.
Por el contrario, si el precio
sigue al mismo nivel durante un año, los ingresos de la OPEP, el cartel petrolero
que agrupa a 12 países, disminuirán 590.000 millones de dólares que irán a
parar, en forma de ahorros, al bolsillos de países consumidores. El Fondo
Monetario Internacional afirma que por cada 10 dólares que baja el precio del
barril, el crecimiento económico mundial suma un 0,2%.
Ventaja para EEUU en Oriente
Medio y el Caribe
Además de la mano invisible que
regula los precios, algunas potencias influyen el contexto. La OPEP, dominada
por Arabia Saudí, lleva meses manteniendo alta la producción, lo que impide que
el barril repunte. Algunos analistas hablan de una guerra energética por parte
de Riad para aniquilar la industria norteamericana del fracking, que no puede
permitirse vender barato porque necesita fuertes inversiones para consolidarse.
“Arabia Saudí está peleando por
su parcela de mercado”, reconoce Reva Balla, "no quiere incentivar a los
productores estadounidenses recortando la producción”. A diferencia de
Venezuela o Nigeria, la industria saudí puede funcionar con el barril a bajo precio
y tiene fuertes reservas de dinero para amortiguar sacudidas a medio plazo.
Para David Oualaalou,
investigador y profesor de Gobierno de McLennan Community College, el desplome
del petróleo explica parte de los últimos acontecimientos internacionales.
“Estamos a dos semanas del plazo para lograr un acuerdo nuclear con Irán y los
saudíes están muy nerviosos”, dice en referencia a las negociaciones entre el
grupo 5 + 1 y Teherán. “Arabia Saudí mantiene bajo el precio del petróleo
también para presionar a Irán, con quien compite en Iraq, Siria, Yemen...”.
Irán es uno de los grandes afectados
por el crudo barato; su economía, dependiente de las exportaciones petrolíferas
en un 45%, padece además sanciones económicas americanas y europeas. De ahí,
quizás, su voluntad de sentarse a negociar con Estados Unidos, que aliviaría
las sanciones si Teherán acepta limitar su programa nuclear. Irán espera
duplicar sus exportaciones de petróleo una vez firme el acuerdo con las seis
potencias mundiales. “Las negociaciones con Irán comenzaron al mismo tiempo que
cayó el precio del barril”, añade Reva Bhalla.
Los otros dos grandes afectados
son Rusia y Venezuela. La economía rusa, que, al igual que la iraní, está
afectada por sanciones y depende de las exportaciones de hidrocarburos
aproximadamente en un 50%, se va a contraer entre un 2,5 y un 2,8% este año
según predicciones del Kremlin. En el caso de Caracas, la dependencia del
petróleo es de un 96%, y el bajón de los precios ha causado un fuerte crisis
económica donde la inflación rompió en mayo la barrera del 500%.
No falta la opinión de que ha sido
este contexto, el previsible declive regional de Venezuela, gran espónsor del
catrismo en la última década, uno de los factores que motivó a Cuba a iniciar
el deshielo con Washington el pasado diciembre.
El boom del petróleo de esquisto
ha reforzado la posición de Estados Unidos en el mercado energético y limitado
su dependencia de petróleo extranjero. Ahora, la debilidad del barríl le otorga
ventaja sobre las potencias de Oriente Medio, Rusia y América Latina. “Los
bajos precios abren un abanico de posibilidades para Estados Unidos”, dice Reva
Bhalla.
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